"Espero que vivas todos los días de tu vida"

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Capítulo XXII - NO QUIERO UN PRINCIPE, QUIERO UNA RANA




Había quedado con uno de esos chicos que cualquier persona inteligente o tal vez ni eso, podría haberse permitido llamarlos estúpidos. Sí, ese tipo de "niños" - porque aun no han madurado lo suficiente para llamarlos hombres - cuya mayor preocupación es saber que van a ponerse, cuantas chicas los miran por la calle y donde se encuentra el siguiente espejo para poder admirar su belleza. Chicos narcisistas y egocéntricos, sin una bonita historia de amor, con una vida vacía y superficial. Esa había sido siempre la clase de chicos con los que ella solía frecuentar.  Y así le había ido con todos. Siempre terminaban siendo egoístas, creídos y huecos. Siempre terminaban aburriéndola o ellos terminaban aburriéndose de ella porque no habían nacido para ser hombres de una sola mujer. 

No entendía muy bien porque había decidido quedar finalmente con aquel prepotente. Seguramente era porque ella no tenía planeado que en su vida apareciera alguien especial. Se había resignado. Pero después de estos días, lo tenía claro. El que le interesaba era él, ese chico tan diferente que la ponía tan nerviosa pero que a la vez le hacía sentir mariposas en el estomago.

Aquel creído apareció vestido de Burberry. Habría jurado que posiblemente incluso el móvil iba a juego con su conjunto. Que encanto, pensó ella irónicamente. Estaba cansada de ese prototipo de chico. A ella le gustaba él, con sus vaqueros desgastados y sus camisetas con dibujos divertidos. No quería unos zapatos de cocodrilo, ahora lo que prefería eran zapatillas rotas y sin atar los cordones de Nike que él siempre llevaba. Le parecía divertido, era el primer chico que conocía que siempre llevaba las mismas zapatillas. Le gustaba. Eso le daba personalidad, marcaba su estilo. Se dio cuenta entonces de que le estaba pasando algo diferente. Ese chico le gustaba de verdad. No se había fijado en el por su físico ni su ropa, ni por su coche o su cartera. Era algo más, iba más allá de todo eso.

La tarde paso aburrida. El chico creído solo hablada de si mismo. Ella deseaba que llegara la noche. Las fiestas de la ciudad continuaban y seguramente podría verlo. O tal vez no... él no la había llamado. Ella miraba a su acompañante fingiendo escucharlo, pero mientras tanto su cabeza no paraba de maquinar las formas con las que podría volverlo a ver de nuevo...

Además, iba a morir si tenía que aguantar a ese chico estúpido toda la noche...

martes, 29 de diciembre de 2009

Capítulo XXI - ELLA NO ES DE ESAS...



- ¡Ni se te ocurra mirarme el culo! - Dice ella mientras sube la primera por aquella montaña de piedras y barro.
- Eres increíblemente narcisista... ¿Qué te hace pensar que quiero verte él culo? Solo estoy aquí por si te escurres. Paso de perder más el tiempo. Quiero llegar a mi casa, lista. Además, he visto culos mejores que los tuyos...
- Permiteme que lo dude...
- Puedes pensar lo que quieras... tienes el culo como tu cara...
- ¿Divino?
- No, de pato.
- ¡Idiota! - Resbala un poco. Él la agarra para que no caiga del todo... Ella se siente ofendida por haber perdido el equilibrio - ¡ Suéltame! Puedo yo sola... - Y se despega de él orgullosa. A él le da igual el rechazo porque se ha dado cuenta de lo que le pasa, y entonces sonríe sin que ella se de cuenta.

- No... no puedo creerlo... No-puedo-creerlo... - Dice ella indignada mientras llega primera a la cima. Allí no hay estación. Primero está la autopista. Los coches pasan rápidamente de un lado a otro de esa carretera.
- Vaya... tendremos que cruzar por lo que parece... - Dice él tranquilo y sonriente, cuando sube y se coloca detrás de ella.
- Tú ya sabías que estaba esto aquí... ¿Verdad cabrón?
-Puede... - Dice mientras aguanta la risa... finalmente explota al ver la cara de ella muerta de miedo. Ella se abalanza sobre el para pegarle. Sus intentos son en vano, es demasiado pequeña para poder matarlo. Él la sujeta mientras la ve luchar. A él no le hace daño, solo le produce cada vez más risa. Es muy graciosa.
- Es súper peligroso... - Dice ella cuando se ha resignado...
- Pasamos juntos y no pasará nada... - Dice él ahora más dulce, le agarra la mano a ella. - ¿Preparada?

Ella mira al frente... después a los lados... se balancea para delante y para atrás.

- ¡Jo, es qué es muy lar...
- ¡Corre! - Grita él antes de dejarla acabar y se dispone a cruzar rápido. Corren por esa carretera ancha, interminable... ella es estirada por él, grita, salta, pierde el control, un coche pita el claxon durante un buen rato, va a alcanzarlos. Él estira fuerte de ella, consiguen pasar al otro lado.  Ella grita fuerte por última vez, caen al otro lado de la carretera, sobre la tierra.
Ella comienza a reír entonces. Ha sido peligroso sí. Pero al sentir esa adrenalina correr por su cuerpo se ha sentido vida. Y ahora ríe como loca después de esos nervios que ha pasado. Hacía días que no se sentía tan llena, tan feliz, que se encontraba al lado de alguien que le parecía tan interesante, que quería seguir conociendo... Ella se da cuenta de ello, lo mira. Él también ríe, que guapo es piensa ella.

Al parecer han conseguido llegar sanos y salvos a la estación. Ha sido una caminata agridulce, como si el destino la tuviera preparada para ellos, como si tuviera que ser de ese modo. Como si esa noche fuera un paso más hacia delante para ellos. Ella tiene que coger el tren que la dejará en su casa y el debe seguir andando hasta la suya. Sus caminos se separan.

Cuando se van a despedir, los dos se miran... Algo diferente hay en ellos. No se conocen demasiado, pero cada vez que se ve es intensa, cercana a la vez que distante, especial... Se tienen cariño y solo acaban de conocerse. Esa noche a sido la primera que han pasado solos... sienten entonces un hormigueo por el cuerpo.. Él quiere besarla, ella quiere que él lo haga. Pero no. Él no quiere regalarle su beso y ella no cederá tampoco esta noche a dárselo.

Cuando ella se marcha, él continua andando hacia su casa. Se siente más solo ahora sin ella. Y en el camino no deja de pensar en como se siente cuando está a su lado. Un amigo de él aparece entonces, también ha debido de estar en aquella macro-fiesta.

