"Espero que vivas todos los días de tu vida"

miércoles, 23 de junio de 2010

Capítulo 69 - LA CASA DE LA ABUELA


No era demasiado tarde cuando su madre la despetó aquella mañana de Noviembre. Corrió las cortinas rápido como de costumbre. Y dijo unas cuantas veces la palabra "vaga", seguida de la de "lebanta de una vez". Ella como la mayoría de las veces no hizo mucho caso y remoloneó durante un rato más en la cama.

Las valdosas brillantes del suelo estaban frías. Sus pies caminaban de puntillas y a tientas para conseguir llegar al baño. Prácticamente todas las mañanas hacía algo parecido. Seguidamente se miraba al espejo sin maquillaje y pensaba que tenía demasiadas ojeras. Aunque este último mes, desde que él estaba en su vida. Sin saber muy bien porqué, se sentía mucho más guapa. Y a la vez le acompañaba ese sentimiento de felicidad. Esa sensación de tener ganas de todo, de que la vida te sonrríe, de que el mundo parece odiarte menos y la suerte, camina de la mano contigo. Sí, esa sensación que todos solemos tener cuando estamos enamorados. Se puso sus zapatillas de seda rosas, esas que tenían un pompón en forma de lazo y que le gustaban tanto. Después su bata a juego. Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina para desayunar.
- No cojas las galletas, cometé los cereales integrales si no quieres engordar - Dijo su madre mientras esta agarraba con la otra mano su taza de cafe con leche de soja. Era morena, delgada y muy guapa para ser una madre. O eso es lo que pensaban los amigos de ella. Era joven también, la había tenido pronto. Se enamoró de su padre joven y ya que el le llevaba unos cuantos años, decidieron que sería mejor tenerla antes de que el, ya no tuviera edad para ello. Al fin ella se decanta por las dos cosas. Nunca se le ha dado demasiado bien tomar decisiones rápidas. - Bueno, pero luego no te quejes - añade su madre mientras da otro sorbo de la taza. - Y después date prisa, tienes la depilación dentro de cinco minutos - Ella no se entera demasiado bien de todo lo que dice su madre. Siempre habla demasiado. Pensando en todo, perfeccionando hasta el último detalle. - ¡Ah! se me ovidaba, ¿Podrías pasar a dar de comer al perro de la abuela? La señora que se encarga ha tenido la gran idea de marcharse de vacaciones a su pueblo natal el mismo día que tu abuela decide irse a las islas Maldivas.
Sin saber muy bien porqué. Si que entiende a la perfección la última frase de su madre. Su abuela se ha ido de vacaciones. Sí. Su casa de campo está sola, sin nadie. Únicamente está ese perro tonto que se dedica el día entero a correr de un lado para otro chocándose por las paredes.


- ¿La abuela no está?
- No, ya te lo he dicho hija, ¿No me escuchas cuando hablo?
- Entonces... ¿No hay nadie en su casa?
- Que rara estás... ¡Pues claro que no habrá nadie! Volverá después del fin de semana.


- Así que durate estos dos días... la abuela no estará...


- ¡Ai! ¿Que te pasa hoy? Parece que no estés en este planeta. Sí, la casa estará sola, a no ser que a tu tío se le ocurra la genialidad de pasarse por ahí con alguna de sus novias ha hacer alguna fiesta de las que se suele inventar cuando se dan este tipo de situaciones. - Mientras tanto ella vuelve a olvidar por un segundo a su madre mientras su cabeza piensa... Después lebanta la cabeza clavando de nuevo la vista en su madre - Y eso... estaría fatal porque esa chica solo quería a tu tío para lo que ya sabemos... - Continúa hablando mientras su madre. Ella entonces se da cuenta. Tiene la casa sola para ella... y quien ella quiera. Entonces piensa en él. Y en lo bien que podrían pasarlo solos una noche por primera vez. En la casa de su abuela. Sí, lo imagina y la idea le encanta... - Pero esto no se lo digas a tu abuela... esto la mataría... ¡Eh! ya llevas cuatro galletas... ya verás después. ¡Y corre! que la esteticien no esperará por ti eternamente...

