"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 16 de febrero de 2010

Capítulo 42 - LA SENDA DEL TIEMPO


Bajó las escaleras con los pies descalzos, siguiendo el sonido de la música. Y allí estaba él, tocando la guitarra y tarareando una canción. Él la ve y entonces para en seco. 

- No, no... Sigue por favor - Dice ella 
- No, es mejor que no - contesta él avergonzado y sorprendido por su presencia - Pensaba que dormías 
- Me he despertado oyéndote tocar, ¿Cantas? 
- Lo intento... 
- Me gustaría escucharte
-Tal vez otro día... 
- ¿Pero por qué no? ¡Si sonaba muy bien! 

Él la mira. Ella pone cara de niña buena. 

- No canto delante de la gente, lo siento - Insiste él 
- Vamos... me giraré para dejarte intimidad, no te miraré - pero ella no se rinde
Él respira resignado. Ya lo ha vuelto a liar otra vez. 

- ¡Pero solo un poco! - Dice divertido y a la vez piensa donde se está metiendo
- ¡Valeee! - Grita ella alegre y va dando brincos hasta el sofá.

Él se sienta a su lado mientras agarra la guitarra. Después la mira. Está girada como ha prometido, y contenta.   Puede apreciar  su media sonrisa porque va a escucharlo tocar. Él mira las cuerdas, respira hondo y comienza a acariciarlas. Suena la melodía. 
Ella la escucha, se siente profundamente relajada en esa habitación, a su lado. Se siente cómoda y segura. Siente paz... relajación... Y sin saber porque a él le pasa lo mismo. Los nervios van desapareciendo, toca con más firmeza y soltura. Y respira para cantar acompañando a la música: 

A veces llega un momento en que 
te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente 
pero con ganas de morir

Paseando por las calles, 
todo tiene igual color...
siento que algo hecho en falta
no se se será el amor... 

Se hace el silencio por un instante. 

- Cantas muy bien... -Dice ella- Y la canción es bonita, me gusta...
- Antes la cantaba mucho... me sentía identificado. Hace un tiempo que he dejado de cantarla... - Entonces la mira fijamente. Con la mirada profunda, sin miedo. Queriendo decirle algo pero sin atreverse a decirlo claramente. Ella siente entenderlo, pero después prefiere no arriesgar, ignorar sus pensamientos. 

- Es tarde... - Dice ella sin apartar la mirada de él. Pero enfriando un poco el momento 
- Sí, será mejor que te marches ni no quieres conocer a la familia... - Añade gracioso 
- Tu deberías acompañarme...
- No soy tu chófer pequeña ratilla - Dice aun sabiendo que va a llevarla a casa 
- Si no vienes no podré enseñarte una cosa... - Dice ella misteriosa... 

Él la mira curioso, después ella alcanza las llaves del coche de él. Las mueve hacia los lados juguetona. 

- ¿Qué me dices? 

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