"Espero que vivas todos los días de tu vida"

miércoles, 25 de mayo de 2011

Capítulo 93 - Vente conmigo


- Hola – Contesta algo dudosa.


Lo reconoce, recuerda que al principio de la noche han cruzado esa mirada. Se acerca a ella y se pone a su lado. La examina con exactitud. Ella se siente molesta, no lo esconde.

- ¿Qué pasa? – Le pregunta ella finalmente al ver que no cesan sus miradas intentando parecer interesante.

- Nada hija… que estás muy buena… -De en un tono grosero

Ella lo mira con cara de pocos amigos y él se da cuenta.

- ¿Te molesta que te digan que estás buena? – Dice el algo enojado

- No, me molesta que no me conozcas y me trates como lo haces. No se puede ser tan descarado. Creo que te has equivocado conmigo. Yo no soy de ese tipo de tías…

- Mírala que subiditos tiene los humos la niña – Dice alzando más la voz y acercándose más a ella. El aliento le apesta a alcohol. – Te comía, ¡Ñam!

Ella de un salto retrocede para atrás. Ana se da cuenta y se acerca.

- ¿Qué pasa? – Pregunta dudosa por no haber seguido desde el principio la situación

- Nada – Dice ella evitando meterse en líos - Esta borrachísimo y se ha descontrolado. Pero es todo

Ana asiente y las dos se dan la vuelta para ir con las demás chicas.

- ¡No! ¡Es que, no me jodas! – Grita exasperado y furioso. - ¡La puta niñata de los cojones! ¡El local es mío! ¡No suyo!

- Eh, eh… tío… cálmate, cálmate… - Le dice uno de los amigos mientras se coloca delante de él y lo frena por el pecho. – Estás demasiado borracho y lo estás sacando todo de madre…

Esto hace que aun se ponga más furioso.

- ¿QUÉ ME CALME? ¿QUÉ PARE? – Grita y violento pega un puñetazo en la mesa - ¡A LA PUTA CALLE! ¡AHORA! – Continúa gritando mientras se dirige a ella.

Ella está asustada. También ha bebido y ese chico parece estar tan violento que no es capaz de controlarse. Tiene miedo de que pase algo. Pero es orgullosa y se siente tratada como un perro. No dejará que la traten así. Aunque tal vez, si es el cumpleaños de Anna por respeto debería salir y callarse para no armar más alboroto. Al fin y al cabo está borracho, no sabe lo que dice.

Anna intenta calmar un poco la situación antes de que la fiesta se vuelva demasiado caótica. Y se acerca a él intentando dialogar..

- Ya está, cada uno vamos a lo nuestro y aquí no ha pasado nada…

- ¡ESTA TÍA ES GILIPOLLAS! ¡PUES TÚ TAMBIÉN TE VAS FUERA! – Dice gritándole a dos centímetros de su cara.

- Vamos a llevarnos todos bien… - insiste

El se pone nervioso y levanta agresivo el brazo con intención de pegar una bofetada a Anna. Entonces ella, sin pensarlo avanza hasta allí sintiendo que es el motivo por el cual ha empezado esta discusión y se encara con ese imbécil.

- Ni se te ocurra… - Dice ella mirándolo furiosa y apretando la mandíbula

- ¡ME CAGO EN LA PUTA! ¡APARTATE PUTA! – Le grita ese chico a ella mientras le levanta la mano con clarísima intención de pegarle.

Entonces él, que mientras ha bajado corriendo las escaleras escuchando el alboroto, agarra el brazo de ese borracho y lo empuja contra la pared agarrándolo del cuello de la camiseta. Está tan furioso que lo aprieta fuerte sin control, parece fuera de sí. Su cara está llena de odio, saca los dientes como un perro con rabia. Se gira hacia ella.

- ¿Te ha tocado? – pregunta asustado de obtener respuesta positiva

Ella aun está asustada. Todo ha pasado rápido y todos están algo borrachos. El vuelve a gritar esperando una respuesta.

- ¿TE HA PUESTO LA MANO ENCIMA?

Ella sin hablar niega con la cabeza y la boca abierta. Después él, sin dejar de apretarle del cuello, se vuelve de nuevo ferozmente hacia el amigo aun más furioso que la primera vez. Y acercándose a su cara lo máximo posible sin llegar a rozarle

- No te meto una paliza y te mato aquí mismo por todo el tiempo anterior que nos une gilipollas… y porque no has llegado a tocarla… si la tocas, si se te hubiera ocurrido hacerlo… ahora, otro día, antes o después… estás muerto cabrón…

El otro gira la cara con miedo hacia un lado. Él insiste.

- ¡ESTÁ CLARO!

- Sí…

- ¡NO TE OIGO! – Dice agarrando con una mano el cuello de la camiseta y la otra levantada con el puño fuertemente cerrado.

- ¡Sí! En serio tío… ¡En serio!