Capítulo 68 - PERDIDAMENTE ENAMORADA


 

- Siento que hayas tenido que pasar por esto... - Dice él mientras la agarra de la mano guiándola. Las pisadas de él son rápidas y fuertes. Camina sin pensar con intención de que aparezca su coche aparcado por una de esas calles. Con la eufória no sabe ni donde lo ha dejado.

Una manzana tras otra, él sigue caminando sin parar. No sabe muy bien en que piensa. Se siente furioso. Lo que tuvo con Mónica fue algo esporádico. Un momento, una noche, unas cuantas tardes pasando el rato. No tenía nada que ver con ella. Pero evidéntemente, ella no lo sabía, y su cabeza también pensaba.
Se puso celosa al imaginarlos a los dos. Y conociéndo el historial de ese nuevo chico, seguro que se había acostado con ella. Le costaba aguantar imaginar algo así. ¿Estaría siendo una más? No quería volver a pasar por lo mismo. No quería más esperiencias negativas.

- Donde se habrá metido ese maldito coche - Refunfuña él de nuevo - Algún idiota ha cambiado la calle de sitio...

Ella no habla. Está confunsa. Por un instante se siente tonta por haber ido hasta allí, solamente por él. Tal vez está haciendose ilusiones demasiado rápido. Para un chico como él, puede que todo sea un juego. No quiere volver a sufrir, no puede imaginar lo que sería volver a pasar por un infierno parecido al que vivió. Y mientras se sume en una locura de pensamientos, él localiza el pequeño cochecito destartalado de segunda mano. Justo donde lo había dejado esa mañana.

Él le abre la puerta del coche. Después se sienta en el asiento del conductor. Las calles están humedas. Y ellos se encuentran aparcados en una especie de plazuela, detrás de la iglesia del pueblo. El suelo esta lleno de barro. La tierra se ha mojado por la lluvia. Ya es de noche, y solo se ven alumbrados por una farola vieja que a veces, incluso parpadea apagándose y encendiéndose. Él la mira, ella mira por la ventana. Eso le pone nervioso. Raras veces consigue saber que piensa en momentos así. Contempla sus manos, una apollada sobre su pierna y la otra sujetando su cara. Sus pestañas largas pueden verse incluso de perfil. Su pelo está algo mojado y eso hace que se le ondule. No ve su mirada, pero sabe que está perdida. Se da cuenta entonces... No quiere dejarla escapar, quiere que siga sentada en su coche allí siempre.

- Lo que pasó con Mónica
- Se que no fue nada... - Se adelanta entonces ella - La cuestión es... Si siempre haces lo mismo...
- ¿Lo mismo?
- Sí. Te cruzas con chicas con las que te has acostado, te has liado. Después cuando me hablas de ellas, me dices que no fueron nada. Pero al mirarlas me doi cuenta de que para ellas, o al menos, para la mayoría llegaste a ser algo más. ¿Es eso lo que pretendes hacer conmigo también?

Él la mira. Sus ojos son penetrantes y están clavados en ella. Traga saliva y continúa mirandola. Esta ahí sentada asustada y frágil. Entonces en un impulso, él sale del coche. Abre la puerta de ella y la coge en brazos. Abre la puerta trasera y la sienta allí encima de él. Vuelve a mirarla. Ella aun está confundida, no entiende porque ha hecho eso. Después él, agarra su carita. La mira. Su mirada es apasionada, tierna. Ella se estremece. Y después el mira sus labios con deseo. Ella suspira pero intenta disimularlo. Y él entonces la besa dulcemente, suave y tierno. Después separa su boca despacio de la de ella. Y volviendo a mirar sus labios, pegando su nariz en la suya. Vuelve a besarla. Esta vez más fuerte. Metiendo despacio su lengua en la boca de ella. La abraza fuerte mientras lo hace. Y después de unos segundos de euforia, se aparta despacio. Ella no puede evitar acercar la cara de nuevo para seguir besándolo con los ojos cerrados. Él la mira y ella al no recibir respuesta abre lentamente los ojos y ve su cara.
Él mira la suya. Y los dos se quedan mirando durante minutos... sin saber muy bien porque. Ella siente una sensación nueva. Se quedaría mirándolo durante horas. Dejaría pasar el tiempo y seguiría allí. Solo mirando sus ojos. Él siente un escalofrío. La mira, le encanta, la desea. Se quedaría allí toda la noche, todo un mes, siente que podría hacerlo toda la vida. Y así siguen... durante un buen rato. Aunque para ellos el tiempo pasa volando.

