"Espero que vivas todos los días de tu vida"

jueves, 25 de febrero de 2010

Capítulo 45 - TE ENTIENDO


- Sabes, puede que te esté pareciendo una loca, chillona y ladrona estos días pero en realidad soy una persona con la que se puede hablar, en fin, una chica profunda - Dice ella dirigiéndose a él.
- ¿A sí? No lo sabía... - Contesta él con una media sonrisa sin mirarla - Oye, ¿Pero donde están estos malditos vasos? 
- Ni idea... ¡Es rarrísimo! Yo he visto los vasos cuando he entrado y ahora no están por ninguna parte - Dice ella con voz frustrada
- Tranquila ratilla... los encontraremos ... 
- Nunca he entendido la distribución de los supermercados... 
- Yo nunca consigo entenderte a tí del todo así que estamos empatados
- ¡No puedes compararme con unos vasos de plástico!
- No te comparaba con los vasos de plástico. Te estaba comparando con la distribución de un supermercado... 


De nuevo mientras se pican, vuelve a pasar por delante de los vasos de plástico que están buscando sin darse cuenta.

- Bueno, luego encontraremos los vasos... ahora busquemos algo de beber... 
- Una pregunta, ¿Por qué te has ofrecido a compartirlo conmigo? - Pregunta ella esperando una agradable respuesta
- Por que tragas menos que todos mis amigos... - Dice de nuevo medio riéndo
- Muy gracioso... - Dice con una cara similar a esto: ¬¬- Bueno, y ahora ¿Qué pensamos comprar? Por que hoy no tenemos dinero... 
- Ais ratilla pijilla... voy a tener que enseñarte a comprar bien y barato. Toma esto - Dice él mientras deposita en los brazos de ella una caja llena de bebida energética imitación de Red Bull. Después busca entre las botellas de alcohol - Y esto también servirá - Y deposita una botella de Vodka barato. - Ahora solo nos faltan los vasos... 
- Oye tengo una pregunta... - Y después ella se queda en silencio...
- Vamos... - Dice él. Pero ella sigue en silencio  y después lo mira - Jaja, ¿Desde cuando avisas de que vas a hacer una pregunta? Suéltalo... 
- ¿En serio piensas que no soy una chica con la que se pueda hablar? 
- Jajaja - Ríe sin mirarla y no le contesta
- Muy bien... veo que no vas a contestarme... no entiendo el porque... ¡Y tampoco entiendo porque no encontramos los vasos de plástico! - Dice ella nerviosa echando un gritillo

Se hace el silencio durante unos instantes mientras continuan andando en busca de los vasos que se cruzan delante de ellos todo el tiempo.

- ¿Sabes? Cuando era pequeño me encantaba venir a este supermercado y comer chocolatinas sin pagarlas... 
- Yo eso lo hacía en las tiendas de chucherías. Comía golosinas y las dependientas no me veían porque era demasiado bajita... 
- No has cambiado nada entonces... - Ella le suelta un codazo
- Hecho de menos no hacerlo. Bueno, en realidad no es que eche de menos no hacerlo sino que hecho de menos ser pequeño... Me da pena haber perdido mi inocencia... antes era mucho más tonto, pero tal vez mucho más bueno... aunque claro... también mucho más ignorante... 
- La vida nos hace cambiar... - Dice ella
- Sí, la vida y las personas... 
- Sí, las personas sobre todo. Y casualmente son las que se portan mal con nosotros las que nos hacen espabilarnos. 
- Cierto... 
- Siento que sabes de que te estoy hablando - Dice ella
-  Te sorprenderías de las veces que se que hablas cara pato... 


Y los dos se encuentran cara a cara con los vasos de plástico. El elige los que más le gustan y mientras tanto ella lo mira. Entonces se da cuenta de que ya conoce la respuesta... Él sabe desde siempre que ella era una chica con la que se podía hablar

martes, 23 de febrero de 2010

Capítulo 44 - CADENA DE MENSAJES


Todo el mundo sabe, que cuando tenemos algo en nuestras manos no le prestamos la suficiente importancia. Pero cuando vemos que las cosas están llegando a su fin, entonces nos esforzamos por intentar mantenerlas. Eso precisamente era algo que los dos sabían muy bien.

Lo mismo pasaba con la fiesta. Cuando tienes dos semanas de fiesta los días te van agotando y "bajas el listón", pero cuando ves que únicamente quedan dos días y que esas fiestas no volverán hasta dentro de un año, vuelves a ponerte las pilas para "darlo todo". Y este, era el caso que precisamente conocía Ángel. 

Era el último fin de semana de las fiestas de la ciudad. En ellas, él y ella habían vivido miles de momentos. Tanto discusiones, como anécdotas graciosas y hasta compartido algún que otro beso. No habían pensado en que todo terminaría hasta ese fin de semana 
¿Y después de esto qué?, se habían preguntado los dos temerosos de no volver a verse o que la historia terminara. 
Pero aun quedaban dos días, y aunque Ángel desconociera en cierto modo la historia que él - uno de sus mejores amigos- y esa niñata pija estaban viviendo -ella- . No iba a quedarse en casa a desperdiciar esos dos últimos días de fiesta. 


Precisamente ese día se despertó con ganas de ponérselo difícil a todos. El viento soplaba fuerte y conforme avanzaba la mañana, parecía aumentar su potencia. 
Ella miró por la ventana, ¿Saldría alguien? No, mejor dicho ¿Lo vería a él? 

Él como de costumbre se había despertado algo más temprano que ella y tomaba un café con su amigo: Ángel. 

- Tío, hoy se sale... - Dijo Ángel emocionado 
- ¿Pero ves el aire que está haciendo?, con un poco de suerte no nos hemos ido volando esta mañana 
- Tío, no me jodas, hay que salir. Es hoy y mañana para darlo todo, ¡Para conocer a mujeres! 
- Ángel, pero si tu ya tienes novia... 
- Ya, pero a veces me parece divertido pensar que no... "tetitas, tetitas" 
- Ángel.... - Dice riéndose su amigo - Bueno, que plan propones... 

Ángel se emociona, abre más los ojos e improvisa sobre la marcha 

- Podríamos salir todos tío, ya sabes... nosotros. Que vengan también Anna y las demás... 
-  No se tío... 
- ¿Por qué no viene también tu nueva amiguita "París Hilton"? 
- Oh, vamos Ángel, Ella no es así... 
- Bueno... tienes razón, ella es morena... pero ya me has entendido 

Él le pega un puñetazo en el hombro bromeando. Conoce a Ángel. Él es así. La gente le cae mal desde el primer momento, no da oportunidades a primera vista. Pero deja que lo cambien de idea con él tiempo. 

- Bueno, le preguntaré si quiere venir con nosotros - Dice él. 
- Manda primero un mensaje a Anna... a lo mejor si no van chicas... no querrá venir... 

Anna recibe el mensaje de su amigo. Y como siempre pasa en estos casos... Anna manda un mensaje a su amiga que es comicado por la amiga a otra, esa amiga se lo dice a su novio y el novio al amigo del amigo del novio hasta que finalmente, por arte de magia, se entera incluso más gente de la que se tenía planeado. Tal es así que mientras ella está sentada frente al ordenador su móvil vibra. 
Vaya, un mensaje. Lo abre: Mensaje de Anna. 
No sabe porque pero se siente inmensamente feliz, hacia tiempo que una chica no le mandaba un mensaje de ese tipo. 

Hola guapa! Soy Anna. Esta noche salimos todos. No puedes faltar! Llamame o mandame un mensaje. No se acepta un No! 