- Tío, esa chica con la que ibas que... ¿Ya te la has camelao? Esta buena... ¿Te has liado ya con ella?
- Que va tío... no es de esas... - Le contesta mirando al suelo... No puede evitar sonreír...

Y mientras tanto, en un tren, ella tampoco puede dejar de hacerlo mientras piensa en él.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Capítulo XX - TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A ROMA



- Me gustaría saber que entiendes tú por ilegal
- Las normas están para romperlas pequeño aprendiz a delincuente... - Dice ella mientras se dedica a levantar un a vaya de obra para atajar por ahí. Él sonríe por sus adentros; si ella supiera lo que es ser un delincuente... piensa divertido. Él si que conoce a delincuentes. Hijos de padres que están en la cárcel, que roban, se mueve más cerca de esos ambientes que ella, seguro. De todos modos, se le hace divertido ver como una chica aparentemente fina, puede llegar a tener tanto morro en algunas ocasiones o por su apariencia de buena chica a veces, sabe más de lo que aparenta. Sí, parece lista, eso le gusta. Últimamente las chicas inteligentes brillan por su ausencia. No está nada mal encontrarse con alguna de vez en cuando. - Bueno qué, ¿Vienes o no? - Dice ella, ya, al otro lado de la vaya. Él cruza por el pequeño agujero. Le cuesta pasar, no es tan pequeño como ella.

Los dos se disponen a cruzar por aquel descampado en obras. No hay nadie. Evidente, está prohibido pasar por allí. Pero parece el camino más rápido hasta la estación, que puede verse a lo lejos.

- Vamos, ¿O no puedes ir más rápido? - Dice ella haciéndose la valiente.
- Prefiero ir lejos de tí, Gracias
- Eres tan romantico...
- Eso dicen todas...

Ella aprieta la mandíbula, saca el culo e intenta andar más rápido. Ese chico le pone nerviosa, es demasiado... aggg no tiene palabras para describirlo. No entiende porque cuando le contesta de ese modo siente tanta rabia pero a la vez le atrae de esa manera tan diferente a las anteriores.

Cada vez, es más difícil andar. La humedad reblandece la tierra del suelo que pisan y se convierte en barro. Sus pies están cada vez más cubiertos de este. También están más cansados y menos borrachos. Parece que el camino ha llegado a su fin. Las piedras se están acabando. y van directos a una alta pared - también de barro- No hay salida.

- Estupendo, ¿Y ahora qué? - Dice ella fastidiosa.
- Ahora toca subir por aquí - Dice él tranquilamente
- ¿Estás loco? Yo no.... ¡Yo no pienso subir por aquí!
- Por qué, ¿No es propio de una señorita? - Ríe entre dientes...
- Estúpido... Vale... las damas primero

Y le hace un gesto para que pase delante él. Pobrecitos... no saben que lo que les espera allí arriba...

Capítulo XIX - EN MEDIO DE LA NADA



Sale decidida del baño dejando allí agarrada la sudadera. Eso no ha estado nada bien. Iban borrachos sí, pero no ha sido de buen gusto. Él se da cuenta. La sigue.

- Te agradecería que me dejaras en paz - dice ella seca mientras anda sin molestarse en mirarlo. Él la ignora, continua siguiéndola y apartando a la gente para alcanzarla con todo ese barullo. Ella no se detiene, no tiene intención de esperarlo.

- No era mi intención que se abriera la puerta
- No, supongo, pero se ha abierto - ella continua mirando al frente
- No es para tanto. Vamos no te hagas de rogar... ¡Lo siento! 


Ella anda sin saber muy bien donde está. No le importa. Se siente avergonzada y se ha enfadado con él. A él eso le da igual. Claro que va a seguirla aunque ella le diga que no; él también quiere salirse con la suya. Además, se prometió a si mismo no volver a dejarla sola.

- Oye... la puerta se abrió sin querer y ya esta ¿No crees que lo estás sacando un poco de quicio todo?
- ¿De quicio?.... - Dice ahora parándose en seco- ¿DE QUICIO? ¡Ja! - grita y sigue andando.

Él no puede evitar sonreír y soltar una carcajada. La "niña caprichosa" tiene carácter por lo que parece. Se da cuenta de que le resulta cómica y encantadora cuando se enfada. Continua siguiéndola.

- Al menos podrías esperar, ¿Sabes? 
- No espero a abridores de puertas de baños, "¿Sabes?" - dice ella pareciendo una niña pequeña.
- Bueno, yo tampoco acostumbro a seguir a borrachas psicopatas y aquí estoy... 
- El único psicopata que veo aquí eres tú - añade disgustada - ¿Sabes que poco atractivo es ver a alguien sentado en una taza de WC? 
- Sí, lo he descubierto de hecho esta noche
- Eres asqueroso... - Dice ella
- Probablemente lo sea, pero por ello te encanto - Dice él en un tono cómico lleno de seguridad - Probablemente estés haciendo que te siga violarme... 
- Si piensas eso... ¿Entonces porqué me sigues? - Dice ella ironica
- Soy un psicópata asqueroso, ¿Recuerdas? 
- ¡Ag! ¡Te odio!


Él se rie. Le hace gracia enfadarla. Él se da cuenta entonces.

- Espera un momento, ¿Dónde estamos? - Le pregunta a ella.

Sorpresa: "Allí" no hay nada. Solo ellos dos y la oscuridad. Se encuentran medio de la nada. A lo lejos se ven las carpas. La puerta por donde salieron del recinto hace un rato era la salida. Ahora ya no los dejarán volver a entrar por allí. Estupendo.

- Genial... Todo por tu culpa... - Dice ella fastidiosa - ¿Ahora dónde estamos? 
- ¿Por mí culpa? ¿Perdona? ... ¡No he sido yo el que se ha ido corriendo de allí! - Dice el asperado - ¡Encima que te sigo!, esto es increíble... 
- No, tu eres increible... ¡Me hechas a mí la culpa cuando nadie te ha dicho que me sigas! - Dice alterada - ¡Esto no me había pasado en la vida! - añade con voz pituda.
- Oh... es verdad que tú siempre estás acompañada de caballeros... - Dice él. Ese tono estridente le pone de los nervios
- Riete, pero al menos, esos caballeros... ¡se atan los cordones!
- ¡Y a mí que me importa!. En fin... - Se da la vuelta y camina...
- ¿A dónde vas? - Pregunta ella. Ahora tiene miedo de que se haya enfadado de verdad, de no volver a verlo y de quedarse perdida allí sola, en medio de la nada.
- Supongo que querrás salir de aquí, ¿no? 


