"Espero que vivas todos los días de tu vida"

miércoles, 2 de febrero de 2011

Capítulo 83: "QUERER Y NO PODER, PODER Y NO QUERER"



Pasa por la puerta como un rayo despidiéndose igual de rápido de Moreno. Mientras tanto él se despide de su amigo dándole las gracias por haberlos ayudado a escapar. Cruza la cocina y entra por la puerta que da al otro lado de la casa, recorre el pequeño salón y entra en el baño. Se quita los zapatos observándolos con cuidado intentando encontrar el motivo por el cual huele tan mal. Ni rastro. No hay nada, pero sigue oliendo espantoso. Abre el grifo, se enjuaga las manos con jabón, las aclara y toma agua con sus dos manos para llevársela a la cara, después moja su nuca. Se mira en el espejo. Ni rastro de maquillaje, rímel, pintalabios... Está así, tal cual es ella. Por un instante se ve horrible, pero el mal olor vuelve a distraerla. 

Se sienta en el suelo del baño poniendo las manos debajo de su trasero. Suspira, está cansada, ha madrugado mucho. Coloca las manos en su cara para sujetarla. Entonces, el olor se intensifica. Rápidamente separa las manos del rostro. 

Mientras los chicos hablan en la entrada de la casa, aun en la calle. Escuchan un grito desde allí fuera. 

Ella no puede creerlo. Se lava las manos en el lavabo mientras siente nauseas. Después se gira en el espejo observa su trasero. Esta lleno de caca de perro. Vuelve a gritar, sale corriendo del baño desnudándose a toda velocidad. El pensar que tiene en el culo ese excremento le pone histérica. Sube al pequeño altillo donde siempre duerme con él, donde ha dormido esa noche. Tira toda su ropa, abre la puerta de la terraza, y en bragas y sujetador se pone a dar vueltas por toda la habitación. 

- ¿Pero qué pasa? 
- ¡Era un excremento!
- ¿Un excremento? Ja, ja, ja 
- ¡Era caca, caca de perro!
- Ja, ja, ja ¿Sí, en serio? No me digas, no lo sabía... - Dice él riendo mientras la contempla histérica. Resulta divertida. 
- ¡Era una mierda! ¡Mierda seca de perro! ¡Y me he sentado en ella!
- Una nueva experiencia... Ja, ja, ja - Dice él riendo sin parar - Y mírate... ¡ Increíble! ¡Sigue viviendo entre nosotros!
- ¡ Cállate! ¡Ag! ¡Qué nauseas! ¡Solo de pensar que la he tenido encima! ¡Mira que pintas! - Dice ella mostrándose a él de frente - ¡Mira que pintas! - Repite delante de él en bragas y sujetador - ¡Dios mira que pintas! - Abre la boca - ¡Y tú estás aquí! ¡Mirándome! - Entonces se observa a ella misma. - No puedo creerlo... ¿Qué me está pasando? ¿Qué es de mí? - Dice frustrándose, sin entender nada... sabiendo que es ella pero sintiéndose otra y mirándolo a él delante de ella, observándola, también sucio, cansado de trabajar en el parque, natural  como es él- ¡Estoy horrible! ¡Sí, sí, sí! ¡Huelo a mierda! ¡A MIERDA! - Grita marcando aun más la expresión... - Y... soy feliz... - Dice mientras se acerca impulsivamente a él y lo besa apasionadamente... 

Él la sigue, la abraza, la besa, la coge en brazos, la tumba en la cama y sigue besándola, acariciándola. Se besan con más intensidad, ella lo abraza, suspira, sus labios se juntan. El coge su espalda, suelta su sujetador. Él suspira entonces, la acaricia, la vuelve a besar. Giran el uno sobre el otro. 
No hablan, se dejan llevar, el se pone encima de ella. Agarra sus manos, besa su cuello, ella muerde su oreja. Cierran los ojos. Quieren seguir, acabar con lo que están empezando. Siguen besándose, ella desabrocha sus pantalones y después lo besa de nuevo. 
Los dos respiran más fuerte, se abrazan más fuerte, se agarran más fuerte... 

Entonces, cuando parece que va a pasar. Los dos ponen sus cabezas frente a frente. Y muy despacio van abriendo los ojos a la vez. Sin saber porque, sin ponerse de acuerdo. Es un querer y no poder, un poder y no querer, una energía extraña, una señal, algo... 