Ella ya sabe la respuesta ¡Pues claro que ira con ellos! 

lunes, 22 de febrero de 2010

Capítulo 43 - UN PASADO OSCURO


- Pero ¿A dónde me llevas? - Dice él mientras ella le estira del brazo. - ¿Aun hay más plantas? 
- Solo necesitamos subir una más, ¡Ten paciencia! - Dice mientras sube las escaleras de su casa.
- ¿Y después tienes el valor de no aceptar que te llamen pija? - Dice el ironico mientras observa toda la casa
- Vamos, casi hemos llegado 


Lo suelta de la mano y le tapa los ojos.

- Me das miedo... -Dice él riéndose

Ella destapa los ojos de él. Y allí están, en esa habitación.

- Vaya... - Dice él con la boca abierta - ¡Que pasada! ¡Un estudio de grabación! 
- Sí, mi padre es un obsesionado de la música. Tiene esto aquí desde que nací. Vive aquí por así decirlo... siempre está componiendo canciones y grabando maquetas. Le habría gustado que siguiera sus pasos, pero me decanté por otras cosas... 
- ¿Tú también cantas? - Pregunta él intrigado
- Lo intento... - Dice ella imitando su contestación de hace un rato

Él se adentra más en el estudio. Observa los aparatos, los micrófonos, las dos pantallas de ordenador y las grabadoras de CD. Se sienta en la silla y finge ser productor de una discográfica. Ella ríe. Después el mira la pared con todos esos discos y las fotografías y en una de ellas, está ella.

- ¿Eres tú? 
- Era yo... - Recalca ella un poco avergonzada
- Jajaja, ¿Eras rubía? Gracias a Dios que ahora no... 


Ella le suelta un manotazo que el esquiva divertido

- Eso fue hace mucho tiempo... 
- ¿Saliste en televisión? y... jaja, vaya, ¿Grabaste un disco? 
- Sí... pero te repito que eso es el pasado... 
- ¡Qué fuerte! ¿Por qué no me lo habías dicho antes? 
- ¡Por qué no! y... ¡Dejalo ya! - Dice ella incomoda mientras lo agarra del brazo para salir ya de esa habitación.
- Pero... ¿Por qué te pones de esa forma? - Pregunta el sin maldad
- Pues... - Contesta dudosa - Yo solo quería enseñarte el estudio ¿Vale? Supuse que te gustaría, eso es todo. Y aquí estás tú... haciéndome preguntas incómodas. 


Él la mira algo extrañado. No entiende muy bien porque algo tan "guay" a ella le produce esa sensación tan mala.

- Siento si te ha molestado... no era mi intención... 
- No. Perdóname tu a mí por ser a veces tan increíblemente insoportable. Tú no sabías nada... Es solo que... en esa época de mi vida... hice cosas de las que no me siento muy orgullosa... No me gusta recordarlo... eso es todo. 
- Ei, no te preocupes... - Dice él mientras le levanta la cabeza cabizbaja a ella.

Ella le sonría y salen de la habitación por ese pasillo largo rumbo a las escaleras.

- Eh, dime una cosa ¿También firmabas autógrafos y esas cosas? - Dice él divertido...
- Oh, ¡Callate! 


Y le da una patada en el trasero. Después desaparecen bajando las escaleras.

martes, 16 de febrero de 2010

Capítulo 42 - LA SENDA DEL TIEMPO


Bajó las escaleras con los pies descalzos, siguiendo el sonido de la música. Y allí estaba él, tocando la guitarra y tarareando una canción. Él la ve y entonces para en seco. 

- No, no... Sigue por favor - Dice ella 
- No, es mejor que no - contesta él avergonzado y sorprendido por su presencia - Pensaba que dormías 
- Me he despertado oyéndote tocar, ¿Cantas? 
- Lo intento... 
- Me gustaría escucharte
-Tal vez otro día... 
- ¿Pero por qué no? ¡Si sonaba muy bien! 

Él la mira. Ella pone cara de niña buena. 

- No canto delante de la gente, lo siento - Insiste él 
- Vamos... me giraré para dejarte intimidad, no te miraré - pero ella no se rinde
Él respira resignado. Ya lo ha vuelto a liar otra vez. 

- ¡Pero solo un poco! - Dice divertido y a la vez piensa donde se está metiendo
- ¡Valeee! - Grita ella alegre y va dando brincos hasta el sofá.

Él se sienta a su lado mientras agarra la guitarra. Después la mira. Está girada como ha prometido, y contenta.   Puede apreciar  su media sonrisa porque va a escucharlo tocar. Él mira las cuerdas, respira hondo y comienza a acariciarlas. Suena la melodía. 
Ella la escucha, se siente profundamente relajada en esa habitación, a su lado. Se siente cómoda y segura. Siente paz... relajación... Y sin saber porque a él le pasa lo mismo. Los nervios van desapareciendo, toca con más firmeza y soltura. Y respira para cantar acompañando a la música: 

A veces llega un momento en que 
te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente 
pero con ganas de morir

Paseando por las calles, 
todo tiene igual color...
siento que algo hecho en falta
no se se será el amor... 

Se hace el silencio por un instante. 

- Cantas muy bien... -Dice ella- Y la canción es bonita, me gusta...
- Antes la cantaba mucho... me sentía identificado. Hace un tiempo que he dejado de cantarla... - Entonces la mira fijamente. Con la mirada profunda, sin miedo. Queriendo decirle algo pero sin atreverse a decirlo claramente. Ella siente entenderlo, pero después prefiere no arriesgar, ignorar sus pensamientos. 

- Es tarde... - Dice ella sin apartar la mirada de él. Pero enfriando un poco el momento 
- Sí, será mejor que te marches ni no quieres conocer a la familia... - Añade gracioso 
- Tu deberías acompañarme...
- No soy tu chófer pequeña ratilla - Dice aun sabiendo que va a llevarla a casa 
- Si no vienes no podré enseñarte una cosa... - Dice ella misteriosa... 

Él la mira curioso, después ella alcanza las llaves del coche de él. Las mueve hacia los lados juguetona. 

- ¿Qué me dices? 

Capítulo 41 - La melodía


A la mañana siguiente cuando se despertó, todo estaba en silencio. El cuarto estaba algo oscuro, pero los rayos del sol se colaban por las rendijas de las persianas produciendo un efecto muy acogedor en la habitación. 
Se removió entre las sábanas y después lo recordó. Recordó el instante del beso en aquella habitación con él, lo que le había gustado, las ganas que tenía de repetirlo. 

Después escuchó esa melodía que procedía del piso de abajo. Llevaba sonando todo el rato pero ella no se había dado cuenta. La había estado oyendo desde que se había despertado pero la consideró como un ruido ambiental más. Esa dulce melodía... 

Levantó entonces la cabeza. Estaba sola en aquella habitación. Víctor ya se había marchado. Dios, ¿Qué hora sería? Volvió a tumbarse en la cama y a escuchar aquella música. Sumida en una profunda relajación, la melodía para. Y la música se convierte en el ruido de unas pisadas que suben al ático donde está "durmiendo". Lo escucha llegar y aproximarse hacia ella. 

- Ei... buenos días oso invernadero... - Dice él sentándose en la cama donde está ella. 
Ella se tapa la cabeza con la manta. 
- ¿Qué hora es? - pregunta ella con voz ronca y adormilada. 
Él sonríe 
- Las 11.45. Nosotros ya nos hemos despertado hace un rato. De hecho, Víctor ya se ha ido a la estación. 
- ¿Por qué no me has despertado? 
- Aunque te parezca mentira, me daba pena despertarte. Se te veía bastante relajada. 
- Ha sido un detalle... - Dice ella mientras se acomoda de nuevo en la cama. 
- ¿Hambre? - Pregunta él. Y después estira el brazo para alcanzar un plato con un bocadillo enorme lleno de huevo, bacon, queso y mil cosas más. 
Ella huele desde debajo de las sábanas el bocadillo. Y dominada por su estómago se asoma a mirar que es eso que se respira tan rico. 