Capítulo XVIII - NECESIDADES PRIMARIAS




Estaban borrachos. Caminaban de aquí para allá de la mano para no perderse entre la gente - y también como escusa para poder agarrarse - Sus dedos se entrelazaban unos con otros, se cogían con fuerza y delicadeza a la vez. Como si aprovecharan el momento, como si tuvieran miedo de poder soltarse. El dedo pulgar de él acaricio despacio la mano de ella mientras andaban. No podía evitarlo, al igual que ella no puedo evitar devolverle misma caricia.

Miradas complices, más alcohol barato, risas, bailes, gritos y euforía los acompañaron el resto de la noche. Se apoyaron en otra barra de las múltiples que había allí para pedir de nuevo. Mientrás esperaban a que les sirvieran, reían como locos. Lo estaban pasando bien. Una de las veces la risa es demasido complice, demasiado verdadera. Él la coje entonces de la cintura, y le regala un beso en la mejilla. A ella le encanta, deja que se lo de y a la vez maldice ese momento porque ese beso se le queda corto. Los terceros que los ven, los mira pensando que son pareja. Se complementan increiblemente bien, la conexión puede percibirse a kilómetros. "Necesito... ir al baño", dice él después de la última jarra que han tomado. Ella mira a su alrrededor, están rodeados, hay metros y metros de gente. No hay espacio para pasar. "Hazlo aquí", dice ella, como si fuera algo normal. "¿Estás loca? ¿Aquí? ¡Pero si estamos rodeados de gente, si no hay espacio entre las personas!". "Por eso mismo. Así es más fácil que no te vean", añade ella. Él lo piensa, no es tan mala idea. La mir divertido, se pega a la barra, apoya un brazo encima de esta y con la otra se desabrocha el botón del pantalón. Ella le agarra por los hombros e intenta que parezca que están esperando para pedir. Él lo hace. Se miran y rien sin parar. Estan locos. Pero hacía tiempo que no se reian tanto de algo. Cuando están juntos, no tienen miedo al ridiculo, miedo a nada, son capaces de hacer cualquier cosa.

Es hora de ir marchándose ya de allí. La noche está acabando y van a cerrar el recinto. Pero antes de salir una parada en los baños portátiles no le vendrá a ella nada mal. Al fin y al cabo, ella no tiene la misma suerte que él para poder hacerlo en cualquier parte. Están bastante borrachos. Ella entra en el WC, hay un agujero en la puerta. Ella introduce una sudadera para taparlo que sobresale al otro lado, donde está él. Él bromea, tira de la sudadera varias veces, ella agarra por el otro lado para que la puerta no se habra mientras ríe. Pero el destino -como siempre- les juega una mala pasada. Él estira demasiado fuerte, ella no es capaz de agarrar con tanta fuerza y la puerta del baño se abre dejándola a la vista de todo el mundo.

Oh, oh... parece que la noche no va a acabar tan bien como los dos pensaban... Estas bromas pesadas...

Capítulo XVII - EL SABOR DE LA VICTORIA



"¿A donde vamos?", Preguntó ella sonriente y victoriosa. Lo había encontrado y ahora ya no importaba nada más. "Hemos perdido a todo el mundo ¿No?, tendremos que disfrutar un poco de la noche", contestó él con otra sonrisa. Él la cogió de la mano y se dispuso a abrir paso entre la multitud. Ella se dejo arrastrar por él sin decir nada. Era esta realmente la primera vez que los dos estaban solos. Sí, tal vez rodeados de una descomunal masa de personas disfrutando de la fiesta, pero esta vez, habían quedado ellos para verse, sin que pareciera una casualidad, sin que se pusiera como escucha de que coincidían por tener que acompañar a un amigo. Esta vez ambos coincidían, ambos estaban cediendo e increíblemente se sentían llenos, felices con ganas de seguir perdiendo "ese orgullo".

Un litro, otro... Un cigarrillo, el calor concentrado de todas aquellas personas, el discurso de la propia noche. Ellos se miraban, se reían de ellos mismos, de la gracia de la vida, de los borrachos pululando a su alrededor. Los grados del alcohol subían, sus palabras cada vez eran más sinceras - Sus miradas desde siempre lo habían sido.- Ella bailaba feliz en aquella tarima, Él la miraba, tenía ganas de tocarla, de cogerla, estrecharla entre sus brazos y besarla. Ella seguía bailando, también tenía ganas de probarlo, pero quería provocarlo, para que fuera él quien diera el primer paso. Otra parte de ella suplicaba "a saber quien" por sus adentros para que no lo hiciera, para que él no se lanzase, porque le tenía tantas ganas que no iba a poder apartarse.

Pero NO, ninguno de los cedió. Tal vez era solamente eso, el morbo, el simple tonteo, el querer y "No poder" lo que les hacía tener ese tipo de "obsesión" el uno por el otro. "Sí, claro que sí que es eso", intentaron convencerse los dos, intentando engañarse a si mismos, intentando evitar que pasara por sus cabezas la palabra a la que más miedo tenían. Sí, esa que estais pensando...

Capítulo XVI - MASA INVISIBLE



No podía escuchar muy bien la voz que sonaba al otro lado del teléfono móvil. Pero identificaba su voz, aquella voz gritando, intentando explicarse, intentando encontrarla en medio de toda esa masa humana. La estridente música se mezclaba con las ondas y los gritos de amigos borrachos y eufóricos. Era agobiante, complicado. Iba a ser casi imposible que esa noche pudieran verse.

Llamadas, mensajes perdidos, gritos, agobio y empujones, muchos empujones. Era una "misión" prácticamente suicida. Estaba comprobado que mucha de la gente que había intentado encontrarse en ese recinto no lo había conseguido. Pero a diferencia de estos anteriores, estos tenían dos cosas en común: siempre conseguían lo que se proponían y lo más importante estaban locos el uno por el otro - aunque ellos aun no lo sabían.

Un pisotón, tres estirones de pelo, una amiga borracha, algún que otro baboso aprovechando para "meter mano", pero a ella no le importaba. Alcohol volando y manchando su ropa, empujones, gritos de sus amigos reteniéndolo, chicas pesadas agarrándolo de la cintura, pero a él, tampoco le importaba. Fue curioso, pero a ninguno de los dos se les paso por la cabeza rendirse esa noche, no entraba en sus planes.

Le tocan entonces de repente la espalda a ella - "Otro pesado baboso, piensa la niña caprichosa" - pero No. Ahora es él, que la mira satisfecho, la ha encontrado y ella lo ha encontrado a él. Se miran, lo han conseguido. Como si se tratara de una fuerza de la naturaleza han caminado hasta encontrarse, como si tuviera que ser así, como si tenía que pasar. El alcohol sigue lanzándose, los empujones y pisotones continúan, pero para ellos ya no existen. Se han perdido, solo están ellos solos... Ellos solos en medio de un montón de gente "invisible" ahora.