- Me quedaría aquí... toda la noche mirándote... - Dice él con la mirada clavada en la de ella. - Eres preciosa...

Ella esboza una pequeña sonrisa pero no dice nada. Se deja querer durante un rato más. Él enlaza los brazos en la cintura de ella. Está allí sentada encima de él. Pasa el tiempo. Solo se miran. Los cristales se están empañando. Las horas pasan y fuera hace frío. Vuelve de nuevo a lloviznar en el barrio. Ellos ni lo escuchan. No pueden evitar mirarse el uno al otro sin decir nada. Entonces, sin saber muy bien porque, los ojos de él se empañan. Y los de ella también. Ha surgido de casa uno de ellos espontáneamente, ni siquiera se han dado cuenta de que el contrario también está emocionado. Es una emoción nueva, que ha nacido sola, fruto se un sentimiento de paz. Parecen estar los dos en el cielo. Se sienten felices, quieren reir y también llorar. Los dos se sienten plenos por haberse encontrado el uno al otro. Pero a al mismo tiempo les invade el temor de poder perderse. Es algo mutuo. No hace falta hablar, no hace falta decirse nada, solo es necesario mirarse. Y eso hacen. Se miran los dos fíjamente con cara de tontos.

- Nunca me había pasado nada como tú...
- A mí tampoco... - Dice ella en un hilillo de voz
- Eres distinta a todas las demás... No te vayas...

Y cuando esas palabras salen de su boca. Ella no puede contestarlo. Lo tiene allí delante. Tan guapo como siempre. Abrazándola contra él, mirándola de esa manera. Solo sigue mirándolo. Mientras inevitablemente, a dos centímetros de él, siente algo que nunca había sentido. Él lo siente al mismo tiempo. No quiere besarla, no quiere hacer nada que no sea estar allí parado contemplándola como si se tratara de algo divino. Y sí, entonces pasa. Los dos se dan cuenta, de que se han enamorado perdidamente el uno del otro.

martes, 1 de junio de 2010

Capítulo 67 - EL PARQUE DE LOS BANCOS Y LAS CAGADAS DE PALOMA



Vuelve a comprobar la hora del reloj. Sí, ya ha pasado más de media hora y ella no está. ¿No va a venir? Posiblemente no, piensa él. Pero por otra parte, para un chico encaprichado de una chica, la esperanza es lo último que se pierde. Y finalmente, entre el varullo del humo y de los coches un taxi para delante de él.

Los pies de ella se asoman, dejándo ver unos zapatos último modelo de custo. Y aparece su cara con una sonrrisa. Él se la devuelve mientras esta se aproxima.

- Eres una de las pocas afortunadas que han saboreado el placer de hacerme esperar...
- Casi no puedo contener mis lágrimas... - Dice ella irónicamente, siguiéndole el juego, para que parezca no darle demasiada importancia. Aunque en realidad, le gusta lo que acaba de escuchar

Andando entre las calles. Ella se siente cómoda. Hacía ya tiempo que no paseaba por la ciudad. Siempre de un lado a otro en taxi o en coche. O viviendo en esa casa tan alejada. Ahora le da el aire en la cara y camina al lado de él. Es agradable. Lo mira de reojo algunas veces cuando dejan de hablar y se queda todo en silencio. Está guapo con ese pantalón desilachado y esa sudadera blanca. Como siempre esas zapatillas desabrochadas.

