"Espero que vivas todos los días de tu vida"

jueves, 9 de diciembre de 2010

Capítulo 80 - LA RESPONSABILIDAD DE NUESTROS ACTOS


Su mano se abalanzó sobre el móvil. No podía soportar ese sonido estridente que tenía la música del despertador. Con los ojos entornados y arrugados aun por el sueño, pudo susurrar:

-          - Ei… pequeña, es la hora de despertarse.

La respuesta que recibió fue un corto y profundo ronroneo. Se agitó entre las sabanas intentando volver a dormirse.  Él volvió a intentarlo de nuevo:

-        -  Vamos ratilla… No hagas que te lo diga otra vez… - Y sopló aun con flemas. Volvió a hacerse el silencio – Vamos… - Insistió con muy poca credibilidad de querer levantarse realmente.
-        -  No quiero… - contestó finalmente con voz de duende.

Él aun estando prácticamente dormido no pudo evitar sonreír. Después ella volvió a retorcerse entre las sábanas buscando una buena posición para acomodarse y volver a dormir. Finalmente optó por ponerse en posición fetal con el culito en pompa –resultaba cómica-. Él notándolo no pudo resistirse. Se giró y la abrazó por detrás dándole calor. Ella estaba dispuesta a dormirse de nuevo profundamente. Estaba en el cielo, tenía esa sensación placentera que se tiene una “mañana” de invierno fría. Cuando todo a tu alrededor está helado menos tu cama caliente. Esa sensación que te hace cerrar sin querer los ojos, sentirte cómodo, tranquilo… Además él la estaba abrazando, ¿Qué más podía faltar?

-        - Como se nota que no estás muy acostumbrada a madrugar… - Susurra él en su oído y esboza una pequeña sonrisa- Tenemos que levantarnos, no podemos faltar otro día más… - Añade – Ratilla…

-         - Pff... – Se queja ella

Él tenía razón, no podían faltar otra vez más. Tenía la pinta de ocurrir exactamente lo mismo que había sucedido el día anterior ¿Por qué le habría hecho caso? Debería haber dejado que su padre pagara la multa. Pero no. Ahí estaban los dos, levantándose a las cinco y media de la mañana para ir al parque a recoger unas hojas, para llevar a cabo esos trabajos sociales que suplirían el tener que pagar el dinero de la multa por botellón y exceso de ruidos. Y todo porque él había dicho que era una cuestión de orgullo, de dignidad. No podía entenderlo, pero le quedaba muy poco para descubrirlo.

Entre quejas y con los ojos medio cerrados se puso la ropa de trabajo. Un pantalón viejo y una sudadera que él le había prestado.

-          - Parezco un payaso, esto me está enorme…
-          - Ya, pero no ibas a ir al parque en tacones de Zara ratilla
-          - Ja-ja-ja – Ríe ella irónicamente
-         -  Seguro que te multarían de nuevo por ir así vestida…

Ella lo intenta alcanzar pero está tan dormida que pierde el equilibrio. Él la coge riéndose a carcajadas.

-         -  ¡Vaya rata estas hecha!
-         -  ¡Para! ¡Deja de llamarme rata! – Gruñe - ¡Y deja de gritar o tus padres se despertarán!
-         -  ¿Y?
-         -  No deben saber que he dormido aquí… - Dice ella prudente
-          - Con el debido respeto señorita, a ellos se la suda que estés aquí
-         -  Pero a mí sí que me importa que sepan que estoy aquí
-          - ¿Por?
-         -  ¿Qué pensarían de mí?
-         -  Ja,ja,ja que raros sois los pijos…
-          - No puede entenderme un “putero” como tú…
-          - Ja, ja, ja Celosa…
-         -  Crío…
-         -  Ja,ja,ja. Qué guapa estás cuando te enfadas… - Y le roba un beso
-          - ¿Es que Nunca te cansas de vacilarme? ¿Nunca? ¡Esto es indignante! ¡Lo haces hasta a las cinco y media de la mañana! ¡Ni siquiera ha amanecido! – Y se sienta frustrada como una niña pequeña sobre la cama.
-         -  Oh vamos… no te enfades… - Dice él mientras se pone de cuclillas para contemplarla desde abajo sentada en la cama con la cabeza gacha – Estas guapa hasta cuando te levantas…
-          - Y tú sabes muy bien que decirle a las chicas para tenerlas contentas… - Y mueve negando a sí misma con la cabeza.