Capítulo XV - EN EL AMOR Y EN LA GUERRA



A la mañana siguiente de que él la dejara sola en aquel banco esperando el autobús de esa mañana fría, ella le había explicado lo mal que lo había pasado volviendo a casa. Unos hombres pesados se metieron con ella y por si fuera poco tubo que pedirle el móvil a una señora en el viaje porque no tenía batería. Lo que no le contó fue que al llegar a casa, a las diez y media de la mañana, no tenía sueño - y era raro en ella. Siempre lo tenía.- Pero esta vez, tenía mejores cosas en las que pensar, o tal vez no. Lo único cierto en todo esto, era que se chico le quitaba el sueño.

Ya había pasado una semana desde aquello. Hablaban sí, pero no demasiado. Él se había arrepentido cada día por haberla dejado sola aquel sabado. El solo hecho de imaginar que a ella le podría haber pasado algo le atormentaba. Aunque no había hecho mal en marcharse aquella mañana, esa chica tenía que aprender que por mucho que ella lo pensara, todos los hombres no eran iguales. De todos modos, se prometió a si mismo no volver a dejarla sola nunca más. Con una vez ya era suficiente. Y más le valía pensarlo así, porque no iba a ser capaz de volverlo a hacer.

Esa semna las calles estarían llenas de gente a todas horas. Mimos, carrozas, bailarines, vino de litrona barato, fiesta, mucha fiesta y nada de clases era lo que les esperaba a todos los jovenes en las fiestas más esperadas de todo el año. Donde el ritmo de la noche no paraba en todo el día. La semana en la que apenas había reglas, ni horarios. Ella había quedado con un viejo grupo de amigos de la infancia para esa primera noche. Sería divertido. Él había quedado con los amigos de toda la vida, un grupo grande y por supuesto esa noche, nada de chicas. Aun así él quería verla y ella quería verlo a él. Él sabía que sería imposible verla si le contaba que no hiria ninguna chica - ninguna de sus nuevas amigas- con ellos. Así que en este caso, ya que dicen que en el amor y en la guerra todo vale, decidió mentir.

"Cuando estés allí y quieras vernos, no llames a carol, llamame a mí porque ella no escuchará el telefono entre tanto varullo". Y ese fue el mensaje que él le mando a ella para poder verla esa noche. Que curioso es el destino...

domingo, 20 de diciembre de 2009

Capítulo XIV - QUEMA (Parte II)



Ya se han despedido del chico solitario. Ahora el la acompaña a ella a la parada del autobús. La llevaría a casa, pero no tiene coche. Además, tampoco quiere parecer demasiado interesado por ella. Hablan durante el camino. "No he conocido nunca a alguien como tú", dice él, mientras anda mirando al suelo con una sonrisa. "¿Y eso es malo?", pregunta ella. "La verdad, no lo sé...". Ella se ríe. "No se nada cuando estoy contigo", dice él en bajo. "¿Cómo?", pregunta entonces ella. "Nada, nada...", ha hablado demasiado alto al parecer.


Se sientan a esperar el autobús. "Bueno, ¿Me lo vas a contar de una vez?", pregunta ella. "¿Contar el qué?", Dice él. "Eso", insiste ella. "No se de que me hablas", le contesta el sin entender nada. Ella suspira indignada: "Que estás con una chica". "¿Quién yo?, pregunta extrañado. "No, la señora de ahí - Dice gritando mientras la señala, la mujer la mira mal- Pues claro que tú, quien va a ser sino". "Podría decírtelo, pero estaría mintiéndote", contesta el con tranquilidad. "Venga, ambos sabemos que eres un putero", añade ella. Él se queda sin palabras. "No me conoces", dice él algo molesto. "Se de que van los tíos como tú", añade ella. "Lamento decirte, que no conoces a tíos como yo", dice él algo enfadado. "Conozco a tíos como tú, no vayas de que sabes algo de mí que no sabes". "Solo se, que me considero una persona única", dice él. No le gusta ser uno más. "Yo creo que eres un putero que va de listo", dice ella picada por su contestación. "Oye, te he invitado a un desayuno y además te acompaño a la parada, no tienes porque hablarme así", dice él molesto. "Nadie te ha pedido que me acompañaras, ¿Sabes?", añade ella. "Es verdad, no se en que estaba pensando. Tú eres muy autosufiente en todo. Ahora eres tan lista que tienes la capacidad de ver que son las personas o que no son". El se levanta haciendo un amago de irse. Ella parece tranquila, pero realmente no quiere quedarse sola. El problema es que su orgullo no le permite confesarselo a él. "¿Quieres que me vaya?, pregunta él mirándola fijamente a los ojos. "Haz lo que quieras", le contesta ella desafiante. Él espera unos segundos dándole la oportunidad de arrepentirse. "Esta bien", dice el chico finalmente. Se da la vuelta y se aleja. Ella lo ve irse. No piensa que tenga el valor de dejarla allí sola. Da la vuelta, lo espera, no aparece, pasa el autobús, lo coge para volver a casa.

Sí, tal vez no haya mentido cuando a dicho que no es como los demás. Y al parecer parece que aquí no solo el chocolate quema...

Capítulo XII - QUEMA (Parte I)





Al otro lado del ventanal, una señora amable pone sobre la mesa dos tazones grandes de chocolate. Están calientes y recién hechos. Un montón de churros cubiertos de azúcar los acompañan. Ella está muerta de hambre, no ha comido nada desde hace horas y el chocolate tiene demasiada buena pinta. Coge el tazón, se lo lleva a la boca. "Cuidado que quema", dice él. Ella no hace caso. Se quema. Deja el tazón torpemente encima de la mesa. Cierra los ojos fuerte, saca la lengua aun con un poco de chocolate y finge abanicarse con las dos manos. "Podrías haberme dicho que quemaba...", le achaca ella. Él se ríe. Esa chica está increíblemente loca, pero también le atrae como hacía tiempo ninguna otra. No consigue descubrir todavía como es ella, le hacía dudar, le da una de cal y otra de arena. No entiende su juego, pero cuando está al lado de esa chica se siente lleno sin saber porqué. El simple hecho de estar allí frente a ella, verla quemarse con el chocolate le parece dulce. Y ella también es dulce, vaya que si lo era, aunque ella intentara ocultar esa faceta suya.