- ¡Me cago en la puta! ¡Hijo de puta! Te partiría la cara aquí mismo… eres un mierdas… vuelve a levantarle la mano a una mujer, vuelve a levantarle la mano a ella y te quedarás sin cara y sin la mano con la que la toques ¿Entendido? – El otro asiente con la cabeza - Estás muerto para mí… ¿Me oyes? ¡Estás muerto para mí! – Y lo golpea de nuevo aun más fuerte contra la pared.

El otro cierra fuerte los ojos, está muerto de miedo.

- Quédate con el puto local de los huevos… ¡Hijo de puta! ¡Púdrete en el puto local! Ya verás que bien te lo pasas… ¡Mientras sigas en el yo no pienso pisarlo! ¿Me oyes?

- Sí…

- Y ahora, ¡pídele perdón por llamarla como la has llamado maricón!

- Perdón…

- ¡QUE NO TE OIGO! – Dice agarrándolo aun más fuerte

- Perdón, perdón, perdón…

- Dile… Perdóname por ser un maricón y por llamarte PUTA… - Dice pronunciando lleno de rabia esa palabra… ¡Dilo!

El “amigo” lo repite…

- Ya… ya es suficiente… - Dice ella asustada… - Suéltalo ya… ya ha pedido disculpas…

Los dos chicos se miran. Él lleno de odio el otro lleno de miedo. Finalmente lo suelta con fuerza y él se encorva y se hace pequeño sin atreverse a mirarlo a la cara. Después el se acerca a ella.

- ¿Estás bien? – Dice cogiéndola de la cara

Ella asiente.

- Oye, oye… me siento culpable de haberte traído aquí… Déjame arreglarlo… vámonos tu y yo a algún sitio quieres…

- ¿Y el cumpleaños?

- Bag, son muchos, no nos echaran en falta… ¿Quieres?

Ella duda, pero realmente se muere de ganas de estar a solas con él. Ella asiente con una pequeña sonrisa. Los dos se marchan a penas sin despedirse y salen de allí. Pero él se ha confundido, alguna sí que le echará de menos.

- Desde que llegó esa chica, siempre pasan líos – Dice Mónica odiosa – Primero en el bar, ahora aquí.

- Será muy pija y muy perfectita, pero no se le puede sacar de casa – Dice otra dejándose llevar por la amiga.

Y después caen las primeras gotas de lluvia...

Capítulo 92 - Con los ojos del alma


Cuando esa noche, ella entro en aquel local con olor aun a recién pintado… él no pudo evitar poner la cara que puso... Se levantó ligero y fue hacia ella sin pensarlo – parecía volar-. Y sin que ellos se dieran cuenta -porque estaban en su nube-, todo el mundo los miraba sin tampoco poder evitar cambiar la cara con la que lo hacían.


Los miraba con muchas preguntas y solamente tenían una respuesta clara: ellos dos juntos tenían algo especial… Pero ¿Cómo era posible? Él nunca acabaría con una chica como ella, no era hombre de ninguna. Ella nunca habría elegido a un chico como él.

¿Y los demás qué? Ellas miraban recelosas por él… habían perdido su oportunidad, el ya solo tenía ojos para una chica y esa chica era ella. Sus ojos hablaban por él, la miraban de tal manera que hasta la más guapa del mundo se sentiría fea e insignificante en ese momento al lado de ella, porque él, la miraba como si fuera la mujer más hermosa y espectacular del mundo.

Ellos miraban celosos por él… porque la había conseguido y los demás no… ¿Qué tenían el uno con el otro que hacía que se desprendiera esa atracción? La atracción del primer día… de la primera vez que “se vieron sin verse” en aquella fiesta… Nunca habrían imaginado que llegarían hasta allí. Porque siempre es así, en la vida, un día inesperado, de repente pasa algo maravilloso… conocemos a una persona, que por un motivo desconocido está puesta allí a la misma hora en que tú lo estás. Y en ese momento, no lo sabes, claro; pero esa persona marcará tu vida para siempre… porque llegará a tu corazón y podrá ver en ti lo que nadie ha sabido ver aun o no le hemos dejado ver… y cuando eso pasa también al contrario… nace el amor… El amor puro y sincero, que entiende lo que nadie más puede entender… y es allí cuando el resto de personas que no han sentido aun esa conexión con otra, ingenuas ellas, juzgan y dudan y no entienden… Porque se quedan allí sin cruzar el muro… solo puede ver lo que ven sus ojos. Pero los que aman… Esos pueden ver con los ojos del alma, y entender con la mirada lo que las palabras no saben decir…

Por eso él la enamoro a ella… porque él desde hacía mucho tiempo había olvidado su físico, su cara, su dinero… y por eso ella consiguió enamorarlo a él… porque ambos se enamoraron del alma del otro. Esa cosa tan pura, tan abstracta que nadie ha visto jamás: El alma. Pero que sin embargo sí que se siente, y por eso se sabe de su existencia.