- Aquí no... - Dice él finalmente
- No es el momento...
- No es el momento... - Dice él mientras se apoya en su pecho... 

Ella lo mira, él a ella también. Los dos sonríen. Sus ojos brillan. Ya no hay nada más, ya ha desaparecido todo olor, todo tiempo, todo... Finalmente el se incorpora y busca sus pantalones por el suelo. Finalmente saca un pequeño porro. Lo enciende. Le da unos calos y lo deja apoyado en el cenicero de la papelera que hace de mesilla. Ella lo mira, roba el mechero que tiene él en la mano y agarra el porro del cenicero. Lo vuelve a encender y le da unas caladas. Lo mira y le tira el humo en la cara. Él la mira a ella, es sexy, tiene una sonrisa preciosa. Se reclina en la cama y sigue observándola. El día está nublado, que a gusto se está allí en aquel ático. Es un momento de paz, bohemio... Se puede llegar a acariciar la calma, la luz... 

Las manos de él la acarician, ella remolonea entre sus brazos aun con los ojos cerrados. Sonríe, vuelve a dormirse. Él apoya la cabeza en su espalda, que bien se está allí. De pronto los ojos de este se abren de golpe. Se gira brúscamente, mira el móvil. 

- Ratilla despierta. - Dice rápido pero a la vez con cariño mientras la mueve despacio hacia los lados. - Tenemos que volver al parque, se nos ha pasado la hora...

Ella sigue dando vueltas en la cama...

- Espera dos minutos... - Dice ella a penas vocalizando 
- No, ni dos ni uno... ¡Ya! - Contesta mientras se levanta de la cama y busca los pantalones de ella. Los acerca a su cara. 
- ¡Dios la caca otra vez no! - Reacciona ella 
- Tienes que ponértelos, se supone que llevamos allí toda la mañana...
- No puedo creer que este haciendo esto, ¿En qué me estás convirtiendo?
- En una buena persona - Dice él irónicamente
- Ya lo era... tu eres el que se esta volviendo una mala persona... 
- Y eso te encanta - Dice, y después la besa

Una vez a bajo se encuentran a Moreno. 

- ¿Tío? ¿Qué coño haces aquí? - Pregunta él
- ¡Coño! Almorzar... - Contesta tranquilamente mientras da un sorbo a su cerveza y se toma el último trozo de revuelto que se ha preparado
- ¿Esta aquí sin más? - Pregunta ella extrañada por las confianzas...
- Pues claro, son muchos años de confianza pijilla, ya te irás acostumbrando - Aclara el amigo - Os tendre que llevar, ¿No?

Una vez en el parque, los dos van al edificio de la música. Ella vuelve a entrar en el pequeño agujero donde están las cosas. Una a una las va sacando de allí y entregándoselas a él. Los dos se ponen sus chaquetas y salen de allí con sus rastrillos y cubos. Caminan por el largo camino donde esta mañana estaban todas esas hojas y ya no están. A las tres de la tarde todo se ve diferente que por la mañana, la luz, el parque, la gente, ellos mismos... 

Los dos dejan sus cosas en la pequeña cabaña. Se despiden del encargado. Este no cambia, sigue igual de antipático que por la mañana. Han "cumplido" su castigo. Y sonrientes, salen de allí. 

De nuevo el grupo de chicos que por la mañana iban a clase vuelve ahora hacia sus casas. Cuando se los cruza, ella tiene una sensación diferente a la que ha tenido por la mañana. Los ve, y no siente nada. Es indiferencia, tal vez un cierto rechazo... no podría describirlo muy bien... Ellos la miran mal. Y ella sonríe, le da la mano a él. Se miran, y siguen andando. El viento suave roza sus caras, el día es agradable, los pájaros vuelan por encima de ellos y el sol se cuela entre algunos agujeros de las ramas de los árboles. 

- Tengo hambre... - Dice ella - Solía ir por aquí a un restaurante italiano estupendo... 
- ¿A sí? Pues te invito a comer... - Dice él decidido 

Ella lo mira extrañada...

- ¿A ese italiano? - Pregunta
- No, al Mc Donnals - Y sonríe. Mientras los dos siguen andando por la larga hilera de árboles. 

De pronto podría describir el sentimiento: Sí, era tristeza, pena hacia esos chicos que pasaron delante de ella. Una satisfacción personal se apodera de ella, de repente se siente otra, liberada... es feliz realmente. 