Los churros comienzan a desaparecer. Están siendo devorados por ella. Él tiene el mismo hambre, pero sin entenderlo deja que ella se los coma, siente ganas de cuidarla. Entra por la puerta un chico tal vez uno o dos años mayor que ellos. Está solo. Pide una napolitana y un café. Ella lo mira. "Siempre me ha dado pena la gente que bebe o come sola", le confiesa ella a él. Ella estira la mano indicándole al chico solitario a que se acerque, "Sí, sí tú ¡Ven a comer con nosotros!", dice ella sonriente como siempre. El chico solitario la mira extrañado, le sorprende tanta amabilidad por parte de una desconocida. Pero al parecer, también ha salido es a noche y ha acabado en el mismo sitio que ellos, solo que solo. Acepta. "Pero... -dice él con los ojos abiertos como platos- ¿Estás loca?". "Sí, ¿Pero porqué lo dices?", Contesta ella. El chico solitario se acerca a ella sonriente. Ella le pregunta como ha acabado solo esa noche. El chico se muestra con ganas de hablar, al parecer lleva ya un rato solo. Después ella no se corta y le pide un poco de napolitana, el chico solitario dice que coma lo que quiera. Él los mira a los dos, nunca ha conocido a una persona tan extrovertida, tan natural en ese sentido, hablando a cualquier persona. Es una chica realmente peculiar. Le gusta que lo sea.

Capítulo XI - CHOCOLATE



Tiene frío en los pies. Es tarde, posiblemente no quede ni una hora para que amanezca. Todos los garitos están ya cerrados. No se han vuelto a dirigir la palabra desde aquel momento en la discoteca cuando él le ha contestado tan mal. Tal vez alguna mirada furtiva por parte de ambos. Pero todas efímeras. Cuando uno mira, entonces el otro vuelve la cara y así todo el rato. Ella se siente algo estúpida, tal vez no ha sido para tanto la contestación. Al fin y al cabo, ella a comenzado todo el juego intentando ponerlo celoso. Aunque ella no es de nadie y él está con otra. No. Es mejor que no empiece a tener remordimientos de conciencia, por experiencia ha aprendido a no ser demasiado buena. Borra de su cabeza esos pensamientos. No piensa hablarle, que lo haga primero él.

Llegan los tres a un cruce. Parece que por ese día sus caminos se separan. El amigo de él se acerca a ella, "Bueno pequeña, hasta la próxima. Y recuerda lo que te he dicho". Él los mira algo intrigado pero finge que pasa. El amigo comienza a andar. Él y ella se miran, deben avanzar, cada uno por el lado contrario de la calle, pero parece que estén pegados al suelo. No tienen ninguno la iniciativa a hablarse, pero ambos desean hacerlo. Los dos los saben y aun así allí continúan. "Pero tío, ¿Qué haces?, ¿Vienes o no?" pregunta a lo lejos el amigo de él. Se hace el silencio en la calle. Los rayos del sol comienzan a salir a lo lejos por encima de los tejados. Las calles están desiertas. "Ve yendo sin mí" , dice finalmente él. El corazón de ella entonces late más rápido. No se esperaba algo así. Sonríe y tiene miedo. Está en su mundo, pensando porqué él no se va, porqué él se quiere quedar allí con ella. "¿Quieres desayunar?" , pregunta él algo divertido haciéndola volver a ella al mundo real. "¿Desayunar?, ¿Después de todo quieres que vayamos a desayunar?", Dice ella extrañada. "Mmm sí, eso parece", dice él encogiéndose de hombros; Ahora a parecido un niño pequeño que intenta pedir perdón sin decirlo. Ella sonríe porque se da cuenta de ello. Se da la vuelta y empieza y empieza a andar coqueta. Él se queda donde estaba viendo como se aleja, lo ha rechazado, se siente estúpido por haber cedido. "Espero que te estés refiriendo a chocolate con churros", dice ella divertida mientras se dirige gritando al otro lado de la calle. Los labios de él se curvan, sonríe, ella le encanta piensa. Y después de eso se apresura a cruzar al otro lado de la calle para ir a desayunar chocolate.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Capítulo X - TODOS SON IGUALES



Mientras tanto en la pista de baile ella ve como él se marcha. Lo sigue con la mirada, y la sonrisa se va perdiendo en sus labios Él ya no está allí mirándola, así que ya no quiere seguir bailando con esos chicos. Solo lo hacía para ponerlo celoso  "¿A donde va?" pregunta ella a su amigo. "Al baño. Ha dicho que nos quedemos aquí esperándolo", contesta el chico. Ella duda. No. Va a ir a buscarlo. Una parte de ella presiente que tiene cierta parte de culpa. Se dispone a avanzar hacia el baño a buscarlo pero el amigo la agarra de la mano y la para. Ella no pone mucha oposición, está algo borracha, es fácil de manipular.

La acerca más hacia él. "¿Cómo es posible que una chica como tú no tenga novio?", pregunta el chico que está bastante borracho. Genial, este sí que es como el resto. "Quien pudiera estar con una chica como tú...", añade de nuevo. "Diselo a mi ex novio...", dice ella irónica. "¿Por qué?" , pregunta el chico intrigado. Ella se da cuenta de que ha hablado más de la cuenta, no quiere hablar de su pasado. "Nada... es solo que el chico con el que estaba antes no me valoraba demasiado..." , dice ella para arreglarlo. "Pues que imbécil, si yo tuviera a una chica como tú, no tendría ojos para ninguna más". Que típico, piensa ella. Eso es lo que dicen todos, la cosa es seguir cumpliéndolo luego, una vez que la conquista ya está hecha.

Ella comienza a aburrirse ¿Donde se ha metido? Lo está echando de menos, desea que vuelva ya del baño para que le quite de encima al pesado de su amiguito. Gira la cabeza. Ahí está, sentado en un taburete del local, esta vez con cara de perro - nada de cara de pato, para eso ya está ella- parece atormentado por algo.   No se siente a gusto. Los se acercan hacia él. "¿Estás bien?", le pregunta ella. "¿A tí que te parece? Llevo esperando aquí un buen rato", contesta el indignado de malas maneras. Ella lo mira un segundo, no esperaba una contestación tan seca. Ella se da cuenta de que él amigo la ha mentido, no debían esperar allí. Pero aun así, esos no son modos de hablarle. Si las miradas mataran él podría haber muerto en ese instante. No hace falta que ella diga nada, se da la vuelta.

El amigo se acerca de nuevo entonces. "Está rayado por tí", "¿Por mí?" dice ella extrañada. "Sí. Está claro que le gustas", añade el amigo. "¿Yo? No lo creo" . Es verdad, una parte de ella no lo cree pero otra sí y no puede evitar sonreír mientras lo dice. Ella lo miro de nuevo. Es tan interesante... allí sentado, a saber lo que estará pensando. Le entran de nuevo ganas de abrazarlo, estrujarlo contra ella y besarlo en medio de toda la discoteca. Pero es mejor que no... ella no comparte a sus chicos.