- Vaya... ¿Para mí? - Dice ella un poco más despierta. 
- Sí. Yo ya me he comido antes. - La verdad que hacía tiempo que él no explotaba sus dotes culinarias con nadie. Se sintió bien. De hecho, le había gustado preparar ese bocadillo para ella. Le gustaba hacer cosas por ella. Se había pasado mucho tiempo sin nadie y no recordaba lo que era sentirse bien por hacer feliz a alguien que le importaba. - Bueno, si me disculpas... - Dice irónico - Te dejo sola comiéndote el bocadillo. Luego puedes dormir otra vez si quieres. Hoy no viene nadie a casa hasta tarde, así que tómate tu tiempo. 
- Pero ¿A dónde vas? - Pregunta ella 
- Jaja... - Ríe él. Y después desaparece bajando las escaleras

Ella se acomoda e inca el diente en el enorme bocadillo. Después no sabe como pero se despierta de nuevo apoyada en la cama, acompaña de nuevo del relajante ruido de esa melodía. 

martes, 9 de febrero de 2010

Capítulo 40 - A DOS CENTÍMETROS DE ELLA


- ¡De eso nada! - Dice él mientras se acerca a la cama de ella. Ella ni se inmuta, decide hacerse la tonta. - ¡Fuera de mi cama! Tú duermes en el sofá de abajo. 
- ¿Así es como piensas tratar a tus invitados? - Dice ella sin molestarse en girarse con voz de dormida. 
- Serás... - Contesta él mientras la agarra de una pierna para sacarla de allí. Ella al darse cuenta se agarra al colchón negándose a moverse de la cama. - ¡Suelta! 
- ¡Nunca! 
- ¡He dicho que te sueltes! - Grita apretando los dientes haciendo fuerza. 

Mientras tanto Víctor resignado, se pone la almohada en la cara para evitar los ruidos y poder dormirse. 

- ¡No pienso soltarme! 
- ¡Oh sí! ¡Claro qué lo harás! - Él estira fuerte y consigue agarrarla de tal forma que la empuja de la cama tirándola en el suelo redonda. Orgulloso de su victoria se mete mostrando tranquilidad en la cama. Ella está furiosa. No es justo utilizar la fuerza para conseguir el propósito. Pone cara de niña pequeña consentida y caprichosa y se lanza de nuevo hacia él para recuperar "su cama". 

- ¡Quitaté de ahí! 
- ¡Nunca, Nunca! - Dice él tumbado haciéndole la burla 
- ¡Imbecil!
- ¡Ratilla! 
- ¡Capullo!
- ¡Cara pato!
- ¡Barrionajero, gilipollas y ....!
- ¡Jajajaja! - Ríe mientras la agarra del brazo y la mete en la mete en la cama. 

Ella se pone histérica y comienza a darle patadas y empujones. Pero Él puede con ella porque tiene más fuerza. La coloca debajo de él y la agarra por los brazos dejándola inmovilizada. Ella grita un poco más y después se calla. Él se acerca dejando su cara a dos centímetros de ella. 
Se miran entre las tinieblas de la noche que produce el reflejo de la luna. Después él la besa a ella. Ella le agarra a él la cabeza. Él la aprieta con más fuerza y beso tras beso comienza a besarle el cuello. Besos pequeños, más profundos, más largos y más cortos. Ella cierra los ojos y entreabre la boca. Hacía tiempo que nadie la besaba así. En ese instante se da cuenta de que nadie la ha besado así nunca. Ahora él le gusta aun más. Le tiene ganas y además está algo borracha. Él la mira, le encanta. Quiere seguir besándola, tocándola y descubriendo su cuerpo. Mete la mano por debajo de su camiseta. Ella se deja. Siguen besándose y abrazándose. La respiración cada vez es más fuerte y entrecortada. Ella se deja llevar. Pero algo dentro de él vuelve a aparecer. No la ve como otra chica más. Tal vez de otra mujer sí, pero de ella no. No quiere hacer nada con ella si no son los dos conscientes. No quiere tocarla sí ella no lo decide realmente y no porque esté borracha. Saco la mano de debajo de su camiseta. Ella se queda callada. 

- ¿Estás bien? - Pregunta a él...
- Cansada - Contesta ella fruto del corte tan brusco.
- Ven pijilla... vamos a dormir... 

Él la agarra y la acomoda mejor en la cama. La arropa y la mira un rato. Después, intentándole dejar el mayor espacio se queda dormido otra vez mientras la mira... 

- Buenas noches princesa - Dice él susurrando por lo bajo ... 

Capítulo 39 - 5 CÉNTIMOS DE MÁS

                           

Durante el trayecto de vuelta solo habla Víctor intentando soltar alguna frase ingeniosa. El resultado el nulo. Ellos no sonríen. Cada uno mira hacia un lado. Víctor desiste. Está borracho y se le acaban las ideas. 

- Dejenos aquí - Habla él finalmente indicándole la parada al taxista. 
- Serán 7,55 
- Muy bien. Pagas tú - Se dirige finalmente él a ella. - Sí, yo he pagado la bebida y tu tienes mucho morro. Nunca pagas nada princesita del cuento. 
- Yo no pienso pagar 
- Oh sí, claro que vas ha hacerlo
- No. Tú eres el que ha decidido coger un taxi. Podríamos haber venido perfectamente andando 
- ¡Por Dios! Pero si antes de terminar una manzana ya estás preguntando que cuando queda para llegar...
- Me da igual. Yo no voy a pagar... - Dice ella indignada 
- Vamos chicos... - Dice Víctor 
- Eres una consentida. ¿Qué pasa? ¿Estás acostumbrada a que papá te pague todo no? 
- ¡Eso que tiene que ver! 
- ¡No sabes lo qué es sudar para ganar el dinero! - Añade el enfadado
- Bueno, vas a pagar o no... - Dice ella pasando de sus comentarios... 
- No. Aquí estaremos hasta que sueltes el dinero... 
- Yo me marcho -Dice ella dispuesta al salir del coche. Coge la manivela para salir por la puerta pero no puede, está cerrada. - Esto no se abre... - Dice ella
- ¿Qué pasa, tampoco sabes abrir una puerta? - Dice él

- No es necesario que se vayan. He llamado a la policía. Está a punto de venir para que paguen - Confiesa el taxista. 
- Pero.... ¡Será gilipollas! - Grita ella perdiendo los papeles 
- ¡Genial! - Añade él irónico. 

Víctor ríe con cara de miedo. La policía para detrás del taxi y el taxista abre la puerta dejándolos bajar. Fuera ella saca el monedero y le da el dinero. 

- Aquí tiene imbécil - Dice ella 
- Más respeto señorita - Dice el policía 
- ¡Me encierra en un coche y encima le doy 8 euros! ¡5 céntimos más de lo que le debo! ¿Y encima me llama ladrona? ¡Yo a usted ni agua señor! ¡Ni agua! 

Víctor prefiere no mirar. Mientras tanto él contempla riendo la escena. Ella le parece increíblemente graciosa y estirada en ese momento. Tan poca cosa y tan chula con la policía y el taxista, jugando a hacerse la indignada. 

- Buenas noches señores, ¡Esto es indignante! - Dice ella y comienza a andar sin saber muy bien donde está la casa de él. 
- Menos humos señorita 
- ¡Idiotas! - Insiste ella... 
- ¡HE DICHO MENOS HUMOS! - Grita a lo lejos el policía 
- Está algo borracha... no se lo tenga en cuenta... - Dice él finalmente defendiéndola. 

