"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 16 de febrero de 2010

Capítulo 41 - La melodía


A la mañana siguiente cuando se despertó, todo estaba en silencio. El cuarto estaba algo oscuro, pero los rayos del sol se colaban por las rendijas de las persianas produciendo un efecto muy acogedor en la habitación. 
Se removió entre las sábanas y después lo recordó. Recordó el instante del beso en aquella habitación con él, lo que le había gustado, las ganas que tenía de repetirlo. 

Después escuchó esa melodía que procedía del piso de abajo. Llevaba sonando todo el rato pero ella no se había dado cuenta. La había estado oyendo desde que se había despertado pero la consideró como un ruido ambiental más. Esa dulce melodía... 

Levantó entonces la cabeza. Estaba sola en aquella habitación. Víctor ya se había marchado. Dios, ¿Qué hora sería? Volvió a tumbarse en la cama y a escuchar aquella música. Sumida en una profunda relajación, la melodía para. Y la música se convierte en el ruido de unas pisadas que suben al ático donde está "durmiendo". Lo escucha llegar y aproximarse hacia ella. 

- Ei... buenos días oso invernadero... - Dice él sentándose en la cama donde está ella. 
Ella se tapa la cabeza con la manta. 
- ¿Qué hora es? - pregunta ella con voz ronca y adormilada. 
Él sonríe 
- Las 11.45. Nosotros ya nos hemos despertado hace un rato. De hecho, Víctor ya se ha ido a la estación. 
- ¿Por qué no me has despertado? 
- Aunque te parezca mentira, me daba pena despertarte. Se te veía bastante relajada. 
- Ha sido un detalle... - Dice ella mientras se acomoda de nuevo en la cama. 
- ¿Hambre? - Pregunta él. Y después estira el brazo para alcanzar un plato con un bocadillo enorme lleno de huevo, bacon, queso y mil cosas más. 
Ella huele desde debajo de las sábanas el bocadillo. Y dominada por su estómago se asoma a mirar que es eso que se respira tan rico. 

- Vaya... ¿Para mí? - Dice ella un poco más despierta. 
- Sí. Yo ya me he comido antes. - La verdad que hacía tiempo que él no explotaba sus dotes culinarias con nadie. Se sintió bien. De hecho, le había gustado preparar ese bocadillo para ella. Le gustaba hacer cosas por ella. Se había pasado mucho tiempo sin nadie y no recordaba lo que era sentirse bien por hacer feliz a alguien que le importaba. - Bueno, si me disculpas... - Dice irónico - Te dejo sola comiéndote el bocadillo. Luego puedes dormir otra vez si quieres. Hoy no viene nadie a casa hasta tarde, así que tómate tu tiempo. 
- Pero ¿A dónde vas? - Pregunta ella 
- Jaja... - Ríe él. Y después desaparece bajando las escaleras

Ella se acomoda e inca el diente en el enorme bocadillo. Después no sabe como pero se despierta de nuevo apoyada en la cama, acompaña de nuevo del relajante ruido de esa melodía. 

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