Capítulo 82 - LA FUGA: LAS NORMAS ESTÁN PARA ROMPERLAS



La mañana va pasando con algunos altibajos. Él no para de intentar ponerla nerviosa, y lo consigue. Ella no para de quejarse de él y de lo poco que le gusta recoger hojas. Ella se ha enfadado con el unas tres veces, y él en tres segundos a conseguido hacer que se desenfade. 

Las hojas del pasillo han desaparecido hace un rato. Los dos lo han contemplado orgullosos. Y ella, ha experimentado una nueva sensación: La de cumplir con algo, de acabar algo por sí sola. Se siente orgullosa, responsable de su vida. Aunque sea algo estúpido, es feliz. 

Han comenzado a limpiar otra zona. Esta está más apartada del centro del parque. No se ven más jardineros, de vez en cuando pasa uno de los multados, sí ese chico que estaba allí por haberse meado en una farola. Pero ese, al fin y al cabo, no forma parte del personal del parque. 

- Te noto cansada... - Dice él mientras la observa curioso esperando oír su respuesta
- ¿Yo? Que va... - Dice haciéndose la orgullosa
- ¿No? 
- No 
- Vale, entonces nada...
- ¿Entonces nada? - Se muestra ella curiosa
- No, iba a proponerte algo... Pero visto que estas aquí dándolo todo, no creo que te interese...
- Eres... aggg ¡Dilo! ¡Lo estás deseando!
- Sí es cierto... te lo diré

Ella se cruza de brazos con una posición que denota impaciencia. 

- ¿Y bien? - Insiste ella

Él la mira fijamente en frente de ella. Después mira para los lados como asegurándose de algo. Y finalmente agarra uno de sus brazos y tira de ella. Andando rápidamente y bordeando la vaya del parque. 

- ¿Qué haces? - Pregunta ella
- ¿Qué hora es? - Le devuelve él otra pregunta
- Las 11 y media de la mañana... 
- Perfecto - Dice parándose en seco en el final de la vaya. Se asoma y mira a su alrededor. - Vamos, sígueme...

Y sale corriendo hacia la vaya siguiente que está separada por un pasillo principal y unas cuantas fuentes. La mira una vez que los dos vuelven a estar tras la otra vaya.

- ¿Pero que estas haciendo? - Dice ella - ¿A que juegas?

Él la mira, sonríe. La coje de nuevo de la mano y sigue caminando. Se para en un tramo similar al anterior. Mira a los lados. 

- Toma - Dice mientras le da el rastrillo - Recoje hojas
- Sí claro, ¿Y qué más? - Se queja ella
- ¡Tu hazlo! Confía en mí 

Y entonces pasa uno de los jardineros del parque

- ¿Todo bien chicos? - Dice el jardinero
- Sí gracias - Contesta él

Ella entonces abre la boca y lo mira. Él le sonríe cómplice. Ella mueve la cabeza negando, el sonríe indicándole que sí. El jardinero de marcha. 

- Estas loco... 
- Oh vamos, las normas están para romperlas... ¿Es que a cabo quieres estar aquí cuatro horas más? ¿Limpiando hojas, bolsas de patatas, botellas chupadas de algunos estúpidos que han pasado la noche aquí haciendo botellón? caquitas de perro...
- Vale, vale... nos escaparemos... 
- ¡Calientes! 
- ¡Qué sí! ¡Déjalo! - Dice ella cerrando los ojos por las nauseas - ¿Cuál es el plan?
- Mira, el plan es el siguiente. Burlamos a los seguratas y a los jardineros del parque, y nos escapamos por la salida principal
- ¿Estás loco? Es la principal...
- Claro, hay tanta gente paseando a estas horas que nadie lo notará. Es la hora del almuerzo, la gente de las oficinas que trabaja por aquí salen ahora a descansar un rato, ¿Y sabes donde vienen no? 
- Aquí
- Exacto... 
- Vaya, esto parece una fuga en toda regla...
- Lo es
-¿Y si nos pillan?
- Nos multarán, pero ¿Y la adrenalina? 
- Pero no eras tu el que hablaba de la responsabilidad de nuestros actos, del orgullo personal...
- Una cosa es reconocer que hice mal y apechugar yo con el dinero de mi multa. Otra cosa es pensar si realmente yo tengo que estar aquí tres días, nueve horas cada día recogiendo unas hojas por lo que hicimos. ¿Y los chicos que intentaron hacernos daño? ¿Dónde están? ¿Somos realmente culpables nosotros? O solo nos defendimos...
- Que filosófico - Dice irónicamente mientras mira a su alrededor para comprobar si hay alguien observándolos. Todo controlado.
- Vale, y una vez fuera... ¿Dónde piensas ir? 
- Moreno estará dentro de quince minutos pasando por la puerta. No puede parar porque la policía controla el trafico. Así que tenemos que estar esperándole allí unos segundos antes para que pare, subamos y nos vayamos... 
- ¿Y los rastrillos? 
- Los vamos a esconder ahora y pasaran allí toda la mañana. A las 3 menos cuarto volveremos al parque, los cogeremos e iremos a la caseta a devolvernos y a que el jefe nos vea y sepa cuanto hemos trabajo hoy...
- Oh Dios mío, ¡Eres un delincuente juvenil!
- Se que es sexy...
- Nadie ha hablado nada de sexy... 