Capítulo IX - CARA DE PATO






Está enfadada con él. Le ha estado mandando mensajes toda la semana para poder verla y ahora, no solamente la ignora de nuevo toda la noche sino que además, está liado con otra chica. Sí, puede que pareciera encantador, pero su actitud solo tenía un nombre: "Putero". "Ya se de que van los tíos como tú...", piensa ella. El sale del baño, se acerca entonces hacia donde está ella. "¿Y esa cara de pato enfadado?", pregunta él. Ella lo mira atónita. "La cara de pato es porque eres un putero, gilipollas..." , piensa. Pero después no le da tiempo a contestarle lo mismo. El fotógrafo del garito se acerca a ellos para hacerles una foto. "Vamos parejita sonreír..." Se miran. El confuso y ella con cierto odio. Hacen una pose forzada con una sonrisa mucho más falda todavía. Ella intenta deshacerse pronto de él, pero el la agarra por la cintura. Ella se estremece, seguramente es la primera vez que los dos están tan cerca el uno del otro. Le gusta.

"Aun no me has contestado... ¿Por qué esa cara? ", le dice mientras le susurra al oído. "Siento tener cara de pato... ahora si me disculpas...", escabulle su pequeño cuerpecillo para salir de entre sus brazos y se va con el amigo de él. Ha sido la mejor contestación que se le ha ocurrido.

El resto de la noche ella lo ignora. Él se permite mirarla de vez en cuando y ve como baila y gusta a los hombres del local. También ve como bebe gratis cuando los camareros la invitan a chupitos cuando ella les sonríe. Una parte de el siente rabia. También le gustaría que ella le sonriera de ese modo, que se insinuara como lo hacía con ellos. Pero no, solo había recibido una mala cara por algo que no entendía. Ella comienza a bailar con un grupo de chicos. Él mira entonces descaradamente, ya no le importa, por un momento ella es frágil e indefensa. Puede adivinar sin problema lo que están pensando esos chicos. Ahora está celoso de verdad. No quiere moverse de allí, es como si lo hubieran pegado al suelo. Ella lo mira desafiante, esa mirada se le clava a él. Ahora él se siente enfadado, se ha dado cuenta de que quiere ponerlo celoso y se va al baño. Un poco de agua fría por la cara no le sentará nada mal.


Capítulo VIII - EL CURSO DE LA NOCHE




"¿Pero seguro qué ha dicho que venía tío?" Preguntó un amigo de él. "Sí..." Contestó él sin mirarlo buscando entre la gente de la calle. Mientras tanto una chica que los acompaña lo mira descaradamente, parece que él le gusta. Unos tacones de aguja, una falda de flores y una melena larga aparecen ahora. "Mira ahí está" Dice él intentado disimular su alegría al verla. Ella anda con sus tacones elegantes, aunque parece en ocasiones perder el equilibrio por el efecto del alcohol. Viene acompañada de alguien. Ella se acerca a los dos amigos y la chica y no duda en presentar a su acompañante. "Esta es Berta", dice encantada. Él se inclina para saludarla. "Encantado", dice mientras le da dos besos. "No puede entenderte si no le hablas directamente a la cara, es sordomuda", contesta ella dulcemente. Vaya, al parecer la "niña caprichosa" no es tan mala y engreída.

Entran al garito que tienen en frente. Dentro Ella y Berta bailan y hablan divertidas. Cerca, él habla con la chica que antes lo miraba de aquella forma. Ella los mira. Están muy cariñosos. Siente un poco de celos, pero él es libre de hacer lo que quiera. Lo que no entiende es porque él la confunde tanto y a veces parece que se sienta interesado por ella. "Bueno, es un hombre le gustan las mujeres por naturaleza", piensa.

El curso de la noche sigue su cauce. El bar cada vez está más lleno, la gente más borracha y por lo tanto, en general, todos son más sinceros. Él se va al baño y ella aprovecha para acercarse a la chica con la que lleva hablando él toda la noche. "Vaya, veo que él y tu os lleváis muy bien, estáis liados no?, pregunta ella haciéndose la tonta para conseguir adivinar la verdad. "No, no estamos juntos", contesta la chica. Ella se relaja y sonríe para si misma. Pero esa relajación no dura mucho tiempo "Está con una amiga mía" dice entonces de nuevo la chica con un tono algo defensor, parece que se ha dado cuenta de algo.  Pobre de ella, parece que su sexto sentido femenino ha fallado en esta ocasión.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Capítulo VII - TACONES DE AGUJA



En el taxi ella pensaba que le diría a él cuando lo viera. Esa semana se habían estado mandando mails todos los días. Tardaban en contestarse para disimular sus ganas de conocer al otro. Pero una extraña fuerza tenía más poder que su orgullo y siempre terminaban contestándose. Esa noche iban a volver a verse de nuevo ¿Qué llevaría puesto? ¿Se comportaría igual que el primer día? ¿Volvería a ignorarla? Ella ya se había dado cuenta de que él sentía algo por ella, aunque fuera un simple capricho. Pero se sentía insegura. Ella siempre lo había tenido claro con todos, pero este chico la desconcertaba - Realmente ahí es donde estaba la magia.- 



Andaba hacia delante con sus tacones de aguja, ya podía visualizarlo a lo lejos con el resto del grupo. Se acerco a besar y saludar a los demás. A él lo dejó para el final- solía hacer lo mismo con la comida. Se comía lo que más le gustaba lo último para que se le quedara un buen sabor de boca.- "Hola" dijo ella sonriente finalmente. "Hola"  contestó él. Se miraron fijamente durante un segundo a los ojos. Podían saltar chispas. Una parte de ella habría deseado saludarlo con un abrazo, besarlo, tocarle el pelo. "Estúpida" pensó ella, ya estaba teniendo esos ridículos pensamientos otra vez. Solo que ahora, no estaba borracha. Ella entró al bar con unos cuantos y él se quedo fuera bebiendo con otros. Estaba sucediendo lo mismo que el anterior fin de semana cuando se vieron por primera vez. Lo más curioso era que ambos querían estar juntos esa noche; Los dos pensaban en las formas discretas en las que podían acabar la noche juntos sin que parecieran interesados el uno por el otro. El orgullo de ambos hace que se separen. Los chicos se van primero a los bares de la ciudad. Las chicas se quedan en el primer bar. Ya esta, ya han perdido su segunda oportunidad por estúpidos. Esa noche tampoco la pasarán juntos. 