- Al fin estás aquí…

- Sí…

Y se besan. Un beso corto pero dulce, tierno, verdadero. Los demás los miran. Y después dudosos entre todos ellos. Pero cuando separan sus labios para volver al mundo, todos fingen no haberse enterado de nada.

- Buf, estoy nerviosa, cuanta gente… - Le dice ella bajito

- Bag tranquila, no muerden – Dice él para quitarle hierro al asunto

- Cuanta gente que no conozco…

- Pues ahora la conocerás, no te pongas nerviosa… - Dice el mientras le coge un moflete – Mira, allí esta Ana con las chicas…

- Voy a Felicitarla…

- Esa es la actitud

Y se despiden con una sonrisa. Se acerca muerta de miedo. Todos los ojos se clavan en ella y ve las malas caras que le dirigen. Pero ella no les hace caso, si son amigas de ese chico, él ha tenido que ver en ellas algo bueno. Y él le importa, y quiere que esas chicas la conozcan. Además, quién sabe, podrían ser amigas ¿No?

- Hola chicas… - dice dirigiéndose a todas - Felicidades Ana…

- ¡Gracias! – Se acerca ella amable y las dos se besan cordialmente

Mientras tanto Mónica la mira de arriba abajo.

- ¿No tienes frío? – Pregunta sin poder evitar poner un tono burdo.

Lo capta desde el primer momento, no es la primera vez que usan ese tono con ella.

- No gracias, estoy bien… - Contesta sonriente, esforzándose por ser amable ignorando lo descortés de la otra.

- No sé cómo puedes andar con esos tacones en serio – Dice otra de ellas

- Será la costumbre…

- Ya… supongo – Dice Mónica

- ¿Esta noche saldréis? – Pregunta ella nerviosa intentando cambiar de tema, se siente incómoda.

- Es un cumpleaños ¿No? – Contesta otra a la defensiva

Se miran entre todas cómplices dejándola a ella de lado. Ella gira la cabeza en busca de él. Esta mirándola fijamente con una sonrisa desde el otro lado de la sala. Ella le devuelve la sonrisa y se siente fuerte. Respira, no está sola… esta él allí.

Al lado de él hay un chico fuerte. Más bajito que él, pero tiene más masa muscular. No lo ha visto nunca, también la mira de repente con cara de no gustarle que esté allí. Ella entonces gira la cabeza de nuevo hacia las chicas.



La noche pasa. Todos beben y ríen. La música está cada vez más alta y todos más descontrolados. Ya no están repartidos en grupos de chicos o chicas. Ahora están de pie mezclados los unos con los otros en grupos mixtos. Ella a penas ha podido hablar palabra con él. Le deja espacio para hablar con sus amigos y ella necesita el suyo para relacionarse con los demás también y soltarse. Pero en el fondo los dos están deseando poder estar juntos. Los chicos bromean y tontean con algunas de las chicas. Otros bailan y otros fuman porros y beben cerveza mientras ríen. Un ambiente muy diferente del que estaba acostumbrada. Mientras tanto, en una esquina algunos de los chicos hablan.

- Pues a mí no me parece bien que estén aquí las chicas… - Dice el chico fuerte que antes la ha mirado

- Tío qué más da… - Dice Moreno – Así animan el ambiente

- Eso es verdad… - Contesta otro

- Ya pero si no pagan, no entran… yo no le salvo el culo a la gente para que no le multen en la calle…

- No me seas rata macho… - Dice Moreno de nuevo

- No, es verdad. Si manchan algo que lo paguen… - Insiste – Por cierto – Dice mientras la mira a ella descaradamente – Ese pivón de allí, ¿Quién coño es?

- ¿Esa? Está con tu querido amigo – Dice uno de ellos mientras le dirige la mirada a él –No tienes nada que hacer tío…

- Yo estoy más fuerte aun…

- Y que, ¿No has visto cómo tontean?

- Chorradas… Además el local lo pago yo con vosotros, no ellas. Así que o es amable o fuera… - Dice haciéndose el chulo.

- Tío que esta es pija… Que las pijas no llevan ese rollo…

- ¿Qué sabrás tú de pijas tío? – Sigue muy seguro de sí mismo – En el fondo son todas iguales

Mientras tanto ella se separa del resto para echarse más Ballantines con Coca-Cola en el vaso de plástico. El chico controla que él sube a la planta de arriba con algunos, para entonces aprovecha e ir a hablar con ella. Un acto de cobardía. Pero esta bastante borracho, como casi todo el local, y se deja llevar.

- Hola guapa… - Dice después de mirarla insolente durante un rato como se sirve la bebida

Ella se gira sorprendida y algo dudosa. ¿Qué querrá?, piensa.