Consiguen salir "airosos" del asunto y se dirigen los tres a casa de él. Cuando llegan a la casa. Él les conduce a la habitación donde van a dormir. Está enfadado con ella pero por otra parte le tiene muchas ganas. 
La habitación es un ático. Con dos camas pequeñas algo desordenado. Víctor se tira a una de las camas dispuesto a dormir y a olvidar la noche. Él baja un momento al baño y ella se dispone a meterse en la otra cama. 

Que bien se está allí dentro. Está agotada. Cierra los ojos y comienza a relajarse. 

Capítulo 38 - PALABRAS


- ¡Pasarlo bien! Nos vemos mañana - Dice Carol al grupo. Ella se gira al escuchar esas palabras. ¿Cómo, ya se va? piensa. Carolina mientras tanto da un beso a su novio para despedirse de él. 


- Carolina, ¿Por qué te vas? - Dice ella algo "asustada" 
- Ah, tengo clase mañana. 
- Yo pensaba que salías hasta más tarde.... Por eso he bajado hasta aquí 
- Oye tía, ¿Por qué no dejas de hacer el tonto y te diviertes como es debido? - Dice Carol, mirando hacia él. Y después le giña un ojo a ella. 
- ¡Carolina! ¿Y Víctor qué? 
- Víctor se queda en casa de tu amorcito y tú también. 
- ¿Yo? ¡Estás loca! 
- Vamos... estas medio borracha y él te gusta ¿Qué problema hay? ¡Pero si vais a terminar juntos! - Dice la amiga riéndose. 

- ¿Tú te quedas no? - Dice Víctor mientras se acerca a las dos chicas. Ella le mira con cara de pocos amigos - Vamos... no seas tonta, también me quedo yo. Será como una acampada entre amigos... 

Ella lo mira a él y él le rechaza la mirada. Sí, seguro que va a ser una preciosa "acampada" entre amigos...   
Finalmente ella parece ceder. Y Carolina se despide de los demás triunfante, habiendo completado el trabajo de celestina de ese día perfectamente. Antes de salir por la puerta Víctor y Carolina se guiñan un ojo. Parece que el plan de juntar a esos dos no les está saliendo tan mal. 

La noche sigue su cauce. Beben más chupitos y siguen disfrutando de los días de fiesta que ofrece la ciudad. Víctor habla con ella la mayor parte del tiempo y todo el rato aparece él en la conversación. Los amigos de él ya comienzan a perder el control. Van desapareciendo con chicas, otros se van a casa porque no consiguen irse con ninguna y otros están tan borrachos que tienen ganas de dormir y meterse en la cama. Finalmente quedan solo ellos tre: Víctor, él y ella. 

- ¡Qué divertido! - Dice Víctor algo contento - Muy bien, ¿Y ahora donde vamos? 

Los dos miran a Víctor con cara de querer aplaudirle en la cara. 

- Yo por mí a dormir a casa... - Dice ella
- ¿Ya quieres meterme en la cama? - Dice irónico él después de no haberle dirigido la palabra desde el "incidente" del chupito. 
- El que quiere meterme otra cosa eres tú
- Jajajaja - Ríe Víctor 
- No te vendría mal un poco de places, estás amargada. ¡Por dios! Solo te he tocado el culo reina, eso se lo hago a mis amigas de broma - Dice él presumiendo
- Yo no soy tus amigas. Si me tienes ganas... 
- ¿Qué hago? - Dice él chuleandola 
- ¡Vete al baño! - Comtesta ella. Y después se marcha camino de la barra a hablar con el camarero. 

Algunos chicos se acercan a ella. Él está furioso. Le gustaría apartarlos a todos. Le gustaría pegarle un empujón a ella y después besarla. Pero él nunca la tocaría, ni siquiera para pegarle un empujón. La noche sigue. Él frustrado porque ella pasa. Se marcha al baño. Entonces Víctor la coge por banda. 

- ¿No ves que le gustas mucho? 
- ¿Quién? ¿Yo a él? - Víctor asiente - ¡Bag! ¡Bobadas! - Añade ella. Pero no puede evitar sonreír solo de pensarlo. 
- Se nota. Y nos ha comentado algo a Carol y a mí. A tí también te gusta un montón. Además... no lo juzgues mal, lo ha pasado mal... - Dice Víctor 
- ¿Quién él? - Dice ella dudándolo mucho. 
- Sí, no es un chico de relaciones cortas digamos... 
- No me lo creo... - Dice ella. 
- Te sorprenderías. Pero eso que te lo cuente él... - Dice Víctor viendo que se va acercando ya el otro. 

- Por mí nos vamos a casa - Dice él. 
- Perfecto... - Dice ella mientras anda hacia delante. 

Víctor avanza con ellos indignado. La misión ahora es conseguir un taxi. 

lunes, 8 de febrero de 2010

Capítulo 37 - METER MANO




Ya hacía posiblemente dos horas que ella había regresado de aquel bar triunfante con una bolsa llena de cubitos de hielo de aquel bar completamente gratis. Había ofrecido los hielos a todos presentes menos a él. Quiso saborear lentamente su victoria y dejar que se le "arrastrara" un poco. Primero él intento beber sin hielo. Pero cuando en su cara se apreciaron las arcadas y alguna que otra mini nausea sintió que ya era demasiado tarde para ocultarlo.

- Vale está bien... ¿Te importaría darme hielos?
- No, primero quiero que me lo pidas un poco más... - fue lo que dijo ella. Hasta que al final cedió y el pudo empezar a beber frío.

Ya habían dejado aquella zona donde se habían dedicado a beber. Los amigos de él iban muy contentos y no paraban de gritar por la calle. Ella se acercó entonces a Carolina y a su novio y hablaron de temas variados. Él intentó acercarse lo más sutilmente posible. Pero el cuarteto de "parejitas" no tardó demasiado en dividirse cuando Víctor comenzó a decir que él y ella hacían buena pareja y que estaban hechos el uno para el otro. Carolina le reía las gracias e incluso apoyaba la opinión de su novio. Pero a ellos, por mucho que les gustara escuchar aquellas cosas, se sentían avergonzados y a la vez orgullosos. Y caminaban hacia delante separándose de la pareja y acabando en dos grupos distintos para no tener que verse las caras.

- Oye ¿Por qué eres borde conmigo? - Dijo él sin poder evitar callarse mientras caminaban hacia los bares.
- Supongo que lo soy porque tú lo eres conmigo...
- ¿Así qué te dedicas a hacer todo lo que hago yo?
- No, yo no me dedico a hacerte preguntas incomodas
- ¿Esto te ha resultado incomodo?
- Puede... ¡Ai! Dejame ¿Quieres? ¡Me estás haciendo hablar sin sentido!

Él la mira. Por un instante se da cuenta de que sin querer a conseguido ponerla nerviosa de verdad. Se encuentran muy cerca el uno del otro y algo contentos después de esas copas que han tomado en aquel callejón. Él tiene cagas de repetir lo que lleva sin hacer dos noches. Ella dejaría que él lo hiciera encantada.
Finalmente llegan al bar "El buscón" - solo con ese nombre ya se podía percibir que tipo de gente frecuentaba ese local - pero todos entran ya que ella promete chupitos gratis para todos porque conoce al camarero. Como no... piensa él.

Dentro del bar ella camina ligera hacia la barra. Allí esta Bruno. Un amigo que siempre la invita a copas para ver si así puede conseguir algo con ella. Como ella lo sabe no tiene remordimientos a aprovecharse también de la situación. Pide los chupitos y los consigue tras ponerle ojitos y una bonita sonrisa al camarero. Él no puede evitar sentir algo de celos al verlos hablar y no saber de qué. Se siente atraído por ella y ahora que la ve menos segura de lo que pensaba tenerla, un impulso se apodera de él. Le tiene ganas y ademas quiere llamar su atención. ¡Zas! Le mete mano y le toca el culo.
Ella se gira prácticamente con la misma velocidad que eso sucede. Lo contempla, él sonríe bromista y luego ella le suelta una bofetada.