Bajan las escaleras con cuidado, de puntillas. Abren la puerta de la cocina en silencio y llegan al recibidor. Ella cierra la fuerza haciendo algo de ruido. El con el dedo en los labios le indica que tenga cuidado soltando un pequeño susurro, casi un silbido.

-          - Ten… - Le dice el susurrando
-         - ¿Qué? – Dice ella sin saber que hace
    - Ponte esto, te vas a morir de frío, estamos a menos tres grados – Y le va enroscando en el cuello una bufanda vieja y gorda de lana.


Después le entrega un gorro y unos guantes. Posteriormente el realiza el mismo proceso para sí mismo. Rebusca por sus bolsillos una llave: la llave de su moto. Y cuando la encuentra, se dirige a la puerta de la entrada tratando de abrirla sin hacer demasiado ruido. El frío es excesivo.


Aprieta el acelerador de la moto y esta sale corriendo en dirección al parque. Ella está abraza a él fuertemente, con los ojos cerrados. Tiene mucho sueño, pero aun tiene más frío y eso le impide poder dormir. La bufanda de ella esta enroscada no solo a su cuello, sino por toda la cabeza. El efecto que produce es el de un “casco – bufanda” de lo más gracioso. El sonríe cuando la mira por el espejo retrovisor. “Que cosas tiene esta chica”, piensa.

Entran dentro del parque. Las farolas están encendidas y no hay viandantes todavía. Solo el silencio y el ruido de algunos coches madrugadores que van camino a trabajo en pleno invierno. A lo lejos se ven dos pequeñas casitas blancas con el techo verdoso.

-          - Vamos, es allí – Le indica él y la coge de la mano


Al aproximarse se ve a algunos trabajadores saliendo con sus herramientas de trabajo y poniéndose manos a la obra en el parque. Ellos se acercan a la puerta pequeña donde hay una fila con más personas. Esa gente debe de estar como ellos, haciendo trabajos sociales porque no puede pagar como ellos –o al menos, supuestamente-. Observa, solamente hay chicos, ella es la única mujer. “Que desastre”, piensa. El la observa de reojo intentando adivinar cuales son los sentimientos que ella está sintiendo en esa fila. El se pone contento, era hora de que ella supiera que el mundo no es perfecto, que está mal repartido, que es difícil, que todo no se da hecho, que tiene que ser responsable, que no puede ir gritando por la calle o vacilando a todo aquel que lo haga con ella. Tiene que saber asumir cuales son las responsabilidades de sus actos…
-          
      - La responsabilidad de nuestros actos… - Dice él susurrando
-         -  ¿Qué dices?
-         -  Esto es responsabilidad… - Le dice bajo mientras la mira intentando decirle algo más de lo aparente
-          - ¿El siguiente? – Indica el hombre que está dentro de la caseta.


El da un paso dejándose ver e indicándole que está acompañado por ella.

-         - Muy bien… seguirme, tengo trabajo de sobra para los dos

Bordean la casa y llegan a una gran puerta verde. El hombre la abre. Rebusca entre todos esos cacharros.

-         - Bien, tomar esto - Y les entrega a cada uno un gran rastrillo de púas naranjas- Y esto también – Dice dándoles un cubo negro grande – Ahora seguirme.

Caminando unos pasos llegan a un largo paseo. Tiene árboles frondosos a los lados que pueden apreciarse bien por la luz de las farolas. No se ve el final, parece eterno. A ella le recuerda a un parque encantado, de esos que aparecen en los libros y las crónicas de narnia. Las hojas naranjas y marrones están por todo el suelo, es precioso. El únicamente lo mira pensando en lo que les espera.