Ellas bailan, beben y se divierten con los demás. Está algo ebrias. De pronto, alguien se abalanza sobre ella. La abraza. Es una amiga del pasado. Ella se alegra de verla. Hablan y se pierden en medio de la noche. Para cuando quiere volver con sus nuevas amigas ya es demasiado tarde. Mira su móvil. Un mensaje: Nos vamos ya a casa, llámalo a él  que ellos seguirán por ahí más rato. Lo piensa unos segundos, pero está borracha y tiene ganas de verlo. Lo llama. 

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Capitulo VI - LA FALDA DE FLORES




Se había puesto una falda que le encantaba con unos zapatos preciosos. Se veía explendida. De hecho, hacía tiempo que no recordaba la última vez que había sentido ganas de arreglarse. Sabía que él tenía ganas de verla, al fin y al cabo era una mujer, y las mujeres siempre han tenido ese sexto sentido o intuición femenina por llamarlo de alguna manera para reconocer cuando un hombre se siente interesado por ellas. Ya había pasado una semana desde su primer encuentro, desde esa noche en la que durmieron juntos.

Él quería verla. Esa chica tenía algo, tal vez no podía ver todabía lo que era, pero había una chispa, un pequeño rallito de luz que la hacía intrigante. Quería seguir conociendola, pero no podía demostrarle esas ganas. Conocía bastante bien a las mujeres, y ella perdería el interés si veía que lo tenía demasiado facil. Ella era así: inconformista por naturaleza. Caprichosa y mimada en ocasiones. El tenerlo sin haberlo insinuado apenas sería una caida en picado para él.

Lo que el desconocía por el momento, era que esa "niña caprichosa" era la aguja del pajar, la gota más pequeña de todo el mar... que se encontraba "sola", deseosa de gritar: "Ayuda, ven a salvarme". Pero eso, ya es otra historia...


martes, 15 de diciembre de 2009

Capítulo V - BUENAS NOCHES PRINCESA



Los bares se están cerrando. Todo el grupo camina por el paseo. Ella delante con la rubia simpatica y otros chicos que las acompañan. Él detrás de ellos con dos chicas más. Ella ha intentado ignorarlo durante toda la noche, pero no lo ha conseguido del todo. El alcohol magnifica las cosas y su rabia es mayor todavía.

En el autobús de vuelta a casa, él besa en la mejilla a una de las chicas. Ella siente rabia, definitivamente él no le hace caso a ella. Por un instante desea ser esa chica, pero luego lo piensa mejor: No, chicos no. No son buenos para la salud. Simplemente está borracha y no controla los pensamientos que pasan por su cabeza.

Al fin llegan a su destino. Perfecto. Ella duerme allí esa noche. Ahora lo perderá de vista. Ese chico la está enfadando. Además de ignorarla, le está haciendo pensar cosas en las que no debería pensar. Pero algo sucede, el también baja con dos amigos más. No puede creerlo, también sube a la casa.

Indignada, una vez allí la anfitriona ofrece algo de comer. Ella no puede soportarlo más y entonces explota. ¿Porqué no te haces lo huevos fritos tu mismo? ¿Acaso no tienes dos manos tu también? dice marimandona. No es mí casa. Si es porque quieres hacerlos tú, adelante, no te pongas celosa. Su voz es tranquila y el gesto de su cara prepotente, está algo borracho todavía. Ella cuenta entonces 10, desecha la idea de abalanzarse sobre él y matarlo allí mismo. Se va a la cama indignada y muerta del odio.

No puede dormir, da vueltas de un lado para otro esperando a que su amiga entre en la habitación para dormir con ella. Al fin, la puerta se abre, ya era hora. Pero para su sorpresa, es él. Se quita la camiseta. Ella puede apreciar la silueta de él con el pecho al descubierto gracias a la luz que entra por la ventana. Ella intenta no pensar demasiado en el cuerpo que ha visto. Después el chico se mete en la cama. Ella no piensa hablarle, finge que está dormida. El silencio se hace en la habitación oscura.

"Estás hecha una ligona al parecer..." Dice él finalmente. La cara de ella cambia, sonríe en mitad de la oscuridad. Se ha tenido que fijar en ella durante la noche para poder saberlo. Esa es precisamente  la típica frase que diría un hombre algo "celoso" de que no le hayan hecho el caso que él esperaba. Al parecer él se siente igual que se ha sentido ella durante toda la noche. Pero los dos han sido lo suficientemente inteligentes como para que el contrario no se diera cuenta de ese detalle. "Ya ves", contesta ella orgullosa. "Pero me da igual. Dicen todo lo que un hombre debería decir para que no me guste" añade haciéndose la interesante ahora. "¿Y que es lo que tiene que decir un hombre para gustarte?" pregunta curioso él.

Ella cierra los ojos, después sonríe: "Cuando alguno me lo diga, entonces ya te lo diré..." Ya esta, ya lo tiene.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Capítulo IV - TEKILA



El alcohol va haciendo efecto en todos los presentes. Se está sintiendo a  gusto, más a gusto de lo que había imaginado. Esa chica rubia con aire gracioso está resultándole simpática, habla mucho, igual que ella y eso le gusta. La otra morena no la mira demasiado bien, pero no le importa demasiado, está acostumbrada a no caerle bien a todo el mundo, no supone ninguna novedad. Se pregunta mientras tanto que hacen fuera en la terraza. Las chicas están dentro, ellos están fuera. Ella piensa en él ¿Por qué no entra? Él le ha gustado pero parece no hacerle demasiado caso, a diferencia de lo anterior, eso si que es una novedad...

La noche sigue, ahora todos se han ido a disfrutarla a los locales del centro de la ciudad. Ella baila con sus nuevas amigas. Él la mira cuando ella parece estar despistada. Sus gestos y sus movimientos son sexys, piensa él. Es una pena que la vea demasiado inaccesible, parece una chica difícil. Pero otra parte de él confía en sus posibilidades. Hay una química extraña en los dos, es como el viento. No puede tocarse, pero puede sentirse. Ella lo mira, ahora habla con sus amigos ¿Cómo es posible? El bar la observa con ganas y el parece tratarla como si no existiera ¿De que estarán hablando?