- Pero tú que te crees, ¿Qué porque nos hayamos liado este culo ya te pertenece?
- Solo ha sido una broma. No te lo tomes tan a mal chica... - Dice riéndose junto con los amigos que han presenciado el lugar del crimen.
El camarero coloca la fila de chupitos en la barra y ella los va repartiendo a los acompañantes. Por último coge el suyo y el que le correspondería a él. Finge ir a darse y después se lo tira por la camiseta. ´
Él se observa algo sucio y perplejo y después la mira a ella tomándose su chupito de tequila.

- ¡Salud! - añade ella. Y después todos ríen de lo que acaba de suceder. Él la mira furioso.

La guerra acaba de empezar...

Capítulo 36 - HIELO



- Haber si lo he entendido... ¿Yo comparto el Vodka con ella? ¿No podía ser mejor con otra persona? 
- ¿Tienes algún problema conmigo? - dice ella ofendida
- No ratilla contigo ninguno, sino con tu hígado de hierro. Te lo vas a beber todo - Dice él gracioso. Ella se lanza hacia él para pegarle un manotazo. Él intenta evitarlo pero choca con la pared y ella consigue alcanzarlo. - Eh, para, para... - Dice riéndose mientras ella le propina unos cuantos golpes. - Lo veis, ¿Qué os he dicho? - Dice mirando a los demás presentes - No me la puedo despegar de encima... - Ella entonces le pega aun más y él rie como loco. Una chica como ella no puede hacerle daño con la poca fuerza que tiene. 
- Siento tener que beber con una nenaza como tú - Dice ella picada. - Bueno, pásame los hielos anda y cállate. 
- Aquí no bebemos con hielos princesa, no somos tan tiquismiquis. Además, sin hielos sube más 
- No me importa que suba más. Yo quiero hielos. 
- Pues adelante, ve a la Antártida a buscarlos. Ahora todas las tiendas están cerradas. Deberías haberlo pensado antes. 
- No he sido yo la que he comprado Vodka barato, gracias 
- No, no has sido tú. Y por eso deberías agradecer que lo haya comprado yo y vayas a tener el honor de poder compartirlo conmigo, gracias. - Dice él irónico 

- Chicos, ¿Pero por que discutis tanto si en realidad os quereis? - Pregunta Víctor entrando al trapo. Carolina, su novia le da un empujón con el codo. - ¡Au! ¿Qué pasa? ¿No me habías dicho que se habían liado? - Carol vuelve a pegarle discretamente otra vez. 

- Esto... chicos, ¿Alguien necesita ir a soltar una meada por algún rincón de esta puta calle? - Dice uno de los amigos de él. Él sin dudarlo un segundo tiene ganas de hacerlo. Pasa de tener que explicar nada al curioso y patoso de Víctor. Le dedica una mirada a ella. Ella se la devuelve y después camina hacia delante con sus amigos. Carol, Víctor y ella se quedan solos con las bebidas esperándolos. 

- ¿Pero no te habías liado con él? - Pregunta Carol 
- ¡No! - Miente ella 
- ¿No? - Se sorprende Carolina 
- ¡No!
- ¿No? - Dice Víctor 
- Sí, vale ¡Sí!. Nos hemos besado. Nos liamos hace dos noches en las carpas. Sí ¿Y que pasa? 
- ¡Oh! ¡Eso es estupendo! - Grita Víctor cogiéndola por los aires 
- ¿Estupendo? ¡Es horrible! - Dice ella mientras vuela. Al escuchar esas palabras Víctor la  baja del suelo perdiendo toda la euforia. 
- ¿ Es que acaso él no te gusta? 
- ... No.... - Dice ella finalmente
- ¿No? - Dicen extrañados la pareja a la vez mientras la miran perplejos con los ojos muy abiertos. 
- ¡Ai! ¡No lo se vale! ¡No lo se! 
- Si que lo sabes. Y tú a él también le gustas. Se os nota a mil kilómetros, estáis hechos el uno para el otro - Dice Víctor sacando su vena más romántica. 
- Ya estamos, ¿De qué hablais? - Dice uno de los chicos que ha ido a echar la meadita acercándose a ellos. 
- Nada, estamos hablando de que estos dos se gustan - Dice Víctor 
- ¿Quién? ¿Qué ella me gusta a mí? - Suelta una carcajada él. - Eso es lo que le gustaría a ella 
- No, eso es tu sueño más ferviente. No te hagas el duro - Dice ella chula pero en realidad muerta de verguenza. 
- A tí te gusta, y él le gustas tú. Empate, no os peleeís - Continúa Victor. 
- Yo me voy a por mis hielos - Dice ella encontrándolo como mejor opción para escapar de allí un rato y que se les olvide el tema. 
- ¡Está todo cerrado! - Le repite él. 
- No voy a una tienda. Voy a que me los regalen a un bar
- No te van a dar por tu cara bonita unos hielos guapa... - Dice el retándola 
- Creo que me subestimas siempre. - Dice ella mientras se gira dirección al primer bar con la luz encendida. 

Como siempre, parece que la noche promete. Y cuando se retiene tanta rabia acumulada pero a la vez tantas ganas del otro... las cosas siempre suelen acabar demasiado fogosas... 

Capítulo 35 - LUCHA VERBAL



Víctor siempre había sido un personaje peculiar. Era un chico realmente especial. Algunas personas lo consideraban como "rarito". Pero para otros, tenía un encanto entrañable. Ese era el caso de su novia, Carolina. La amiga de él, la chica que hizo que él y ella se conocieran ese día en la fiesta que hizo en su casa. El lugar donde empezó toda esta historia. 

Él y ella no se habían visto en dos días. Habían hablado dos veces contadas por el ordenador y todo fue para meterse el uno con el otro forzudamente y sin tregua. Los dos habían tenido ganas de verse, los dos habían pensado en el contrario. Pero intentaban disimularlo intentando soltar pequeñas indirectas para saber por que zona saldría el otro o que sitios frecuentarían. Había sido en vano. Los amigos de cada uno hicieron planes opuestos y uno de esos días ninguno de los dos salió. A pesar de eso tampoco se atrevieron a quedar solos - siendo eso lo que más les apetecía.- 

De todos modos, ese día sí que iban a verse de nuevo. Las fiestas continuaban y los días se iban acabando pero esa noche había que salir porque Víctor llegaba a la ciudad para ver a su novia y conocer a sus amigos. Ellos estarían y Carolina, deseosa de que sucediera algo entre sus dos amigos no dudo en llamarla a ella para convencerla de que fuera con ellos. 

Después de tirar toda la ropa por encima de la cama. Probarse una cosa detrás de otra y dudar durante horas que ponerse... decidió optar por unos pitillos y una camiseta sencilla. No estaba por la labor de ponerse demasiado elegante, pero tampoco quería ir fea. Cada camiseta que se probaba lo hacía pensando en si a él le gustaría. Después se sintió estúpida por volver a estar cometiendo el mismo error: Pensar en él. 

Ella esperaba sentada en las escaleras a Carol. Se suponía que tenía que haber llegado hacía 10 minutos pero seguro que Víctor había conseguido "entretenerla". Cuando llegaron Víctor corrió hacía ella alegre por verla y después de también saludar a Carolina los tres se dirigieron a buscar al resto de amigos que los estaban esperando. 
Se encontraban en un callejón, algo escondidos para que la policía no pudiera encontrarlos y los multara por beber alcohol en la calle. Cerca de ellos había una pequeña carpa que celebraba una fiesta de la cerveza - un ambiente muy propicio para ellos-. Él la ve llegar de lejos. Más guapa que los días anteriores, la ve delicada y    firme al mismo tiempo. Le encanta. Traga saliva y al ver que ya se encuentra demasiado cerca de él como para poder darse cuenta de que la está mirando, gira la cara y finge enterarse de lo que sus amigos están diciendo. 