-      -  Está bien, empezar desde aquí. Apartar las hojas de la calzada y después ir metiéndolas en el cubo negro para tirarlas aquí – Y señala un gran contenedor verde desechador de hojas -  ¿Entendido?
-       - ¿Qué? – Dice ella pareciendo no haber entendido el trabajo. En realidad lo ha entendido tan bien que no puede creerlo
-         - No se preocupe señor, yo se lo explicare ahora – Le sonríe él al hombre. Este le contesta con cara de pocos amigos y después se marcha.

-          - Que hombre más soso - Dice ella mientras lo ve alejarse
-         - ¿Qué esperas? Ahora mismo somos delincuentes juveniles – Dice bromeando
-         -  Sí… ¿Te has dado cuenta de que soy la única mujer?
-         - Es que eres como un hombre….
-         - ¡De eso nada, soy muy femenina! – Y le da un manotazo
-        -  Pues espero que ahora no lo seas, mira todo el trabajo que tenemos por delante…
-         -  No puedo creerlo… ¡Esto es inhumano! No podemos hacerlo…
-         - Ya verás cómo sí – Contesta entre risas


Ella mira el camino con cara de desesperación. Va a ser una mañana muy larga...

Capítulo 79 - NI TIEMPO, NI NOCIÓN, NI PENSAMIENTO...

                                            

Lo hizo sin pensar. Le nació y se dejó llevar por el sol. A la mañana siguiente, todo estaba en calma. El sol había salido. Era agradable. Miró el calendario: 5 de diciembre. ¿Ya habían pasado tres meses? Que rápido. Y fue entonces cuando lo hizo, cuando como ya he dicho nació de ella y lo llamó. No lo había hecho a penas. Siempre era él el que lo hacia, pero está vez esa quería tomar la iniciativa. El tiketc del jamón que había visto la noche anterior la había animado.

Cuando el móvil sonó él estaba cocinando unos espaguetis a la boloñesa que tenían un olor extraordinario. Estaba en casa descalzo, con su camiseta gris con pelusillas fruto del desgaste. Giraba la pasta con cuidado saboreando todos sus detalles, el olor... El móvil sonó varias veces hasta que finalmente lo escuchó. 
Estiró la cabeza con cuidado de no derramar la comida y siguió a lo suyo pensando que sería alguno de sus amigos. Después, mientras el teléfono sigue sonando cae en la cuenta. ¡Es esa! 

Deja todo lo que está haciendo y chupandose un dedo manchado de tomate, aprieta el botoncito verde del móvil para contestar. 

- ¿Sí? 
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Qué haces esta noche? - Dice ella decidida
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Poca cosa. Creo que voy a una de gustación en un restaurante de 5 tenedores, con el famoseo y eso, ya sabes ¿Y tú? 
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Ah... entonces si es así... nada... - Dice ella fingiendo falsa tristeza siguiéndole el juego
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Bueno, depende de lo que tu me ofrezcas... tal vez podría hablar con mi secretaria para cambiar los planes
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Secretaria? ¿Y cuando me lo pensabas decir?
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- A las amantes siempre se las esconde... - Añade él
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Muy gracioso...
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Y tu plan?
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Había pensado, que como nunca lo hemos hecho... y ya nos conocemos desde hace bastante... Mmm ¿Te apetece venir al cine conmigo?
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El se queda intrigado. 

- ¿Tú invitándome al cine? ¿Estás enferma? ¿Dónde a quedado todo ese orgullo femenino que llevas dentro? Esos humos de dama de la realeza... 
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Ya vale...
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- De señoritinga... - Insiste para picarla
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¡Te has pasado! adios - Y ella cuelga

Al escuchar el ruido del teléfono él suelta una carcajada. Y da a re llamada. Ella tarde en contestar y él aun se ríe más solo. Sabe que se está haciendo de rogar

- ¿Sí? - Dice ella finalmente como si no hubiera pasado nada
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- A mi nadie me cuelga... - Dice él bromeando. Aun sigue riendo
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿A no? - Dice ella
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- No, en todo caso soy yo el que lo hace - Y entonces cuelga el teléfono.

Ella abre la boca indignada. ¡A ella tampoco nadie le cuelga! Mientras tanto, el se tira en el sofá riendo todavía más... Ella da a re llamada. 