Capítulo 91 - Un camino u otro


Sentada en la cama, como siempre se mira en el espejo. Y como la mayoría de todas nosotras se centra más en sus fallos… ¿Demasiado maquillada? ¿Demasiado poco? ¿Muy arreglada? ¿Debería ponerse otra cosa? ¿Se retocaría la nariz? ¿Sería mejor si no tuviera tanta cadera? ¿Tal vez tiene poco pecho? ¿Tal vez debería ser más alta? ¡Demonios! ¡Nunca satisfechas 100%!


Unos pantalones ajustados vaqueros, una blusita fina y sexy y uno de esos tacones que parecen rascacielos han sido su elección de esa noche. Ya imagina las caras de los demás cuando entre por la puerta de ese local nuevo – especialmente la de las chicas - … seguro que todo el mundo pensara que porque se arregla tanto, que como puede andar con esos zapatos, que es una engreída, que se cree superior por su imagen…

Suspira y después su mente se apodera de ella. Recuerda su vida de hace unos meses… todo era caótico, todo era desorden y nada tenía sentido. Solo recuerda momentos puntuales, momentos dolorosos, fríos, falsos… dolor. Sí, el dolor se apodera de ella. Un cumpleaños… hacía tanto que nadie la invitaba a un cumpleaños… recuerda el último cumpleaños al que fue. Recuerda la fiesta en su casa, recuerda todo lo que tuvo que limpiar después y todos los desperfectos. Claro que sí, claro que recuerda los otros cumpleaños y claro que no los recuerda fruto del alcohol. Claro que recuerda que eran pura locura, drogas, sexo, infidelidades, hipocresía clara y barata… aunque estaba escondida debajo de lujos y vicios caros; un mundo de cristal… pero el cristal… casi siempre es frágil y se rompe.

Recuerda las noches que salía muchísimo más arreglada que esta y que volvía a casa con los tacones en la mano, descalza y borracha, vacía, triste… Su vida llevaba vacía ya unos años y a veces aun, antes de dormirse se preguntaba porque le había tocado a ella si se sentía una buena persona –aunque muchos no lo supieran-. Después se sentía culpable… porque se daba siempre cuenta de que ella fue la que eligió un camino u otro. Aunque no siempre es del todo así… otras veces uno, también está condicionado por el entorno.

Mentiras, amigas celosas, mentirosas… que realmente no eran amigas. Había conocido a mucha gente… ¿Y donde estaban ahora? Ella que sabía, ahora ni siquiera le importaban. Sí era mucha gente, pero había muy pocas personas.



Ya lista baja las largas escaleras que se comunican con el gran salón. La casa se siente gélida. Tan grande y tan poco habitada. Está despoblada en medio de la nada. El resto de la familia se ha ido a la casa de la montaña, a dos horas de allí. Esa noche estará sola, rodeada de campo y de árboles. Y como siempre se tapara con el edredón nórdico hasta arriba engañándose a sí misma y pensando que así estará más segura de lo que estaría si no se tapate. Vuelve a sentirse vacía. No se siente de ninguna parte de nadie. Pero decide dejar de traumatizarse de una vez. Esta noche lo verá… No cabe en sí misma de las ganas que tiene. Tiene ganas de verlo, de tocarlo, de mirar su sonrisa, de dejarse llevar… Solo el consigue alejar de su mente esos pensamientos negativos, solo él la hace reír como lo hace y sentirse tan viva, tan imprudente y temeraria.

Revisa sus cosas en el bolso, vuelve a pintarse los labios de nuevo, se sonríe en el espejo, está nerviosa. Siempre lo está cuando va a encontrarse con él – aun no lo sabe- pero el estarlo es muy bueno….En el autobús recibe un mensaje: Tengo ganas de verte…

Ella deja entrever una pequeña sonrisa, es de él. Mientras algunas personas del autobús observan su cara de tonta y piensan… Qué bonito es el amor…

Capítulo 90 - Entre madres e hijos


Arriba… y abajo; Arriba y abajo. Una más, se anima a si mismo.


Y detrás de esa, motivado por sus propios pensamientos le sigue una nueva. Otra más, se alenta de nuevo. Y sigue viendo subir y bajar esas pesas. A veces más cerca, y a veces más lejos de su superficie.

Las gotas de sudor serpentean por su piel, se deslizan por todos los rincones de su cuerpo a penas vestido. Caen por debajo del ombligo y visitan a sus labios brevemente. Todo su cuerpo brilla fruto del empeño. Y es que… en realidad, sea o no un ejemplo literal… para brillar, primero hay que esforzarse.

La música se mete dentro de su piel. El vibra con ella, como siempre. Existe una música para cada estado de ánimo. ¿Quieres levantar pesas? Entonces pon a Aerosmith. Y mientras apretando la mandíbula y haciéndose el fuerte se anima a hacer una más, la puerta de su habitación se abre.

- ¿Podrías bajar eso? Tu hermano está estudiando

Ni siquiera la escucha. La madre entra dentro del cuarto abriendo la ventana y de un tirón desenchufa el aparato. Se hace el silencio.