Sin darse cuenta van recorriendo las calles hasta llegar finalmente a un parque. No es demasiado grande. Puede verse el final de este en todas las direcciones. Más bien es una plaza verde. Con muchos bancos y unos columpios secillos al fondo. Las hojas de los arboles aun no han salido. Y el cesped es pobre. Claro, es noviembre. Al fondo, en un banco. Se ven unas cuantas personas. Son sus amigos.

Ella siente un poco de miedo al ver a tanta gente. Pero se arma de valor. Él la mira. Le resulta graciosa. Le apetecería cogerla de la mano y presentarla como algo más. Pero se frena. Tal vez ella no quiera y pensándolo mejor, él tampoco debería de querer.
Conforme van llegando, la gente que está sentada en el banco deja lo que está haciendo para girarse y mirarlos llegar. Entre ellos Mónica, que avisa a Anna para indicarle que se aproximan.
La chica examina la ropa que lleva. No entiende muy bien porque va vestida así y si pudiera calcular el precio del conjunto reiría por no llorar. Sin evitarlo Mónica la mira con cara de asco unos segundos antes de que los dos lleguen hasta ellos.

- Hola... - Dice ella esforzándose por no mostrar su nerviosismo y su miedo. Pero en realidad, está como un flan. Nadie parece darse cuenta, a escepción de Mónica. Seguidamente, varios hola salen de la boca del resto de sus amigos. Mientras Mónica vuelve a examinarla ahora más de cerca. Esta vez, ella parece darse cuenta y la mira. La cara de Mónica es de asco, pero aun así, ella le devuelve una cálida sonrisa, algo tímida pero amigable. Mónica entonces deja de mirarla. Buscaba guerra, no la ha conseguido. Pero solo por ahora, piensa. Anna se da cuenta de como su amiga mira a esa chica nueva y se lanza a romper el hielo dándole dos besos, invitándola a sentarse con ellas.
Ella se sienta sin prestar atención a todas las cagadas de paloma que hay en el banco y Mónica se siente frustrada por haberse equivocado en ese aspecto con ella. No ha necesitado ningún periódico para poder sentarse en el banco.

- ¿Quieres algo? Patatas fritas, batido de chocolate, una cerveza... - Le pregunta él intentando que se relaje y se sienta lo más agusto posible...
- No, no gracias... acabo de merendar con Angie... - Responde ella. Y le devuelve a él una sonrisa. Mónica vuelve a darse cuenta de la química que los dos desprenden así que vuelve a atacar.
- ¿Y un cigarrito? - Le propone a ella mientras le estiende la caja de tabaco.
- Ah, no no gracias. No fumo...
- Vaya, ¿No fumas? ¿Y eso por qué? - Dice vacilante Mónica
- No le veo la gracia a fumar... - Le responde ella amigablemente. Simplemente mostrasdo su punto de opinión
- ¿Y por qué no? - Insiste la otra chica
- Mira, ¿Ves lo que pone en la caja? "Fumar perjudica gravemente su salud, y la de los que están a su alrrededor". Si yo se que es malo fumar, me parece una tontería hacerlo entonces...
- ¿Entonces yo te parezco tonta? ¿O como funciona eso? - Contesta prepotente Mónica
- Dejalo ya... - Le advierte él intentando protegerla a ella e incorporandose sin querer en posición defensora
- Oh, no. No pasa nada. - Contesta a ella frenando sus intenciones y después se dirigue a Mónica - En ningún momento te he llamado tonta... te has dado por aludida tu sola - Contesta ella senera y educadamente. Eso a Mónica le pone nerviosa - Simplemente no entiendo como sabiendo que algo te perjudica, lo haces...
- Bueno, de algo hay que morir, ¿No?
- Bueno, pensandolo así me parece una actitud muy derrotista por tu parte... Yo prefiero morir de vieja antes que de cancer de pulmón... - Vuelve a contestar ella
- Antes se morirá esta de otras cositas... - Dice Ángel gracioso que no ha podido resistirse a meterse en la conversación. Y mira a Mónica mientras inspira imitándo que se mete una raya.
- Oh, ¡Serás hijo de puta! - Se dirige Mónica a él sacando su caracter y tirándole una botella vacía de cerveza. Ángel la esquiva mientras ríe y esta se rompe en el suelo. Después la mira a ella con odio. Ella se asusta un poco pero intenta parecer serena delante de todos. Él la mira preocupado. Así bromean muchos de ellos pero tiene miedo de que ella no pueda entenderlo.
- Bueno ¿Y qué has estado haciendo esta tarde? - Pregunta Anna para intentar bajar los niveles de tensión entre todos los presentes. Especialmente la tensión de su amiga Mónica.
- Ah, he estado ayudando a una amiga a hacer un proyecto de clase. Ha sido divertido, hemos grabado con una cámara y hecho diferentes planos... y también...
- No te esfuerces, no entendemos de esas cosas... - Reprocha de nuevo Mónica
- Ya está bien, ¿No? - Pregunta él. Aunque en realidad está afirmando
- Solo soy sincera. ¿Alguien ha grabado alguna vez? ¿No verdad?... Pues a eso me refiero... no tenemos los mismos temas de conversación. Es imposible que nos entendamos...
- Vamos Mónica, no seas tan poco tolerante... - Moreno intenta suavizar la conversación. Después la mira a ella y le regala una media sonrisa
- Sí. Creo que te estás pasando ya... - Dice él
- No era mi intención crear esta situación... - Dice ella
- ¡Pues ya ves lo que has conseguido! - Grita Mónica
- ¡Ya esta bien! ¡Quiero que te largues! - Dice el furioso.