- ¡Y a mi tampoco nadie me cuelga! - Grita ella desde el otro lado del teléfono y cuelga. 

Él motivado por la situación escribe un mensaje entre risas: "Te veo esta tarde a las ocho en la puerta principal de los cines del centro. No llegues tarde y ponte sexy, sino me iré al menú de gustación... =). Un beso, donde tú quieras... =P"

Ella lo lee. Sonríe, que tonto, piensa cariñosamente. Y corre hacia el baño abriendo el grifo de la ducha. Sin darse cuenta de que ni siquiera ha pensado en lo mal que lo pasó la noche de ayer, porque su principal prioridad ahora es él. 


Le tapa los ojos cuando la ve de espaldas. 

- Cu, cu
- ¡Ya era hora! - Dice ella con los ojos aun tapados por las manos de él. Él la suelta y ella se gira - ¿Siempre eres tan impuntual?
- No puedo evitarlo... Es una de mis defectos... pero a cambio, mira que bien cocino
- No voy a esperarte siempre yo primera, algún día me cansaré de esperar... 

Él sonríe. Le hace gracia que sea tan marimandona. Se acerca a ella rápidamente y le roba un beso. Después se siente tonto. No debería de haberlo hecho, aun no ha hablado nada con ella sobre la noche anterior. ¿Qué habría pasado? Esta deseando saberlo. 

Finalmente los dos eligen una película. No ha sido dificil. Se han puesto rápido de acuerdo. La elegida es: 2012. Una película con poco argumento pero con buenos efectos 3D. No tiene mala pinta, ni demasiado pastelona, ni demasiado dramática. Tiene buena pinta, seguro que es entretenida. 
Para hacer tiempo los dos cruzan la avenida para tomar un café en un bar no muy alejado de los cines. Es un sitio caliente y acogedor. Perfecto para hablar y especialista en cafés y tarde de queso con arándanos y chocolate. 

Los dos piden una porción de tarda. Él lo acompaña de un café con leche y ella de un vaso de leche con cola cao. Él bromea un rato por la elección que ella ha tenido. Le resulta gracioso y dulce con un toque infantil que le encanta que ella siempre tenga. Cuando están en la mesa. Él ya no puede esperar y se lanza a preguntar.

- Bueno... ¿Qué tal fue a noche? 
- Lo vi - Dice ella tajante sin darle vueltas al asunto
- Ajam - Dice él y traga saliba esperando a escuchar la respuesta de ella - ¿Y bien?
- No fue como yo lo esperaba. Lo esperaba peor... pensé que sentiría algo todavía por él... es distinto...

Mientras la escucha él sonríe. Pero por sus adentros, intentando no mostrar demasiada felicidad. Ella continúa: 

- Pero si que se movió algo dentro de mí. Aun le tengo odio, aun me duele mirarlo, me hace recordar lo mal que lo pasé...
- Entonces, es que aun le das importancia... - Añade él
- No lo llamaría importancia... es algo extraño. Es ganas de querer que le pase algo malo, que sepa lo mal que lo he pasado...
- Es normal. No lo viste desde que lo dejaste. Has sufrido tu "sola". El no ha sido consciente de lo que te hizo pasar. Y sientes todavía esas ganas de que lo sepa. Es pura impotencia, odio hacia él... Pero esto no te viene bien... Aun quedan cosas...
- ¡No es verdad! - Dice ella negándose a creerlo 
- Sí que lo es. ¿Sabes cuando te darás cuenta de que todo ha terminado?
- ¡Ya ha terminado! - Insiste ella. 

Ella lo sabe. Lo siente. No le quiere, no le gusta ese imbécil. Pero si que se le mueve ese odio, ese no soportar a la persona que a algunos nos queda después de una ruptura. No sabe como explicárselo. Tiene miedo a perderle a él. Solo le gustaría que su ex pagara con la misma moneda algún día. Que se arrepintiera realmente. 