- ¡Eh! – Se queja él que todavía no se había enterado de la presencia de esta.

- ¡Aquí huele a tigre!

- ¿Y qué esperas? – Dice él incorporándose de la silla de las pesas – Soy un tigre – Dice altivo mientras señala su cuerpo.

- Ya claro – Dice la madre mientras recoge algunas de las ropas que su hijo ha tirado encima de la cama – Más te valdría estudiar algo. Dentro de unos años nadie te dará trabajo por el simple hecho de ser un “tigre”

- Bien, bien… ya lo miraré

- Bueno, no sé si lo dices para que me calle o porque queda un pequeño resquicio de esperanza…

- No en serio, no quiero dejar de estudiar

La madre se queda parada un segundo meditando sobre lo que su hijo acaba de decir. Hacía ya una temporada larga que él no paraba de bombardear en casa con sus deseos de salir al mundo laboral. Y ahora, había dicho que no quería dejar de estudiar.

- Vaya, ¿Y ese cambio repentino de opinión? – Responde y casi titubea la madre sombrada

- Ya ves…

La madre mira su cara mientras él se limpia el sudor con la toalla. Y puede ver en él, el esbozo de una pequeña sonrisa.

- Ah, no me lo digas… es por una chica.

- ¡Mamá! – Grita el levantándose de la silla. Hace mucho tiempo que ya no habla de mujeres con su madre. Ya no es un niño.

- Ha, ha, ha. ¡Es por una chica! ¿Cuál de todas?

- Eh, todas no…

- Ah vaya, ahora ya solo tienes tiempo para una…

- Más o menos – Se hace el duro sin atreverse del todo a reconocerlo.

- Ya… claro ¿Y quién es?

- ¡Nadie!

- ¿Nadie? ¿No puedo saber quién es la causante de que a mi hijo le brillen los ojos?

El baja la cabeza y vuelve a sonreír algo avergonzado. Porque coño las madres al final se enteran de “casi” todo, piensa. Él tenía la teoría – y creo que en realidad todos nosotros- de que por la noche, todas se iban a un club secreto para madres y que allí ensayaban sus dotes de pitonisas, guerreras o buscadoras. Entre otras actividades, ¿Cómo era posible que encontraran algo en la habitación en un segundo cuando tú ya lo habías buscado durante más de dos horas? Y ¿Cómo podía ser que les dijeras que te ibas a la biblioteca a estudiar y que supieran que en realidad dónde estabas en el bar de cervezas con los amigos? ¡Ah! Y que me decís de sus increíbles capacidades para deducir nuestro estado de ánimo con frases como: A ti te pasa algo, lo sé porque te he parido.

Y cuando ya nuestras mentes se encuentran en estado caótico porque hemos intentado todo, y ellas aun así lo han desenterrado, finalmente sueltan eso de: Cariño, que me vas a decir a mí… si yo también tuve tus años. Y es, cuando si miramos de verdad; vemos en sus caras ese brillo de amor… “Te quiero más que a nadie” y también esa nostalgia de la juventud.

Ellas también fueron jóvenes. También desearon el beso de un chico en una fiesta, o hicieron locuras – y todas ellas intentarán que nosotros no las volvamos a cometer- y lloraron y les hicieron daño – Y por eso intentarán que nosotros no suframos –, se enfrentaron a sus padres y en cierto modo, ¡Fueron mucho más valientes! ¡Mirar cómo ha cambiado el mundo de una generación a otra! Antes se daban la mano por debajo de la mesa, ahora podemos ponerla encima.

Y al final, al final de ese brillo… también se puede leer el miedo… miedo a que nos pase algo, a lo inevitable: que es crecer. Y a que, por mucho que les gustara que fuera de otra manera: cometeremos casi todos sus errores, nos equivocaremos, y después correremos a ellas buscando consuelo llorando. Consuelo, que admirablemente nos darán por muy mal que les hayamos hablado, por muchas cosas que les hayamos hecho.

- Ah… ¿No será esa chica no? La que descubrió tu padre en la cama del otro lado.

- Ha, ha…

- Así que sí, es ella… vaya, vaya… - Dice la madre sentada al lado de su hijo – Y que… ¿Es correspondido?

Al principio se muestra un poco reacio. Pero tiene ganas de explotar y contarle al mundo lo que siente por ella. Se da cuenta de que aun no lo ha podido hacer con nadie ¿Y quién mejor que una madre?

- Pues... ¡La verdad no tengo ni idea! – Dice finalmente entre risas y con miedo – Es que unas veces parece que sí… y otras que pasa completamente de mí… ¡Es una locura!

- Ha, ha, ha… entonces hijo, vas por buen camino…

- No lo sé… hombre, tu eres también una chica… bueno, una chica un poco más madre… no sé ya me entiendo, pero seguro que tú lo sabes mejor que yo… Y… ¿Te pareció guapa?