La coge de nuevo de la mano y cruzan a la siguiente vaya. Paran allí, ahora viene el camino de las hojas que han limpiado. 

- Anda con normalidad, tenemos que recorrer la calle y llegar al paseo principal del parque...

Los dos andan calmados, con sus rastrillos y el cubo. Pasan dos jardineros en su coche. Él los mira sonriente y los saluda. Los del coche le devuelven la sonrisa, parecen majos. A unos metros se ve el cruce a la izquierda. Ya están llegando al ensanchamiento principal. 

Caminan entre los arbustos y las fuentes para no dejarse ver. Parece que no hay nadie observándoles. A unos metros de ellos, a su derecha se ve la cúpula azul de un quiosco grande. Él la coge de la mano y le indica que vayan por allí, bordeando el parque. Esta todo lleno de personal. Unos limpiando la basura, otros podando setos, otros cortando el césped... Se desvían entrando a una plaza donde en la puerta pone: Plaza de la música. En el centro está el quiosco con la cúpula azul. 

A los lados, formando un circulo ahí una capa doble de setos. Él le indica que se acerque. Ella se asoma y ve como entre las dos capas de setos hay un ligero espacio entre ambas capas.

- Aquí los dejaremos - Dice él. - Ahora es tu turno
- ¿Yo?
- Sí tienes que entrar tú, yo no quepo, te iré pasando las cosas y tu desde dentro las escondes.

Entra rozándose con todo el seto. Tiene polvo y pica. Cierra los ojos y la boca para no tragarse el polvo, parece que está comiendo limones. Finalmente entra al hueco. 

- Bien ya estoy, pásame cosas - Le dice desde dentro

Primero pasa los cubos y esta los acomoda escondiéndolos de un modo en el que no se noten. Después los rastrillos. Finalmente el se quita la chaqueta de jardinero y se la pasa. Ella desde dentro, se quita la suya y las apoya con cuidado en los cubos. 

- ¡Listo! - Dice ella 

Se dispone a salir del seto. 

- ¡Venga vamos! 
- ¡No puedo! ¡Me he enganchado! - Dice mientras tira hacia fuera sin saber donde está el fallo. A lo lejos divisa como se acercan dos jardineros - ¡Oh no! - Dice ella mientras les dirige una mirada. Él mira en la dirección en que ella lo hace. Allí están cada vez más cerca, los van a pillar. - ¡Vale ya se donde me he enganchado! - Dice ella

- Desenganchate de una vez joder... - Se queja intentando ayudarla, pero es imposible, se ha enganchado desde entro
- Eso intento... - Dice mientras los dos jardineros se acercan

Y no hay tiempo. Los jardineros entran a la plaza al parecer ver algo raro, se aproximan hacia ellos. Ella con reflejos se suelta rápidamente, pierde la zapatilla que cae fuera y sale de allí. 

- ¡Eh! ¡Vosotros! - Dice uno de los jardineros

Entonces ella lo coge y lo besa. Después lo mira a él sonriendo. 

- Confía en mí  - Le dice ella a él
- ¿Qué estabais haciendo? - Pregunta el jadinero
- Pues... mmm... - Dice ella sin saber que decir 

El jardinero observa la situación. La ve despeinada, y a él también. Baja la vista y ve que ella no lleva un zapato.... El jardinero suspira y sonríe picaramente. 