- Todo habrá terminado, por muy estúpido que te parezca, cuando un día te des cuenta de que su vida te da igual. De que ni siquiera le deseas nada malo. Indiferencia. Pero indiferencia real, no forzada. Ese día llegará, y cuando eso pase seras plenamente feliz. Incluso capaz de pasar por su lado sin que el te genere un solo sentimiento, aunque sea de odio. Y entonces todo habrá acabado... él formara parte del pasado. - Dice él mientras recuerda lo ocurrido con su ex. - Lo digo por experiencia... - Y le sonríe. 

Ella también lo hace. Y después de acerca inclinándose a él y le da un beso dulce y cálido. 

- ¿Y bebiste mucho? - Pregunta él
- ¡Estas pareciendo mi padre!

Pero no puede evitar preocuparse por ella. No le gusta que beba tanto. Pierde el control. Recuerda lo que pasó hace unas noche en el bar. La multa, los 600 euros, la pelea, y más de una discusión por esos temas.

- Bebes demasiado - Insiste él...
- ¡Tranquilo! ¡Estoy bien! 
- Algún día perderás demasiado el control...
- Llevo bebiendo ya unos cuantos años atrás... además ¡Tu también bebes!
- ¡No hay comparación! Tú no te sabes controlar, además te sienta mal... cambias, no eres la persona que eres cuando no vas borracha
- Nadie lo somos
- A tí se te nota más... - Insiste él
- Oye... ¡Dejemos el tema! - Se queja ella

Él toma aire. Se resigna. Al menos ya se lo ha dicho. Pero no puede pedirle más. Ni siquiera es su novio. Se para a pensar. ¿Cuánto más va a durar todo de esa manera? Ahora te quiero, ahora no. Un día se discute, al otro todo el precioso. Se frustra, se está dejando llevar demasiado. Eso no es bueno. Siente por un instante que está perdiendo el tiempo, que la cosa no avanza. Agg, que dificil es todo. La mira. Que guapa esta. Se quedaría allí mirándola toda la tarde. ¿Algún día podran hablar todo en serio? ¿Podrán dejar las cosas claras sobre la mesa? ¿Qué es lo que realmente siente por ella? ¿Ella que siente por él? ¿Es mutuo? ¿Porque ninguno de los dos nunca termina de hablar claro? ¿Son demadiado diferentes? ¿Demasiado iguales? ¿Que hora es? Mira el reloj. Quedan diez minutos para que empiece la película. Se levanta y se aproxima al mostrador para invitarla. Ella deja que él lo haga. Sabe que eso le hace sentirse bien a él. 

Se acomodan en el cine. Las dos horas de película pasan rápidas y entretenidas. Comentan varias veces la película. Ríen y se besan también. Se sienten felices, se dejan llevar. Él olvida todos los pensamientos que ha tenido en el bar. Es extraño, con ella él pierde la noción del tiempo. No se acuerda de que tiene que pensar, de que debería romper con todo o empezar algo más serio. Se da cuenta de que "no le importa" nada de eso. Realmente disfruta así. Si algo tiene que llegar ya llegara, que pase lo que tenga que pasar. Solo están él y ella en esa sala de cine. 

La noche acaba cuando el la lleva a casa con su coche. Y la besa dulcemente en la puerta. Se besan probablemente más de una hora sin pensar en el tiempo, ni en el frío, ni en la calle... ni en nada. El padre de esta observa unos minutos por la ventana de casa el pequeño coche destartalado. Después deja caer la cortina y se sienta de nuevo en el salón. Algo le está pasando a su hija. 

- ¿Mañana irás a clase? 
- Que remedio... - Dice ella triste apoyada en la puerta mientras lo mira - No quiero ir...
- ¿Por qué?
- Desde hace días no quiero ir... no me siento cómoda. No me gusta el ambiente, ni la gente de mi clase, no consigo integrarme, el año pasado dejé muchas asignaturas... no se que hacer... como recuperarlas...
- ¿Porque siempre me hablas de cosas que en realidad no te gusta hacer?
- Es complicado...
- Yo lo veo fácil... 