- Sí… era guapa. Pero eso no es lo más importante hijo…

- Ya, pero es que mira, ves… lo tiene todo…

- Ha, ha… ya veo ya… - Dice la madre mirándolo con ternura

- Es que… siento cosas mucho más fuertes por ella que las que sentí por Helen.

La madre entonces lo entiende todo…

- Eh, pero no pienses que estoy enamorado ni nada de eso eh… - Se asegura su hijo

- No, no, hijo, claro que no…

- Pero estoy a gusto con ella… ella me lleva a raya…

- ¡Gracias a Dios! - Dice la madre abanicándose

Y así pasa un poco el rato hasta que ella se levanta cerrando la puerta de la habitación. Él se siente mejor, libre… y se mira en el espejo satisfecho. Esta noche la verá en el cumpleaños. Tan guapa como siempre, seguro. Ya cuenta los minutos para poder robarle otro beso, para poder mirarla y reírse con ella.

Mientras la madre baja las escaleras para sentarse en el sofá con su marido.

- ¿Pero qué hacías tanto rato allí arriba?

- Nada tú hijo… que se ha enamorado…

miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 89 - El tiempo que pasa y nunca se detiene


- Qué… - Dice ella mientras lo mira con cara de tonta.


- Nada, solo te miro…

- ¡Pues no lo hagas! Me pone ner… - Y frena la frase

- ¡Te pone nerviosa que te mire!

- ¡No!

- Ha, ha, ¡Claro que sí!

- No es eso…

- Ha, ha, Me encanta… - Dice él satisfecho – Te pongo nerviosa…

- No

- Sí

- No

- Sí, y lo sabes…

- Sí… ¡Quiero decir! ¡No! – Dice ella incorporándose de la hierva

- Ha, ha, ha…

Los dos se miran. No es una simple mirada. Como en toda mirada sincera se pueden descifrar tantos mensajes… tantas cosas, tantos secretos. Cuando se miran se abre una caja que contiene dentro de ella un universo entero. Un “Te quiero” aun no dicho por ninguno, pero si demostrado muchas veces, el “Tengo miedo”… miedo de tantas cosas… Miedo a que me hagas daño, miedo a que no sientas lo mismo, miedo a entregarme a ti, a perderte… Miedo a que te pase algo, miedo a comprometerme de nuevo… Se puede sentir el cariño, la distancia, el querer y no poder expresar lo que se siente. El brillo de los ojos… Los ojos… reflejo del alma. En ellos dos ahora desnuda, ahora temerosa, sana, pura y todo al mismo tiempo… Y el tiempo, que pasa y nunca se detiene. Solo para los enamorados se para y para ellos ahora está congelado. Al fin un parpadeo los aleja un poquito de su nube y del paraíso…

- ¿Y qué has hecho esta semana sin mi presencia? Si puede saberse…

- Cosas…

- Qué cosas…

- Ya sabes… Llorar, ahogar las penas…

- ¿En la bebida y las mujeres? – Dice ella con voz efectista

- No, solo mujeres…

Ella le da un empujón juguetón. También se concede empujarlo un poco más en serio. Solo de imaginarlo se pone celosa, pero no piensa reconocérselo nunca.

- Y ahora, ¿Por qué me miras tú así a mí? – Pregunta revoltoso

- ¿Yo? Yo no miro de ninguna manera…

- Que engreída eres siempre… -Dice él con cara burlona - ¿Sabes por qué estamos en este césped tirados ratilla? Porque yo he venido en tu busca… ¿Y así me lo agradeces? ¡Esto es indignante!

Y se lanza sobre ella volviéndola a tirar sobre la hierba. Pero esta vez, el encima de ella. Que a gusto está así, y llevaban una semana sin poder disfrutarlo. Que me pasa… piensa él algo asustado. Se siente otro, bueno, fiel, leal como hacía tiempo que no lo era. Con ella saca esa parte sensible, esa parte profunda. Si lo vieran sus amigos seguro que se burlarían de esas caras de tonto que solo sabe poner cuando la ve a ella. Pero, ¿Qué más le da? ¡Qué increíble sensación! Se siente el mismo, feliz, eufórico. Siente que el mundo es un lugar alegre, feliz… No entiendo esta sensación, piensa de nuevo. Ella entonces le roba un beso. Él lo repite y esta vez es más prolongado.

- Antes de que se me olvide… – Dice él separándose un poco de ella. – Tienes un cumpleaños

- ¿Cumpleaños?

- Sí, de Anna y Ángel, lo celebran juntos

- ¿En serio? ¿Dónde?

- ¡Ajam! Esta es otra cosa que tenía que contarte… Se acabo lo de beber en la calle o las multas por ruido y botellón…

- ¿De qué hablas?

- El grupo a alquilado un local en el barrio

- ¿Un local?