Ella se levanta. Y una vez de pie. La mira a ella por encima del hombre con asco para después girarse hacia el.

- No me hechabas hace menos de dos meses... cuando te sentías solito...

Él se tensa. Aprieta los dientes y su madíbula se mueve. Si fuera un hombre ya le habría dado unos cuantos puñetazos. Pero nunca pegaría a una mujer. Después la mira a ella. Lo está mirando a fijamente. Está incomoda. Asustada. Ella piensa como es posible que él sienta algo si le han gustado chicas tan diferentes. Está claro que ella no encaja allí con ellos. Y que no es bien recibida por todos. Es una pena. A ella le gusta. Pero no sabe que hacer.

Él mira a Mónica con asco. Si las miradas mataran... No le hace falta decirle nada a ella. Seguro que le ha quedado claro todo.

- Vámonos de aquí... - Dice él cambiando su voz mientras se acerca a ella. Aunque esta igual de serio y furiosos. Y agarrándola de la mano se van alejando. Y mientras... también se borra la celosa sonrisa de Mónica...


Capítulo 66 - EL BARRIO


Una de las cosas más divertidas de estudiar en una facultad de comunicación, eran las prácticas. Y esa tarde Angie tenía que grabar unos planos en su casa para entregarlos al día siguiente. Necesitaba alguien que saliera en ellos, asi que había contado con ella. Ella había accedido y se había bajado después de comer otra vez a la ciudad - Ya que cualquier escusa era buena para salir de ese campo en mitad de la nada un día entre semana.- Una vez allí habían merendado bocadillos de nocilla y habían pasado toda la grabación al ordenador. Se habían reido y habían trabajado poco. Pero la tarde estaba resultando ser divertida.

Una vez acabado todo las dos amigas se habían dejado caer en la cama de Angie, llena de cogines y peluches. Y habían hablado de su vida sentimental y algunas preocupaciones... Hasta que casualmente, el móvil de ella empieza a sonar.