Víctor se acerca bromista a saludar a todos. Carolina también los saluda. Ella, deja para el final su postre: le da dos besos a él. Se siente rara después de haberlo besado hace dos noches de una manera tan diferente. El beso le resulta frío y forzado. Desearía darle el otro beso, el beso de verdad y el que demuestra lo que ella quiere con él. Pero no. Él acepta el beso de ella pero desearía que fuera otro tipo de beso diferente. Y después de esto empieza el ataque verbal entre ambos. Solo como una forma de engañarse a si mismos de que no se soportan... aunque realmente es todo lo contrario. 

domingo, 7 de febrero de 2010

Capítulo 34 - ESTÚPIDOS

4
Cuando una persona bebe suele desinivirse en ocasiones más de lo que sería capaz de hacerlo en una situción sobria. Pero el problema no es desinivirse en el momento que estás bebiendo. El problema, aparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Y entre todo ese dolor de cabeza y esos mareos con nausas repetitivas tenemos la mala suerte de recordar algunos flases de la noche anterior. 

Esto fue justamente lo que le pasó a ella. Cuando por la mañana un rayo de luz chocó con sus ojos obligandola a apretarlos fuerte. Había dormido como un tronco unas cuantas horas seguidas. Pero lo que realmente la despertó no fue el sol. Sino unos golpecitos contra la ventanilla del cristal que procedían del otro lado del coche. 

- ¿Hola? - Dijo la voz que sonaba al otro lado del cristal. - ¿Eres tú? 
Él se despierta sobresaltado y da un pequeño brinco desde el asiento reclinado de la parte delantera del coche. 
- ¡Marta! ¿Qué haces aquí? ¿Ya vestida? ¿Vais a la ofrenda? - Pregunta él asentandose todabía. La ofrenda era una tradición que se hacia en esa ciudad desde hacía años. Muchos ciudadanos se vestían con su traje regional y le llevaban flores a una estatuilla. Ella nunca había estado dispuesta a hacer fila para un acto así y realmente él tampoco lo estaba. En cambio, para su amiga Marta era una costumbre entretenida. 
- No, ya hemos ido a la ofrenda - Contesta la amiga de él - Por Dios, ¿Pero que hora crees que es?, son las 12 y 46 de la mañana. Oye, por cierto... ¿Qué estás haciendo aquí durmiendo en el coche? 

- Buenos días... - Dice mientras asoma la cabeza por la ventanilla. Mientras se levanta de la parte de atrás. Marta la mira voqueabierta ¿Han dormido en el coche los dos? Eso solo puede significar una cosa: Ha pasado algo entre ellos seguro. 

Ella se da cuenta de lo que Marta está pensando. Y después llegan a su cabeza los famosos flases de todo borracho. Allí los tenía: Los besos, el baño portatil, la pequeña siesta a las puertas de las carpas, el taxista, él defendiendola, la pequeña conversación en el coche. Pero sobretodo como él la besaba y lo mucho que a ella le gustó. ¡Qué horror! Se queda sumida en sus pensamientos. Ha sido una estúpida, recuerda como ella lo ha agarrado para besarlo... ¿Se acordará el de todo lo que pasó la noche anterior? 

Lo mira entonces. Él está tranquilo hablando con Marta. Después la mira a ella como si nada pasara. A lo mejor con un poco de suerte el no recuerda nada. Mejor. Se suponía que no quería hombres en su vida y menos un capullo como ese. Ya sabía de que iban los chicos que tenían tantas amigas. Además lo que más le fastidiaba es que le había gustado demasiado ese beso. Y si seguía haciendolo terminaría enganchandose. No, era mejor parar. De hecho, era mejor no hablar del tema.

Marta se va después de despedirse de ambos. Al torcer la esquina marca un número de teléfono sin dudarlo un minuto: 

- Anna, soy Marta... ¿A qué no sabes lo que acabo de ver? - Cuenta a la rubia divertida que tiene Marta y él como amiga en común...
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 - ¿Así qué es por aquí donde vives? - Pregunta él mientras observa como se pierden del mundo. 
- Sí, yo una chica de campo aquí donde me ves... 
- Vaya, se tiene que vivir tranquilo por aquí - Dice mientras observa todas las grandes casas de campo, con sus jardines y sus perros. Se pueden ver dos granjas con vacas y gallinas y un poco más adelante un establo con un gran pajar. - Que guay, es diferente a vivir en la ciudad... - Dice él mientras contempla todo eso. - Se parece a la montaña... yo antes solía ir mucho... - Continua hablando relajado. 

Ella lo mira y lo escucha. Le gusta como habla y lo que dice. Se va tranquilizando cuando ve que él no tiene intención de sacar el tema de lo que sucedió la noche pasada. Está claro que si no lo saca, es porque no le interesa sacarlo. Seguramente ha sido una más en su estupenda lista de mujeres con las que se ha besado. Bueno, no pasa nada, mejor así piensa ella. Menos posibilidades de que te puedan romper el corazón. 

- Es aquí - Dice ella finalmente. Él mientras tanto observa desde dentro del coche la casa. Le parece bonita. Le gusta el sitio y piensa que a ella le sienta vivir en un sitio como ese. Se da cuenta de que tienen bastante más en común de lo que él pensaba y sonríe para sus adentros. Entonces siente miedo, se da cuenta de que esa chica le encanta y de que ella no tiene ninguna intención de tener nada con él. Lo de la noche anterior fue un desliz por parte de ella. Solo iba borracha y se le antojó probarlo a él. Que estupido... allí estaba embobado mirando como ella abría la puerta. 
Siente ganas de decirle que quiere hablar sobre lo que paso la otra noche. Ella mientras habre lentamente la puerta intenta darle tiempo a él para que diga algo. Pero ninguno de los dos pilla las indirectas. Finalmente ella abre la puerta. 

- ¿Quieres pasar? - Dice ella entonces.. 
- Tal vez otro día - Contesta él educado 

Ella asiente con la cabeza. Él arranca el coche y desaparece de allí. Ella entra a su cuarto y se tira a la cama. Que boba, no ha querido ni entrar a su casa. Mientras, Él para el coche en mitad del camino de piedras que lleva a casa de ella. Piensa en volver y llamar a su timbre. Pero no, es mejor así. No puede estar a su lado y no lanzarse a besarla. 

Que estupidos...

Capítulo 33 - Una pequeña siesta



Una gotitas de agua fresca le mojan la cara. Esboza una mini sonrisa agradeciéndolas y después se acomoda de nuevo. Escucha el ruido de los pájaros y un rallito de sol le quema en el ojo. Y... ¡Zas! Entonces pierde su   cálido sueño y abre los ojos de golpe. Lo ve todo mucho menos placentero que hace unos segundos: Su comoda cama es el cemento lleno de vasos usados amontonados y las pequeñas gotitas del rocío no son más que de una mangera que con ayuda de un señor limpia el suelo donde ellos se han quedado dormidos. Son las 8:00 h. de la mañana. Las carpas llevan una hora cerradas y toda la gente se ha marchado. También los camareros, también seguridad. Ahora toca el trabajo sucio, limpiar todo el desastre para dejarlo preparado para la siguiente noche. Sin saber como se gira y allí esta ella apoyada en el. Con la boca entreabierta y sus pestañas largas con los ojos cerrados. No, no ha sido un sueño. Esa noche ellos se estaban besando, no recordaba bien el momento ni las cosas que pasaron después, pero sí. Estaba seguro, aun le sabían los labios a ella. 
Ella se retuerce y entreabre los ojos. Esta aun mareada. Se miran y sin decir mucho más que algun gemido de incomodez se levantan. Los dos se marean, aun siguen borrachos. Parece que hayan dormido una eternidad, pero ha sido una hora o ni eso. 