- ¡Chicos! Cortatos un poco eh... que estas cosas no se hacen en sitios públicos... 
- Esto... - Dice él - Sí, sí, sí, sí, sí... 
- Es la edad.... - Dice ella
- Es que... no podemos despegarnos... - Dice él mientras la coge de la cintura...
- Chicos, ¡Es un sitio público! 
- Ya sabe... no hemos podido esperar... - Dice él...
- Es nuestro descanso de clase... - Añade ella 
- Bueno, no pasa nada por esta vez. Pero si os vuelvo a ver por aquí tendré que hacer algo al respecto...
- No volverá a pasar señor - Dice él...
- Que verguenza... - Finge ella 
- Es gracioso, por un momento pensaba que ocultabais algo... - Dice el jardinero
- Ja, ja, ja - Ríe ella falsamente - Sí que lo es...
- Sí, sí... Muy gracioso, añade él... 

Se van alejando y pierden de vista al jardinero. 

- ¿No podemos separarnos? - Dice ella entre dientes
- ¿Y qué querías que dijera? Me ha pillado un poco de improvisto que me metieras la lengua hasta la campanilla... - Dice el mirándola pícaro
- Tenía que ser creible... - Se queja ella orgullosa
- Sí claro... Te dije que era sexy...

Sin la ropa del trabajo no les resulta dificil llegar a la puerta principal. Los guardias caminan de un lado a otro para controlar a los viandantes. Se camuflan entre el resto, pasan disimuladamente y llegan a la salida. 

- ¿Dónde esta? - Dice ella algo nerviosa. 
- Tranquila, ahora nadie piensa nada... 
- Lo se, pero yo si que se que me estoy escapando... Por Díos, si mi madre supiera esto... - Dice ella hablándose a sí misma. 
- Mira ahí está - Dice él señalando como el coche gris llega de lo lejos

Moreno para el coche. Él abre la puerta y entra en la parte de atrás, ella se sienta delante y cierra la puerta.

-  Lo siento tíos, mi abuelo que no paraba de hablarme... no he podido salir antes
- Esta bien tío, no pasa nada...
- ¡Os habeís escapado! ¡Qué cabrones!
- Es verdad... - Piensa ella - ¡Hemos salido!
- ¡Eres toda una delicuente! - Le dice él a ella
- Eh... formamos un buen equipo... tu, yo y la pija - Dice Moreno...
- Pues yo hoy no la veo tan pija... - Dice él...
- Es verdad, está mutando... - Dice Moreno

El coche se va alejando del parque... 

- Pero siempre le quedara esa esencia de pija... - Dice él
- Oh vamos, cállate - Se queja ella 
- Por cierto... ¿Por qué huele tan mal? 
- Sí es cierto,huele horrible - Contesta el olfateando el coche
- Ag, ¡Qué asco! - Se queja ella - ¿Qué es eso? 
- Creo que es tu pie - Le dice Moreno mientras lo mira de reojo
- Oh NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Grita ella desde dentro del coche
- Ja, ja, ja Es verdad, está perdiendo su esencia... - Bromea él... 

Capítulo 81 - SABIDURÍA



- Y por casualidad, ¿Ahora como piensas coger el cubo y llevarlo hasta el contenedor sin que caigan todas las hojas? - Le dice él cruzado de brazos mientras la contempla con diversión. 

En frente está ella,. Agarrando el cubo con las piernas y el rastrillo en la otra mano, ella lucha para que las hojas no vuelvan a caerse por tercera vez.

- ¡Callate! Se me están cayendo por tu culpa, me pones nerviosa
- No creo que sea por eso... vamos... no seas modesta, se te da fatal la jardinería...
- Eres tan...
- Me encanta cuando pones esa cara de rabia, se te abren los agujeros de la nariz ¿Sabes? No eres tan guapa como te crees...
- ¡Ah! ¡No puedo soportarte! - Dice mientras el cubo se cae de nuevo - No puedo creerlo, ¡Odio estas hojas! ¿Qué os he hecho? - Dice mientras las mira

Él moviendo la cabeza se acerca a uno de los montones que ha ido formando y con tres movimientos rápidos, mete las hojas en el cubo y de allí las manda al contenedor. Ella lo mira negando con la cabeza, cree que no se puede odiar a alguien con tantas fuerzas, pero... ¿Y querer a alguien así? Sigue con su "trabajo". 