- ¿Sí?
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- Hola, ¿Qué tal el día? - Dice la dulce voz de él... Mientras tanto ella hace gestos a su amiga exagerados indicándole que es de nuevo él... Angie se emocana al saberlo ya que su amiga le ha contado la noche tan especial que le preparo hacía ya dos días. Y se pone de pie con una sonrisa en la cara, con ganas de que ella cuelgue para que le cuente todo lo que pasa.
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- Bien, he bajado a la ciudad para ayudar a una amiga con un trabajo... - Dice ella con una sonrisa en la boca sin darse cuenta - ¿Y tú que estás haciendo que se oye tanto alvoroto?
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- Ah, nada. Estoy en el parque de en frente de mi casa con mis amigos.
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- También se oyen chicas... - Dice ella evitando resultar ser algo celosa. Angie se asusta y se sienta a su lado.
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- Eso es porque también están mis amigas... - Dice él dándose cuenta de que ella se ha puesto celosa. Eso le ha gustado así que la intenta picar. - Oye, si estás en la ciudad podrías venir cuando termines a hacernos una visita al parque...
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- ¿Al parque?
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- Sí, no es muy glamuroso... pero te garantizo que las patatas y las pipas que nos estamos comiendo están muy buenas... - Dice él bromeando.
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- No lo se... ya es tarde... debería irme a mi cas... - Angela le tira un cogín en la cabeza y mueve sus labios animandola a ir con ese chico - Aunque bueno, tal vez podría ir a verte un rato... - Angie entonces sonríe y se siente orgullosa de ser tan buena celestina.
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- Perfecto. Entonces podemos quedar en la esquina que da al Hospital. Mi casa está cerca... Podría ir a buscarte allí, para ir después al parque. ¿Te viene bien a las ocho y media?
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- Vale. A esa hora está bien...
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- Perfecto... entonces allí estaré esperándote... - Dice él. Y después le cuelga. Para que tenga más ganas de hablar con él.


Se mete el móvil en el bolsillo y se gira. Allí está Moreno, bebiendo otra cerveza. Y sentado al lado de un chico más grande. Ángel está cerca de ellos haciendo piruetas con el skater. Las chicas están a un lado. Está Anna, y al lado de ella la novia de Ángel. También está la vecina y esa chica, Mónica, que no la soporta a ella.

- Bueno tío, ¿Biene o no viene?
- Sí, la iré a buscar en una media hora a la esquina del hospital...
- Ves, te dije que lo del colchón era la mejor idea del mundo... - Dice Moreno mientras da otro trago
- Ah, ¿Entonces viene? - Pregunta Anna acercándose más a ellos.

Él asiente con la cabeza feliz. Ángel con dos movimientos coge el skate y da dos pasos para sentarse en el banco.

- Mola. ¿Ya sois novios?
- Ja, ja... No... la estoy conociendo...
- Y te encanta... - Dice Anna sonriente por ver emocionado a su amigo. Esa chica le gusta para él
- Pues yo no entiendo porque tiene que venir. Sigo pensando que no pega en el grupo ¿Qué pinta esa tía aquí con nosotros? - Dice Mónica celosa
- No seas tan poco tolerante... - Dice el amigo grandote. - La chica parece maja
- Por favor, a lo mejor se pone un periodico en el culo por no sentarse en el banco..
- Mónica, no la conoces. No hables - La corrige él
- Últimamente la defiendes mucho. ¿No te estarás volviendo como ella no?
- ¿Cómo ella? - Pregunta él...
- Mejor lo dejo... Ya veo que no se puede opinar diferente. - Dice Mónica mientras se come una patata y se sienta en el banco. De manera poco elegante. Anna se sienta a su lado. Y mientras los demás siguen a lo suyo. Anna aprovecha a que nadie la oye para decirle algo a esa amiga que tiene con tanto caracter.

- No seas demasiado dura con ella si viene...
- Si me sale, me sale. No podré evitarlo.

A unos cuantos kilómetros. En el centro de la ciudad. Donde los pisos dejan de tener alguna humedad para volverse blancos y lujosos está ella.

- ¡Qué nervios!
- ¿Conoces ya a sus amigos? - Pregunta Angie
- No a todos. Su mejor amiga es muy maja, me cae bien. Y tiene un amigo con el brazo lleno de tatuajes. Y conozco a la novia de ese chico. Bueno, y a moreno también. Lo conocí en las fiestas pasadas antes de cojer el tren. Está un poco loco, pero parece majo... ¿Crees que voy bien así?

La amiga la observa. Mira su blusa blanca y sus zapatos de marca. Los baqueros ajustados y su pelena siempre peinada...

- Posiblemente si vas a ese barrio sola te atracasen... pero viendo con quien vas... - Bromea Angie
- Ja, ja, ja

Ríen las dos... y siguen pintándose los labios.