- ¡Dios mío! He perdido el tren - Dice ella como si hubiera por un segundo abandonado la borrachera 
- Puedes dormir en mi casa 
- ¡No! - Dice ella asustada. No porque el le de miedo, sino porque seguro que los padres de él se enterarían de que ella a dormido en su casa. ¿Qué pensarían de ella? No, era mejor que se mantuvieran las distancias.
- Vale y entonces ¿Qué pretendes hacer? Bueno, puedes dormir en mí coche. No es muy cómodo pero... 

Ella revisa las posibilidades. No estará mal echar una cabezada rápida y después irse a su casa. Al fin y al cabo, los padres de ella no la esperaban a dormir. Así que todo saldría perfecto. Además, no pasaba nada por una pequeña en su coche. Él no pensaría mal de ella. Y ella dormiría un rato. Ella cede y los dos se encargan haciendo eses de buscar un taxi. No tienen mucho problema porque todo el barullo a pasado hace unas horas. 

El taxista es regordete. Conduce algo rápido y muerde un palillo. La música es horrible. Suena a algo parecido a unas sevillanas. Sin duda, es el prototipo perfecto de taxista. Ellos mientras se miran, aun contentos por el alcohol y ríen al haber pensado a la vez que el hombre que los lleva a su casa-coche es muy hortera. Después ella, más perjudicada que él, pasa a la parte de atrás de los asientos ya que se trata de una furgoneta taxi y después riendo aun por lo anterior él pasa detrás con ella. Le agarra la cara y la besa de nuevo. Ella le corresponde divertida y vuelven a besarse. 
Pero algo en la cabeza de ella le hace evadirse de ese dulce momento. 

- Oye, - le dice a él susurrando para que el taxista no les pueda escuchar. - ¿Tenemos dinero para pagar el taxi? 
Él abre la boca y después le contesta. 
- No, ¿Y tú? 
- ¡No! - Dice ella divertida
Los dos se miran y ríen
- ¿Y ahora qué hacemos? - Dice él riéndose. 
- ¡Bajarnos sin pagar! - Dice ella riendo por lo bajo. 

Mientras el taxista conduce sin saber la huida que se está planeando detrás se van aproximando más la casa de él. Finalmente el taxi para donde el le indica. Los dos se miran 

- Serán 12 euros... 

Esos se preparan... 

- ¡CORRE! - grita ella a el... y los dos salen disparados del coche uno por cada lado de la puerta. Corren y corren. El delante y ella un poco más atrás. A lo lejos el taxista los maldice y ellos ríen mareados sin saber muy bien a donde se dirigen. 
- ¡Malditos hijos de puta! - Grita el taxista asperado 

Después de correr unos minutos. Él para en seco. 
- ¿Qué pasa? - pregunta ella con la respiración entrecortada y una sonrisa de niña feliz en la cara con los mofletes rojos. 
- No es por aquí. Es por el lado contrario - Los dos ríen. Y se dirigen a buscar la verdadera casa de él. 
Tranquilos por el camino. Alguien aparece corriendo, no tiene cara de muchos amigos y está enfadado y fuera de sí. 

- ¡LADRONES! - grita el taxista mientras se aproxima a ellos. - ¡DARME MI DINERO CABRONES! - Insiste mientras se acerca a ella con la mano abierta y levantada. Violento, dispuesto a hacer cualquier cosa por recuperar sus 12 euros. 
Él salta como una fiera y se pone delante de ella. 

- ¡A la chavala ni la toques! ¡NI TE ATREVAS A PONERLE LA MANO ENCIMA! ¿ME OYES? - Grita furioso ahora el fuera de sí. También con la mano levantada pero a diferencia del hombre con el puño cerrado. La cara de él está furiosa y cerca de la del taxista con gesto rivalizante. El hombre escupe al suelo y se muerde la mandíbula lleno de rabia. Mientras los coches pitan detrás del taxi parado reclamando que arranque el coche de allí para poder pasar. El hombre se percata de que no tiene nada que hacer contra un joven más fuerte, más alto y mucho más en forma que él. Asume su perdida y se dirige gruñendo hacia el coche. Él sigue con la mano levantada contra el taxista por miedo que puedan hacerle a ella daño. 

- Malditos ladrones... - Dice por lo baño el hombre mientras se dirige al coche. Arranca. Y los coches comienzan a pasar. Ellos se miran. Ella esta asustada, él también. Se quedan en silencio unos segundos y después, aun mareados, comienzan a reír a carcajada limpia como locos. Hablan sobre lo que ha pasado hace un momento mientras llegan al coche. Ella pasa a la parte de atrás y se despide de él para que pueda entrar a dormir a su casa. Pero él no quiere dejarla sola y se sienta en el asiento del conductor, dejando a ella la parte más cómoda. 

- Estás muy loca pijilla... ¿Lo sabías? - Dice él sin mirarla desde el asiento de delante. 
- A sido divertido... -Ella encogida y tumbada detrás contesta cansada pero feliz. - Esa es una de las majores cosas de la vida... 
- ¿Qué cosa? 
- Que las personas sean capaces de sorprendernos para bien, una vez que nosotros las hemos juzgado negativamente... 
Él sonríe. Ella cierra los ojos al fin vencida por el cansancio. Se ha quedado dormida. 

Él repasa la noche algo aturdido. Aun siente el alcohol circulando por sus venas. Pero ya no está tan borracho como al principio. Después por el espejo retrovisor la mira a ella. "Cara de ángel"  piensa él. Y después, sin darse cuenta se va quedando dormido mientras la mira. 

Capítulo 32 - Dulce derrota



Hay algo que realmente duele, es admitir una derrota. Y esa noche Marc, tubo que agachar las orejas y dejar a su "rival" continuar disfrutando de su dulce y apetitoso "premio". 

Cuando Marc llegó al lugar de los hechos se encontró con una escena que le resultó hasta a él demasiado apasionada para poder soportarla. Allí estaba ella con él besándose muertos de ganas como si llevaran mucho tiempo deseando hacer lo que estaban haciendo esa noche. Apretó la mandíbula y aun sin rendirse - ya que la esperanza es lo último que se pierde - se acercó a la pareja para intentar "cortarles el rollo". 

- Esto... eh... chicos... ¡Chicos! - Dijo el fastidioso. Pero ellos parecían estar realmente ocupados en ellos mismos. Lo miraron borrachos y después se miraron el uno al otro y con una sonrisa volvieron a besarse - por no decir "comerse la boca" locamente - de nuevo. 
Marc se sintió ofendido, sentía que toda la gente de su alrededor lo miraba sabiendo de que iba la historia y se sentía avergonzado. Parecía que todos supieran que era una de las pocas veces que una chica lo había rechazado. Y más, por un chico que no tenía "nada" - según él -  con lo que poder competir. Ese chico no tenía coche, no tenía ropa cara y no sabía nada de Wysky caro y aun así, allí estaba besándola a ella. 

Él y ella continúan abrazados. Un beso, otro beso. Marc habla con los amigos con los que antes tomaban chupitos. Uno de ellos se acerca a él pensando que va a decirle a ese creído algo divertido: 

- ¿Cómo están estos dos, no? ¡Solo les falta quitarse la ropa! - Dice chistoso el hombre. Marc aprieta la mandíbula de nuevo. 

Ellos se besan, él la aprieta contra el sin darse cuenta protegiéndola de toda la gente, solo quiere que sea para él. Ella lo besa, una y otra vez. Y así durante mucho rato. Los borrachos no tienen noción de que el tiempo pasa más deprisa de lo que ellos creen. Parece que está amaneciendo y que la gente va abandonando el recinto. 