Ella lo mira y sonríe. El también hace lo mismo. Se despiden con otro beso. Él se queda pensativo. Parece que algo se le ha ocurrido. Sube a coche asegurándose de que ella a entrado a casa. Sí, ha entrado, está bien. Ella cierra la puerta y sonríe. Como le gusta ese chico, con él todo es fácil. Entra a casa y saluda rápidamente a su familia. En la habitación se cambia de ropa. Enciende el ordenador y entra a la red social. Un mensaje privado nuevo. Su sorpresa: es de su ex. 

En el mensaje pone: "Oye, ¿Podrías traerme mañana la camiseta que me dejé hace meses en tú casa? Es que le tengo mucho aprecio y no me gustaría perderla".

Se muere de rabia. ¿Cómo es capaz de después de tantos meses decirle algo así? ¿Ya está? Ni una explicación de porque terminó todo, ni un comentario, ni un... ¿Hola? Lo odia. No puede evitarlo. Pues claro que no lo hará, no piensa darle nada. Y si esa estúpida camiseta es lo que quiere, no la volverá a ver nunca más. 

domingo, 5 de diciembre de 2010

Capítulo 78 - Cosas que nos hacen darnos cuenta de otras cosas



Habían pasado dos días desde que había visto el cartel en la puerta de la Universidad: "Fiesta de Publicidad", decía. Dos días también desde que no lo veía a él, ni su sonrisa... También era el mismo tiempo que había pasado intentando comprarse algo decente para el evento. Y exactamente también dos días desde que ese chico había vuelto a "aparecer" en su vida. Sí, su ex ya estaba en la universidad, debía de estar rondando por ahí o eso decían todos. Las paredes tienen oídos, di algo y se enterará todo el mundo en ese mismo día... llamémoslo el poder de la palabra, o mejor, el del marujeo. ¿Por dónde iba? ¡Ah sí!... Dos días habían pasado también desde que ella no paraba de evitar encontrarse con su ex. 

Caminaba con miedo por los pasillos, pensando en como se comportaría. ¿Él le hablaría? ¿La ignoraría? Si le hablara, ¿Qué tendría que decir ella exactamente? ¿Debía ser simpática o mostrar su odio? Que difícil. Eso es lo que pasa siempre con los ex. Cada uno de nosotros queremos mostrar lo bien que nos va, las ganas de que el contrario lo sepa para restregárselo por su estúpida cara. Sí, ella sentía miedo. Que hacer, que decir, como hacerlo y como decirlo... Esa noche sus dudas, o al menos una parte de ellas se resolverían. 

Miró el vestido blanco que estaba encima de su cama. Suspiró, mientras las gotas de agua caían sobre la madera. Acababa de salir de la ducha. Después se mira en el espejo. No se da cuenta pero vuelve a suspirar. 

Mientras tanto, en un lugar muy diferente, en una fiesta muy diferente, unas risas se oyen en la taberna del barrio. El humo de los cigarrillos y el alcohol abundan. Tanto, que hace falta estar cerca de los presentes para reconocerlos. En el rincón de siempre allí están todos, incluido él. Y en compañía de algunas chicas. Todos beben cerveza y alcohol. La derraman mientras brindan o con sus movimientos bruscos y poco equilibrados de algunos fruto del alcohol. Él no bebe demasiado.

- ¿Qué pasa tío? ¡Que hoy es viernes! No me bebes nada, ¿Estás enfermo? - bromea uno de ellos 
- No tengo sed... - Contesta él. El amigo ríe pensando que su amigo está de broma. Pero cuando él lo mira serio se da cuenta de que no es así
- Está triste... pobrecito... - Dice Monica mientras se acerca a ellos dos - ¿Qué te sucede? 
- Cosas mías
- Compártelas con el resto de la clase... - Vacila Mónica
- He dicho mías...
- Ah, entiendo... Es por la pija - Dice de nuevo la chica mientras ríe
- Ni la nombres... - Dice él mientras habla entre dientes
- ¡Vale! ¡Vale! Pero te bajas dos puntos, ¡Eh! Que estás de un gilipollas desde que conocer a la ratita presumida esa... 

Él vuelve a mirarla. Si fuera un hombre le cruzaría la cara. Pero se contiene y el amigo también lo frena. 