Se queda solo un segundo, sus amigos hablan con las demás. Seguramente es su pequeña oportunidad. Se ve en la obligación de llamar su atención, se siente furiosa e impotente. Se acerca a él y le pregunta algo al oído, el asiente con la cabeza. Entonces ella se acerca ligera y despampanante a la barra, y le dedica al camarero su mejor sonrisa. Este parece obedecer lo que ella le dice - como siempre- y trae dos chupitos. Ella se lo da a él, se lo toman. Pero él está algo borracho para darle las gracias y después se va. Ella no puede creerlo, no le cae bien, le parece prepotente y creído. Nadie pasa de ella y no va a ser él más que los demás. Ahora ella lo odia.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Capítulo III - PRIMER IMPACTO




Y entonces, se miraron sin mirarse por primera vez. Fue algo extraño, podían sentirse todos los movimientos del uno y del otro como si de una cámara lenta se tratase. Ella avanzó erguida, firme. El se rió sin hacerlo realmente de lo que le contaban mientras fingía no verla. Ella pasó detrás de él. Una tormenta de fuerzas y ondas insonoras que gritaban recorrió la distancia que los separaba. Sintieron los movimientos del contrario. Ella noto como la espalda de él se tensaba cuando pasaba detrás de él. El notó como las piernas de ella intentaban no ser torpes…

Ella le dio finalmente la espalda. Entonces el la miró sesgadamente por segunda vez – aunque intentara no reconocer la primera -. Bajo la cabeza de nuevo. Se le hizo breve. Demasiado efímero, quería volver a mirarla. Pero cuando lo intentó, ella ya no estaba allí.

Lo que posiblemente no imaginaba el… Era que ella también se había concedido mirarlo un segundo mientras el bajaba la cabeza para decidirse si mirar de nuevo o no.
Pero ninguno de los dos cedió esa noche. O tal vez sí. Porque inexplicablemente ya estaban deseando volverse a ver… sin haberse visto…


sábado, 12 de diciembre de 2009

Capitulo II - LA FIESTA



Llegaba tarde, como siempre. Había tenido serios problemas con la ropa. ¿Qué había que ponerse para ir a una fiesta de ese tipo? En el pasado con un vestido D&G y unos tacones Gucci habría ido fabulosa ¿Pero ahora qué? Esta fiesta, no tenía nada que ver ¿Y si parecía una engreída? Perdería todas sus oportunidades para hacer nuevos amigos. Él por el contrario ya sabía que ponerse. La camisa rosa le gustaba, le quedaba bien y quería ir guapo. Sabía que ella estaría allí, lo ponía en el mensaje y la primera impresión desde siempre han dicho que es importante, que es lo que cuenta.

Estupendo, un autobús perdido. Ahora ella tendrá que esperar en la parada a que pase otro. Su madre tiene razón es un desastre. Unas chicas se meten con su escote cuando finalmente llega a su destino. Estupendo, va demasiado despampanante, seguro que la critican desde el principio. Mientras tanto en la casa, esa fiesta ya ha empezado. Él está en la calle fumándose un cigarrillo, no se encuentra bien, ha tenido días mejores; pero desde hace tiempo no sacrifica los sábados, y en este caso, tampoco quiere sacrificar a la chica guapa que esa noche acudirá también a la misma fiesta.

Suena el timbre. Sí, es ella, la oye saludar a todos pero no entra para verla. Escucha sus pisadas hacia el baño. Ella se mira en el espejo del baño, "¿demasiado maquillaje?", piensa. Se retoca. Mientras él tira la colilla por la terraza. Ella abre la puerta del baño, él entra dentro de la casa con los demás...

viernes, 11 de diciembre de 2009

Capitulo I- EL Y ELLA





Realmente, ese día se había levantado de la cama sin ningún plan. De hecho, por mucho que existiera alguno se estaba planteando si salir o no esa noche. Últimamente las noches locas eran su mayor pasatiempo. No recordaba con seguridad cual había sido la última noche de fin de semana en la que había llegado sobria a casa. Gente guapa, ropa cara, buenos coches y personas superficiales la habían acompañado estos últimos años. Y ahora, desde hacia unos meses había decidido dejarlo todo para comenzar de cero. No se sentía llena con esa vida, pero no había sido lo suficientemente valiente como para mandarlo a la mierda todo en su debido momento. Tenía resaca, el viernes había sido una noche movidita y solo quería dormir. Pero el móvil la interrumpe. Un mensaje: Esta noche estoy sola, hay fiesta en mi casa con mis amigos. ¡Ven! Luego duermes aquí, será divertido.  "Seguro...", piensa ella.

Al otro lado de la ciudad. Él ya se ha despertado hace rato - horas antes que ella.- Los sábados él siempre trabaja. Necesita dinero para pagarse la universidad.
Como siempre, se ha permitido hacer su "propio horario" y al dar la cara en la empresa, se ha permitido irse de cañas con los amigos. Pero no le preocupa, estará allí a la hora de salida y habrá entregado los pedidos como un buen empleado. También le ha dado tiempo de comer un poco de pasta y ahora se dirige al gimnasio. No sabe estarse quieto, odia la monotonía, ha convivido con ella durante mucho tiempo y desde hace no mucho quiere romper con todo eso. Mientras levanta unas pesas en el vestuario al mismo tiempo suena el móvil. Un mensaje: Ei! este finde semana estoy sola, esta noche fiesta en mi casa. Viene una chica nueva... 


miércoles, 9 de diciembre de 2009

Close your eyes, clear your heart let it go...



          "Cierra los ojos y deja que tu corazón se pare"
(7 de Diciembre 2009)

jueves, 3 de diciembre de 2009



Me gustas cuando callas
porque estás como ausente
me oyes desde lejos
y mi voz no te toca 


(Pablo Neruda)



miércoles, 2 de diciembre de 2009

Siento no entender, porque siento lo que siento...



¿Qué me decís de esos días inexplicables? Cuando te sientes extraño, raro, desagradable... Odias el mundo, pero parece que más te odie el a tí... No tienes idea de porque pero te sientes enfadada, asperable, extresada, nerviosa y paralizada. No puedes hacer nada para evitar esa senación y estas deseando poder mandarla a la mierda... pero ahí continua.

Entonces, lo haces. Pagas tu impotencia con la persona que tienes al lado... porque es la que más cerca está, porque ese día parece ser la única dispuesta a aguantarte un poco... No entiendo que me pasa.. será el extress, será que necesito un poco de relajación, dejarme llevar, estar a solas contigo... ¡No Lo EnTiEnDo! Son los misterios indescifrables que tenemos todas las personas...

Nadie me ha hecho nada, de hecho creo que hacia tiempo que no me sentía tan feliz, que no tenía tantas ganas de alguien, que no me sentía tan afortunada... Tal vez sea eso... mi propio inconformismo, el que tenga que existir siempre un pero.... Ahora entiendo a mi madre cuando dice que soy complicada... Sí. A veces lo soy tanto que no se entenderme ni a mi misma...

Pero, quiereme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite... =(