El tiempo pasa, despacio van avanzando por el gran paseo y las hojas van desapareciendo con ellos. Él bromea con ella varias veces, ella consigue volver a disgustarse y así pasan el rato. El sol comienza a salir de entre los árboles y los primeros viandantes del parque también. 
Un hombre haciendo footing, una señora paseando a su perro... Más tarde los niños pasan con sus mochilas camino de la escuela. También pasan universitarios como ellos hablando y riendo desde primera hora de la mañana. Van al colegio privado del centro, todos bien vestidos, con uniforme, chaquetas caras... Al pasar, la miran a ella y a su peto de jardinera con desaprobación y siguen su camino. Ella entonces siente algo extraño, una punzada en el estómago. Sin saber muy bien por qué los ve lejanos, los ve en un recuerdo y se ve a ella también hace un tiempo, sin ir más lejos unos meses pasando por ese parque con sus pasadas amigas, con su ropa de marca, sus zapatos de tacón de aguja. Es extraño, lo ve demasiado lejos, lo piensa y no lo hecha de menos, es una sensación extraña. ¿En qué me estoy convirtiendo? piensa para sí. No lo sabe, pero le gusta, se siente sin saber muy bien porqué feliz. Tal vez ni siquiera es felicidad, es serenidad, paz, relajación. Se siente, casualmente... ella misma ahora. Piensa en el mundo superficial en el que ha vivido unos años. Gente falsa, gente con pasta, con clase... pero que a la hora de la verdad no le habían aportado nada. ¿Cuántas veces la ayudaron cuando tenía esa depresión? ¿Cuántas veces la abrazaron? Recuerdo las palabras de una de esas chicas... "Solo porque tu no hayas superado lo de tu ex, no significa que no podamos las demás tener novio", recuerda como esas palabras se le quedaron grabadas dentro ella. Paula, que mala fue.
Recuerda entonces el día en el que Paula le dijo eso. Estaban bebiendo cervezas a las 4 de la tarde en uno de los mejores bares del centro. A las 5 ya estaban contentas. El novio de esa chica la llamó al móvil gritándole, como siempre hacia. Ese chico le hacía la vida imposible a Paula. La despreciaba, la insultaba, dejaba su autoestima por los suelos y le era infiel. Pero la ex amiga se lo había perdonado siempre todo, estaba estúpidamente enamorada.
Esa tarde Paula parecía llorar desde el otro lado del teléfono. El novio le exigía saber donde estaba y que fuera inmediatamente con él. Entonces nuestra protagonista dijo: ¡Diego, ahora Paula no puede ir! ¡Ven tu si quieres! No podía soportar como ese machista hacía llorar a su amiga le salió ayudarla, le pareció injusto.

Paula, se levantó para ir al baño. Mientras la otra chica y ella se quedaron en las mesas. Bien hecho, dijo la otra amiga a ella.

Paula tardaba demasiado en volver. Así que fueron al baño a buscarla. Allí estaba llorando. Entonces ella pregunto que que le pasaba intentando consolarla y entonces la otra chica dijo: ¡Todo es por tu culpa! ¡Mira lo que has hecho! ¡Ahora se ha vuelto a enfadar conmigo!.


 ¿Mi culpa?, ¿Qué he hecho yo Paula? Solo quería ayudar, si se ha enfadado es porque deseaba hacerlo, ha buscado cualquier escusa. 


"Solo porque tu no hayas superado lo de tu ex, no significa que no podamos las demás tener novio", Fue entonces cuando se lo dijo. Sus palabras se lanzaron a ella como un montón de puñales clavándose en su pecho. Se sintió herida, desgarrada, traicionada. Paula sabía que ella había ido al psicólogo por eso, sabía que ella aun seguía tomando pastillas para dormir por la noche, sabía todo lo que había sufrido. Eso era el golpe más bajo que había recibido.

Fruto del alcohol ella se levantó hacia Paula, con ira, rabia... Levantó el brazo con intención de cruzarle la cara. Nunca lo había hecho pero sabía que ese día era capaz. Con su boca en tensión, y sus dientes rechinando vio la cara de Paula. Se quedo con su posición de defensa unos segundo mientras respiraba enternecidamente. Despacio bajó la mano. Cogió sus bolsas y se fue de allí. Solo las miro una vez más... No merece la pena, dijo finalmente. Y allí fue cuando se dio cuenta, de que esas no serían más sus amigas...

- ¿Nostálgica? - Pregunta él que la lleva mirando un buen rato.

Ella tarda unos segundos en reaccionar.