- Sí… esta semana nos hemos dedicado a limpiarlo. La cosa promete…

- Pero… ¡Yo no pinto nada allí!

- ¿Por qué no?

- No hace falta ser muy listo para saber que no soy una grata presencia para algunas personas de tu círculo… Además en un cumpleaños…

- Bag, tonterías – Dice mientras se acerca más a ella – Tú te vienes conmigo, y punto. Con que seas bien recibida por mí, con eso basta.

- Tendré que pensarlo…

- ¡Deja de pensar! Yo decido por ti.

Y la besa.

martes, 10 de mayo de 2011

Capítulo 88 - Amor: Dulce droga



- Te he dejado aquí el número de teléfono de la abuela. Si surge cualquier problema ponte en contacto con ella.

- Está bien mamá… - Dice ella con voz cansada.

Su madre siempre tan insistente. Tiene la sensación de que la sobreprotege demasiado. Es normal, después del infierno que vivió su familia el año pasado. Pero eso ya era pasado, aunque su madre no dejara de recordárselo en todo momento. El pasado, pasado será siempre. Pero no hay nada como los miedos de una madre y el deseo de proteger a sus hijos.

- Bueno, me marcho – Repite la madre

Ella asiente.

- ¿Seguro que estarás bien?

- ¡Sí mamá! – Suelta un chillido

- Está bien, está bien… Llama a la abuela si pasa algo… ¿Sí o no?

Ella desiste mirando hacia el techo y resoplando indignada. La madre desaparece por la puerta. Poco después oye como la puerta de la entrada se cierra y el ruido del motor del coche se calienta. El coche se ha ido. Está sola en casa. Por fin sola, piensa. Pero a los pocos segundos se apodera de ella una sensación, una sensación que la sumerge en un profundo vacio. Soledad… divino tesoro cuando es buscada y triste castigo cuando aparece y no la deseamos.

Intentando hacer que esos pensamientos desaparezcan de su cabeza intenta buscar una solución rápida. Toma la opción de mirar el estucado de la pared intentando descubrir dibujos en él. Ve un conejo, un barco, incluso consigue ver el atraco de un banco en imágenes. Está loca, cuanta imaginación, piensa. Nadie con su edad hace todavía esas cosas.

Aun tumbada en la cama se da la vuelta. Resopla. Y siente dentro de ella una sensación extraña. No se ha caído, no se ha golpeado, pero le duele. Algo dentro de ella grita. Entonces una lágrima amarga resbala por su mejilla. Que difícil, dice en voz alta. Y después termina la frase dentro de su cabeza: que difícil tiene que ser todo siempre.

Y es que, cuando todo parecía ir bien y estaba emocionada con él… Tiene entonces que defraudarla. Eso pasaba por haber confiado en él. Ella era una más. Era una de esa lista imaginaria que él tenía guardado en el cajón de su mente. Una de esas que se había hecho una película de: chico malo conoce a chica buena y esta lo escarmienta, lo cambia y después viven felices para siempre. Pero eso solo pasa en las películas, tal vez también en los libros… Pero en la vida real… ¡Claro que no! En la vida real ella era solo una chica más, a la que le habían hecho daño.

Él ya no iba a volver. Debía hacerse a la idea. Él era feliz así… con su vida descontrolada, sin asumir responsabilidades y llevar a cabo solo riesgos. Seguramente él ni sería consciente de que ella estaba así en su casa. Conociéndolo, seguro que estaba en el bar tomando cerveza con sus amigos. Seguro que con su cabeza fría, pensaba que ella solo había sentido por el algo similar al encaprichamiento… ¡Iluso!, piensa.

Los chicos malos no están hechos para ella. Solo hacen sufrir… y ella ya ha tenido demasiado escarmiento. Siempre acababa con los mismos. Y este… era tan diferente al resto de los chicos que había conocido, era tan especial, tan fácil y difícil al mismo tiempo, tan morboso, tan incierto… Era tan imperfecto que todo ese caos apocalíptico transformaba todas las imperfecciones en pura, impecable perfección. Dulce locura.

Todo él era tan incierto. Nunca sabía lo que le esperaba cada vez que lo veía. No vestía de marca, pero cuando estaba a su lado lo veía siempre el más guapo. No tenía el mejor coche, pero era el coche más entrañable y acogedor en el que había viajado. Él no esforzaba por tenerlo limpio, o porque la tapicería se estropeara, lo dejaba vivir, como él, que también vivía siempre con cada cosa que hacía. Cuando más se comiera en el coche, o más ruedas se pincharan, o más arañazos tuviera mejor. “Hay que desgastarse, nacemos para vivir al máximo, la vida es realmente triste, una mierda si piensas en el final. Pero si le ves el lado positivo, es una jodida aventura, la única y más real. Y como soy de esos de los que piensa que esto es lo único que hay, lo pienso aprovechar al máximo. Así que cómete esa hamburguesa y deja de preocuparte de si manchas o no el puto coche, ¡Disfruta!” La voz de él le viene a la cabeza.