- Tío... Si de verdad te merece pasará de tonterías con el pijo ese... - Dice su amigo. Él otro solo se gira para mirarlo y vuelve a adoptar la misma posición. Finalmente, da un trago largo a la cerveza. - Tú molas cabrón, si no es ella será otra...
- Ya... - Dice él - Pero no tendrá nada que ver... 
- Oye, seguro que se dará cuenta... 
- Sí claro, ¿Y si no es así? - Duda él
- ¿Desde cuando tienes esas dudas chaval? No se lo que pasará. Pero algo le hará saber lo que tiene que hacer. 
- Como qué... 
- No lo se tío. Pero siempre hay cosas que nos hacen darnos cuenta de otras cosas... - Sonríe y él le devuelve la sonrisa. El amigo levanta la jarra y el otro le sigue. Los dos brindan y se beben de trago la cerveza. 


Se mira en el espejo. Melena suelta y brillante, pestañas largas, uñas perfectas, perfume y su maxi vestido liso blanco puesto. Los tacones la estilizan y el bolso negro de pedrería a juego con ellos le dan una imagen limpia y sofisticada. Hacía tiempo que no iba así vestida. 

Coge un taxi con sus amigas de la universidad. Todas ríen y bromean. Ella también lo hace pero en el fondo está nerviosa y no para de darle vueltas a todo en su cabeza. El taxi para rozando una alfombra roja. Se abre la puerta. Está abarrotado de gente. Las chicas bajan y pasan por ella, mucha gente más lo hace. La fila para entrar en el recinto es grande. Una de ellas se acerca al portero diciendo algo y las deja pasar entre los demás. Dentro todos van de blanco, ese es el tema de la fiesta. Unos globos y serpentinas del mismo color caen del techo. Todo está precioso. La gente ríe y se emborracha. Mientras anda, ella reconoce algunas de las caras, besa a otras cortés y falsamente dándose cuenta de que si de verdad dependiera de ella, no saludaría a nadie. Le viene entonces a la cabeza él y su grupo. Donde sí, son todos unos brutos pero al menos sinceros y fieles. Recuerda como la defendieron hacía ya unos días en aquel antro. Estaba segura de que algunos de los amigos de él no podían ni soportarla pero ahí estaban, al pie del cañon para defender lo que hiciera falta por su amigo. 

Se siente observada y ella también observa. Hay competencia, las chicas están inpecables, compitiendo todas por cual es la que lleva el mejor vestido. No se siente cómoda. De hecho, hace demasiado tiempo que no está cómoda en ese tipo de ambientes. Ni allí, ni con esa gente, ni en la universidad. Se gira, habla un poco con sus amigas después de quitarse los abrigos. Mira a su alrededor intento localizar a ese cretino. Ni rastro. a música es demasiado comercial, inbailable. Decide contonearse hacia los lados. Después piensa en él y recuerda de nuevo el garito tan diferente en el que estuvo la vez pasada. Lo añora y sin saber porque no siente que pertenezca a ese lugar en el que ahora se encuentra. Es extraño, no se le había pasado anteriormente por la cabeza. Mira al suelo, le duelen los pies y la noche acaba de empezar. La una de la madrugada. 

Las chicas tienen calor. La gente cada vez llena más el local. En la puerta se puede ver como el guardia de seguridad lucha intentando mantener el orden y no dejando pasar a más personas. El aforo parece estar lleno.   Las chicas deciden tomar una copa y ella se presta voluntaria en ir a recogerlas. 

Empujando y avanzando entre la multitud encuentra un hueco. Se acomoda en la barra intentando dejar un poco de espacio. 

- Cuatro Malibu con piña por favor - Pide al camarero finalmente. Este asiente con la cabeza y va en busca de las botellas. 

Ella mira la cantidad de botellas que hay en la barra. Cuanto alcohol, piensa. Observa las formas y los colores de las bebidas. Bebe demasiado, lo sabe. ¿ Cuándo pararlo? No encuentra en momento para dejar de aflojar. De repente un susurro entre cortado interrumpe a sus pensamientos. Se gira de reojo, ve a un tipo moreno y alto uno o dos años mayor que ella. Se gira de nuevo, espera, lo conoce, sabe que es, le resulta familiar. Después escucha lo que dice.. consigue descifrar algo así como: "Mira quién está ahí". 
Sin saber porqué, sabe que ese chico se refiere a ella. Alguien choca contra su espalda. Se gira, y sin terminar de hacerlo ya se lo imagina. 