- ¿Eh? Ah... no se si sería la palabra correcta
- Y cual sería - Dice el mientras recoge más hojas
- Más bien pensativa - Contesta ella mientras observa el parque - ¿Sabes? Aquí me puse "pedo" por primera vez. 
- No me digas...
- Fue horrible...
- ¿Por qué?
- Tenía 16 años creo, era... sí creo que sería octubre. Las mismas fechas de las fiestas de la ciudad. Nunca había bebido, yo era anti alcohol, me acuerdo bien...
- Cualquiera lo diría - Añade él irónicamente
- ¡No te burles! - Dice riñéndole - Es algo que tengo pensado dejar algún día... 
- ¿Y por qué no empiezas ha hacerlo hoy mismo? Estamos en este parque justamente por como la liaste borracha...
- No fui yo sola... 
- Está bien, continúa.
- Me puse tan borracha que... ¿Ves esa fuente? La del principio del parque...
- Sí
- Terminé nadando dentro de ella diciendo que si alguien me quería que entrara a buscarme...
- Ja, ja, ja. Que cosas, y yo que cuando te conocí que pensaba que eras una buena niña
- Lo soy... o lo fui ¿Quién sabe? ¿Crees que soy mala? 
- No, no lo creo... creo que eres... 
- Ni se te ocurra insultarme otra vez...
- Especial. Sí, esa es la palabra que te definiría. 
- ¿Especial? 
- Sí especial. Mirate, nadie que te vea una noche de fiesta con tus vestidos podría pensar que recoges hojas en el parque, o llegaría a pensar que eres capaz de escupir a un tío que mide tres cabezas más que tú. ¿Quién pensaría que una chica como tú ahora mismo vive en una casa como la que realmente tienes? Cuando andas por la calle nadie sabe lo bien que cantas, nadie sabe que realmente estas loca, o que te muerdes los labios cuando estas nerviosa. Cuando vas por la calle, nadie se imagina que tu has estado nadando dentro de esa fuente, o que sales corriendo de los taxis sin pagar. Cuando sonríes como lo haces, la gente te tiene envidia y nunca llegaría a pensar que tu tienes problemas en tu vida, y sin embargo los tienes, o los has tenido y muchos. Has sido una persona medicada, depresiva, triste... has estado la noche entera llorando ¿Quién pensaría eso cuando te ven? Y... ¿Qué me dices de tú y yo? Quien imaginaría que ahora mismo estuviéramos aquí... 

Ella no sabe que decir. Solo lo mira con su pelo castaño claro con destellos rubios que brillan al sol de la mañana. "Que hermoso", piensa... Lo piensa desde lo más profundo de ella que siente que lo dice en alto. Pero no es así. Solo lo mira y él a ella no piensan nada. Tal vez sí, tal vez en las palabras que el acaba de soltar como si nada... pero tan cuidadosas, tan atentas... Cuando quiere decir algo, unos ancianos la distraen de su tarea.


Cuando quiere decir algo, unos ancianos la distraen de su tarea. 

- ¿Qué habéis hecho jóvenes? - Dice uno de ellos con una voz entrañable y a la vez divertida
- Los han castigado... - Dice otro de los acianos que pasea a su lado
- Sí, lo has castigado - Añade otro
- Díganselo a ella, es un peligro... - Dice él dirigiéndose a los abuelos
- Sí, las mujeres siempre son un peligro... nos hacen perder la cabeza muchachito
- Ja, ja, ja. Si se es listo tal vez no...

Ella le mira con cara de pocos amigos. Resulta cómica

- Nadie es demasiado listo como para no hacerlo joven - Añade el otro anciano y todos los demás ríen. Menos ellos dos.
- En realidad no sabríais vivir sin nosotras... - Dice ella orgullosa de ser mujer
- Claro que no... - Dice uno de los ancianos - ¡Pero tampoco vosotras sin nosotros! Bueno muchachos, ser buenos...
- Sí ser buenos... - Añade otra vez uno de los señores.

Los ancianos se alejan a paso lento por la calzada. Ella se pone inmediatamente a recoger las hojas y la observa un rato. Escucha las palabras del anciano rondando por su cabeza... "Nadie es demasiado listo"... "No podemos vivir sin ellas..."


- ¿Qué haces ahí parado? - Le interrumpe ella sacándolo de sus pensamientos - ¡Ayúdame!

Y el agitando suavemente la cabeza vuelve al trabajo. Entonces ella lo mira... "Ni vosotras podéis vivir sin nosotros" piensa. Y el corazón le va más rápido al mirarlo de reojo...