- ¡Necesito ir al baño chicos! - Grita ella con el típico apretón típico de un borracho. Evidentemente los dos ceden. Él por que no la quiere dejar sola ni un minuto y Marc porque no quiere dejarlos solos a ellos. Ella loca y divertida - efecto del alcohol - llega a los baños y ve a Marc con cara de perro. - ¿Qué te pasa? - pregunta ella

- A mí nada - Dice Marc picado. Mientras Él suelta una carcajada sabiendo lo que le pasa realmente. 

Ella lo ignora. Está demasiado eufórica como para esforzarse por entender a un hombre celoso. Después entra al baño portátil y cierra la puerta. Ha terminado pero sigue allí dentro. Está algo mareada pero eso no le impide pensar en él. De repente se da cuenta de que lo ha besado y después el la ha correspondido con más y más besos. Ella sonríe patética en el baño y después siente ganas locas de volver a repetir lo que ha estado haciendo toda la noche. Abre la puerta del baño y lo agarra de la camiseta. Lo empuja dentro de ese mini baño portátil y cierra la puerta con cerrojo. Él no habla, no es momento de hacerlo. La coge en brazo y la empotra contra la pared del baño portátil. Mientras fuera el movimiento de lo que pasa dentro se puede apreciar. Realmente a nadie le importa. Solo a ese creído, ciego de celos. 

Él la agarra a ella por la espalda. Ella lo besa fuertemente. Él pasa su lengua dulcemente por su escote y ella después le agarra por detrás. Él sabe que no es como cualquier chica y tiene la necesidad de respetarla pero el alcohol y todo el tiempo que llevaba esperando este momento le hacen perder la cabeza. Mete las dos manos por dentro del pantalón de ella y le toca. Ella respira fuerte, lo agarra con más pasión y siguen besándose. 

Alguien llama a la puerta del baño. Ellos ni lo escuchan. Están fuera de sí. 

- Eh, chicos... ¡Yo me voy! - Grita el otro desde fuera 

Pero no recibe contestación. Ellos siguen con lo que estaban haciendo. 

- Yo me marcho, ¿Vale? - Insiste de nuevo la voz desde fuera. Ellos se miran sonriendo. No piensan contestarle y realmente están deseando de que se vaya. Marc resignado abandona el baño y con el su deseo y capricho de esa noche. Pero ellos siguen allí dentro. Él podría quitarle toda la ropa a ella y posiblemente ella no diría nada. Pero sabe que está borracha y que no quiere hacerle daño. Respira hondo al saber que va a hacer algo de lo que posiblemente se arrepienta a la mañana siguiente. La besa dulcemente dentro de ese WC y después le sonríe. Ella lo mira algo perdida y mareada. Es lo que pasa siempre en una borrachera, después de la euforia llega el contraste de la calma. 

- ¿Salimos de aquí? - Pregunta él con una sonrisa. Ella mueve la cabeza sin saber muy bien como y él entiende que está asintiendo. Salen del baño. Algunas personas miran e imaginan lo que ha pasado allí dentro. Se equivocan, allí no ha pasado realmente nada de lo que ellos piensan. Después él la agarra suave de la cintura intentando perder menos el control que ella. Y se van andando camino a saber a... donde les lleve el viento. 

lunes, 1 de febrero de 2010

Capítulo 31 - ESTA NOCHE QUEDATE


- ¡Por ustedes señores!- Dice un hombre divertido algo más mayor que ellos tres. Unas cinco personas, Marc, él y ella y ese hombre animado brindan con sus vasos de tequila. Son las 3:57 h. de la madrugada. La noche acaba prácticamente de empezar. Ese recinto no se cerrará hasta las 7:00h. de la mañana. 

El alcohol recorre las venas y pasa por las bocas de todos. Las cosas se animan. Todos bailan con todos, todos ríen con todos. Todos son divertidos y todos son amigos los unos de los otros. Ya que cuando se trata de alcohol por medio, todos parecemos extremadamente guapos y atractivos. 

- ¡Joder! Que borracho voy - Grita Marc riéndose con todo el grupo. 
- ¡Los niños pijos que no sabéis beber! - Le contesta él aprovechando la borrachera. Todos ríen. Marc también. Está tan borracho que no se entera de nada. Él también borracho, pero sabiendo controlarse mejor, se acerca a ella. - ¡Tienes un morro! - Le dice chistoso
- ¿Yo? ¿Por qué? 
- Nunca había conocido a una chica con tan sumamente extrovertida... ¡Mira! - Ella se gira y ve a los "nuevos amigos" que han hecho esa noche, se da cuenta de que apenas han pagado copas. De pronto, la música  se para unos segundo y da paso a otra nueva. Los dos gritan emocionados por la canción. Se agarran de las manos y se ponen a girar dando vueltas haciendo el loco, empujando sin darse cuenta a las personas, gritando y cantando la canción, mareados y riendo a carcajadas. 

Van de un lado a otro de allí para allá. Beben más chupitos y siguen girando, se marean, caen al suelo unas cuantas veces pero se levantan sucios y eufóricos para seguir corriendo y bailando por todo el recinto. Más chupitos, tequila, peche, vodka, litronas de garrafón. Una canción, otra, el mismo recorrido. Sus giros, las vueltas, ellos, esa noche... 

- ¡Corre vamos! - Grita ella. Él ríe como un loco al verla tan fuera de sí y tan poca cosa. La ve divertida y emocionada. Sabe que se lo está pasando bien y que está muy borracha. Pero él también lo está así que coge su mano y la sigue dejando atrás a toda esa gente, dando paso a otra, recorriendo la zona, brincando y llevando en la otra mano la bebida. Corren hasta llegar a un rincón que les frena el paso. Otra canción: 

Triste, como un perro en la utopista 
como una tortuga sin prisa
como una monja en un burdel 

Solo, como cuando tu te fuiste 
como cuando no te rozan unos labios de mujer 
Hoy me he vuelto a ver... 

Absurdo como un domingo por la tarde
como las balas por el aire
como el puto despertador

Inutil como los besos que no diste 
como un cuerpo que se viste cuando me desnudo yo 

Y ahora que... voy más solo que la luna
negociando gasolina
para este amanecer
Ya ves... voy buscando en la basura...
unos labios que me digan
"Esta noche quedate" 

Los se miran, entienden la canción. Parece hecha a posta para ese momento. Se sienten identificados y esa noche todo lo vivido pasa por delante de ellos como si su vida estuviera pasando a la velocidad de la luz. La primera vez que se vieron sin verse, la falda de flores, el tequila, sus locuras, sus discusiones, sus miradas, las veces que se tocaron, todas las que desearon abrazarse, las despedidas, las conversaciones y lo intenso de todo... Ella recuerda que esa noche la había salvado, él la mira y la ve preciosa, ella se siente locamente atraída por él. No sabe como ni tampoco cuando pero esta vez, dejándose llevar por el alcohol lo agarra sin pensar en arrepentirse y hace aquello que tenía ganas de hacer desde la primera vez que lo vio. Coge su cabeza y lo lleva contra ella. Se besan. Es efímero pero apasionado. Después de miran y sonríen. Es entonces cuando él la agarra fuertemente a ella y le come de nuevo toda la boca. Esta vez, mucho más profundo, mucho mas apasionado, más lento y más duradero... 


Como un borracho en el desierto
como una princesa en el metro
como un reo sin voz

como una navidad sin techo
como un desfile en el mar muerto
como la lagrima que moja tu colchon

vacio como el corazón del rico
como el bolsillo del mendigo 
como los besos de alquiler...

Confuso como una noche sin abrigo
como las frases que ya no te escribo pa que vuelvas otra vez...
y ahora que... voy más solo que la luna... 
negociando gasolina para este amanecer 
Ya vez, voy buscando en la basura 
unos labios que me digan... 
"Esta noche quédate"