Las dos miradas se encuentran. Después de tantos meses ahí están cara a cara. Un cosquilleo recorre todo su cuerpo, tiene miedo. Se miran un instante. Se gira de nuevo. 

- Serán 39 euros. - Dice el camarero desde el otro lado de la barra. Ella no lo mira. 
- ¿Disculpa? - Dice ella aturdida
- He dicho que son 39 euros...
- Ah, sí, sí, aquí tienes - Le da 40 y prescinde del cambio. Intenta apartarse de ellos. 

Cuando llega a sus amigas reparte los cubatas y después se dirige sola al baño. Empuja la puerta entra y abre el grifo tomando agua y después echándosela por la nuca. Se mira en el espejo. No ha sido tan malo, esperaba reaccionar mucho peor. Se siente orgullosa. Pero no puede evitar recordar todo... las mentiras, las auto lesiones, el sufrimiento, el miedo, la incertidumbre, el psicólogo, los errores que después cometió... Respira hondo y sale del baño antes de que su cabeza la traicione más. 
Va en busca de sus "amigas", no las encuentra. Intenta llegar hasta donde están ellas, se han cambiado de sitio. Estupendo, ni siquiera la han esperado. 

Se apoya en la barra para intentar llegar antes. Es imposible, está demasiado lleno. Mientras lo intenta, alguien le tira un cubata en el pie. 

- ¡Pero que haces! - Dice ella confusa
- Eh niña, tranquilita.., - Protesta ese estúpido con voz de borracho. Su presencia es de lo más ortera. Raya a un lado, camisa abotonada hasta arriba, pantalón de su padre y zapatillas nauticas. Asqueroso. 
- Tranquilo tú, aprende a beber
- Pero que dices - Y el tío la empuja tirándole más bebida por el vestido.

En cualquier ocasión habría reaccionado de otra manera. Pero el alcohol, los nervios, y la tensión acumulada de la semana la hacen huir de allí. Las lagrimas comienzan a caer por sus ojos. Va rápida, empujando a la gente. Abandona la sala en cuanto puede, pasando por el pasillo de salida. Por fin nota el aire fresco. Deja atrás a toda la gente que intenta entrar en el local. Ella sale corriendo olvidando a todo el mundo. Se siente estúpida, tonta, triste. Corre hasta la primera esquina. Se apoya y mientras llora golpea dos o tres veces una pequeña puerta. Una mujer sale quejándose de los golpes, insistiendo en que la puerta no se puede golpear. Cualquier cosa la vuelve vulnerable. No puede más. Coge un taxi con intención de volver a casa. Tras un rato mirando por la ventana llega a su destino. Abre la puerta con cuidado. Sube hasta el baño, se mira en el espejo, el rimel cubre sus mejillas. Se desmaquilla. Se dirige a la cama. Se tumba desnuda y se mete entre las sábanas. Estira el brazo y enciende la radio. Una canción suena: "I can fly" 

La escucha, se contiene pero llora sin saber porque. Se levanta para apagar la radio y coger el móvil entre sollozos. Tropieza en la papelera. Esta vuelca y caen los papeles. Todo le sale mal. Los recoge. Toma el último. Le resulta familiar. Lo abre: Paquete de jamón, 5 euros. Y entonces... sonríe. Sí... sonríe por esas típicas cosas que sin saber porque pasan, y nos hacen darnos cuenta de otras. Ahí está el regalo que le hizo a él por su cumpleaños. Ese momento que él. Su agradecimiento, las caricias y los besos. Lo coge y se lo lleva a la cama con ella. Lo deja debajo de la cama. Apaga la luz y respirando profundamente piensa, que la noche, realmente no ha sido tan mala.

http://www.youtube.com/watch?v=BrrOlbiqgec