No cenaban en restaurantes caros ni lujosos, pero ningún restaurante, por muy caro que fuera, daba la posibilidad de ver las estrellas como cada noche las podía ver con él mientras comían un bol casero de pasta hecha por él. Tampoco se iban a ningún reservado o zona vip en las discotecas… Pero ¿Cuándo antes había tenido que correr tanto para evitar una pelea? ¿Cuándo antes había sentido esa adrenalina por hacer cosas ilegalmente prohibidas? Y sus besos… sus besos robados. Se toca con los dedos sus labios… cierra los ojos. Suspira…

Se levanta de la cama y se apoya en el respaldo. Observa la habitación, se aburre y mientras oye el claxon. Vuelve a mirar el techo y a imaginar que ve dibujos en él y entonces escucha el claxon. Bosteza y se rasca los ojos y de nuevo, el claxon. Se estira y… ¡El Claxon! ¡Dios Mío! ¡Es el claxon!

Se levanta acaloradamente, como una loca, ese claxon, lo reconocería. Tenía una sensación, una adrelanina especial… sí, esa adrenalina que solo podía sentir con una persona. Descalza, como siempre corre al cuarto de en frente que da al jardín de la casa y a al portón de la entrada. Se tropieza antes con dos pares de sus zapatos de tacón. Recorre el rellano de la escalera, deja a un lado el baño y la habitación de su hermana, entra al cuarto de sus padres y mientras tanto, sigue escuchando ese claxon. Aparta como puede las cortinas. El claxon ya no se oye. Finalmente las despeja y abre la ventana. Ahí está subido encima del coche.

Sonríe como una tonta. Una estúpida emocionada. Le brillan los ojos, se precipita a bajar las escaleras. Ya no está enferma, ya no siente nauseas. Se han sustituido por unas mariposillas juguetonas que le hacen sentirte viva, despierta, ilusionada. Cruza el jardín, no piensa, solo actúa. Abre la puerta… Se miran. Él da un salto y baja del coche, se apresura a ella.

- Pero que estás haciendo aq… - Y antes de que pueda terminar…

La besa, la besa con locura sin pensarlo, sin parar. La besa fuerte, sin dejarla escapar. La abraza y una lágrima resbala por la cara de ella. Y finalmente, sin darse cuenta de que necesitan aire, por naturaleza separan despacio los labios, quedándose a dos centímetros.

- Escúchame, los dejo, los he dejado ya… no voy a fumar. No los necesito…

Ella aun no contesta. Esta en shock.

- Que sucede pequeña… - Dice él

Finalmente, tragando saliva y recuperándose contesta.

- Y como sé que puedo creerte…

- No tienes que hacerlo, lo entiendo. Pero si sigues más tiempo a mi lado podrás comprobarlo por ti misma. No los necesito… de verdad… Esta semana ni los he probado

- No entiendo porque ese cambio de opinión…

- Me he dado cuenta de que tengo a mi lado otra droga más sana… y más guapa… y más divertida… y mucho, pero muchísimo más perjudicial para la salud… ¡Madre mía eres una puta locura!

Los dos se miran. Y sin saber porque ríen sin dejar de mirarse y poder parar. Y solo se les escucha a ellos en mitad de ese campo. Y sí… también se escuchan pájaros, y la brisa del viento, y los coches de la autopista… Pero ellos, no escuchan nada más.

- Por favor, perdóname…

Ella se hace la difícil.

- No quiero volver a pasarlo mal por nadie… - contesta finalmente precavida

- ¡No!, te prometo que yo no te voy a hacer daño nunca… al revés, yo te protegeré…

- Ya te haces el machito… ¡Primero deberías protegerte a ti! ¡Siempre te metes en líos!

- Seré bueno… lo prometo… he pensado estos días…

- Que has pensado…

- Que estás loca, que eres diferente… Que te echo de menos… Eres especial…

- Calla…

- No en serio, no eres especial porque lo seas para mí, que eso también. Eres especial por ti misma, para todo el mundo… si te dejo escapar estoy loco…

- Ya lo estabas antes de conocerme…

- ¡Sí! Pero contigo estoy aun más loco… ¡Y eso es buenísimo para mí!

- Ha, ha, ha… ¿Esos son tus argumentos?

- Solo dame al menos unos días…

- Me lo dices como si fuéramos algo…

- Vale, no somos nasa escrito sobre un papel o sobre un acuerdo… pero juntos somos algo especial… dame esos días…

- No sé si me apetece… - Añade ella (Y miente, claramente)

- Ha, ha, ha, ¿En serio eres así?

- ¿Cómo?

- Tan loca y testaruda…

- Lo odias claro… - Dice ella

- No - Y la besa dulcemente… - Me vuelve aun más loco…

Y besan más… y más… en esa tarde de invierno…