"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 16 de noviembre de 2010

Capítulo 77 - ARRIESGAR... A SER VALIENTE


Ella lo mira. Esta a su lado reclinado sobre la hierba. Con un brazo se apoya en el suelo, con el otro rebusca entre los macarrones un trozo de carne. La bandeja tiene dos partes distintas. Una mitad es de macarrones a la boloñesa y la otra de macarrones a la carbonara. El bol es enorme, pero sin darse cuenta se los ha comido ya casi todos. ¿Habrá comido algo él? Estaban tan buenos que no le ha dado tiempo ni de pensarlo.
Él la mira, ella se da la vuelta casi intuitivamente. Ya sabéis, eso que suelen hacer las personas, curioseamos, analizamos a otras y cuando nos devuelven la mirada, como si se tratara de algo que estamos haciendo mal, la apartamos de la suya.
-          Estaban buenos, ¿Eh? – Le pregunta él mientras se mete una ganchada a la boca.
-          Eres un buen cocinero…
-          Lo sé… - Bromea. Y ella mueve la cabeza hacia los lados mientras sonríe
-          ¿Siempre estas tan seguro de todo? – Le pregunta mientras le mira a los ojos
-          Sí, casi siempre
-          ¿Cómo lo consigues?
-          Es fácil, creyéndome lo que hago. Cuando actúas por impulsos… O lo haces porque quieres hacerlo, lo que haces lo haces desde dentro. ¿Cómo va estar mal algo que haces porque te nace? Cuando quiero algo, lo hago y punto. Arriesgo… siempre en todo. Pero no es tan difícil como parece. Se puede arriesgar en muchas cosas. Arriesgar para mí no es tirarse por un barranco y ver que pasa. Para mi arriesgar es algo que va más allá, pero que a la vez es más simple que todo eso… Yo arriesgo cuando me levanto por la mañana y me pregunto ¿Hoy que hago? Cuando decido, allí estoy arriesgando. Cuando decido atajar por una calle allí arriesgo, cuando digo, ¿Qué le preparo a esta chica para comer? Ahí arriesgo. ¡Incluso en el instante en el que pienso en verte! ¡Ahí también estoy arriesgando! Porque si lo piensas… cada decisión cambia tu día, y cada día cambia tu vida, porque te va convirtiendo en lo que eres… Tal vez el día hubiese sido diferente si hubiera hecho huevos rotos, si no te hubiera traído aquí, si no te hubiera visto hoy… - Y perdido entre sus pensamientos la mira.
Ella esta mirándolo a él fijamente. Y esta vez, no aparta la mirada. Esta vez la deja ahí quieta, dejando que sus ojos se fundan dentro de los de él. Y con la mirada… se acarician, se sienten, se palpan, se hablan… Y cuantas cosas se dicen… que bonitas todas… Y entonces ella se acerca a él y lo besa dulcemente. Él se deja besar… simplemente se deja, no la toca, solo sus labios. Y el tiempo se para, y ya no se oye nada, solo esa música de la que la gente suele hablar… cuando está enamorada.
Cuando dejan de besarse se separan. Pero lentamente… Y sonríen. No se vosotros… pero para mí, no hay nada más bonito que una sonrisa en los labios después de un beso de amor…
Y los dos se miran…
-          Tu cara… - Dice finalmente él
-          ¿Mi cara?
-          Sí, ya no es igual que la que tenías cuando te he ido a buscar a la universidad… Ahora brillas, como casi siempre… - Y le retira un mechón del cabello que le cae por la cara.
Y sin pedirle él nada. Ella habla y se lo cuenta. Le cuenta de lo que se ha enterado esa mañana en clase. Y sonríe cuando empieza a hacerlo. Se da cuenta de que ella confía en él. De que no ha hecho falta convencerla para que se lo cuente. Simplemente lo ha hecho porque “ha arriesgado”, “ha nacido de ella” hacerlo…  Cuando ella termina el se queda callado, ¿Qué decirle? Estaba claro que ella está asustada, y que por mucho que a él le duela, y que por mucho que su ex hubiera sido así con ella; ella aun tenía sentimientos… no eran de amor, pero si eran sentimientos, ella aun no había perdonado a ese chico, aun no se sentía en paz… y hasta que ella no se sintiera en paz con ese cabrón no podría avanzar. No podría avanzar ella con su vida, ni él podría avanzar en la vida de ella.
-          Tienes miedo… - Afirma él.
-          No lo sé…
-          Sí lo sabes – Y sonríe –Hasta el momento lo único que has hecho ha sido esconderte de ese tío. Y para mí resulta irónico, ¿Sabes? Creo que debería ser él, el que te tuviera miedo a ti. Ese tío es el que se ha portado mal contigo, no tú con él. Y curiosamente tú te escapas… No lo has superado – Vuelve a afirmar
-          ¡Sí lo he hecho!
-          ¡Oh vamos! ¡No lo has hecho! No lo has vuelto a ver desde que ese día te dejo tirada. Han pasado cuanto ¿Siete, tal vez ocho meses? ¡Ni un año! Es reciente, sentiste por él… y no lo has vuelto a ver desde entonces. Sé todo lo que pasa por tu cabeza, tienes miedo a verlo y darte cuenta de que sigues sintiendo algo por él… Pues te diré una cosa, cuanto antes lo veas, antes te darás cuenta de la persona que eres, y antes te darás cuenta de que él no te merece…
Ella lo mira, traga saliva.
-          Y si eso pasara… - Dice ella mientras lo mira a él…
El sonríe…
-          Es un riesgo que hay que correr… - Y la mira a los ojos – para que sepas quien eres, y que es lo quieres…
Y en la mirada de él, y en esas palabras, dice tanto que se puede leer entre líneas…

jueves, 4 de noviembre de 2010

Capítulo 76 - ¿Malas noticias?



Como todas las mañanas del Lunes tardaba unos 15 minutos en despertarse. Iba al baño, se lavaba la cara y volvía a la habitación. Buscaba entre toda su ropa y después de un buen rato decidía lo que se iba a poner. Era complicado saber como hacerlo, saber que elegir. Esa universidad parecía la pasarela de Milán todos los días y lo de que fuera de publicidad, era algo secundario. Allí las chicas se ponían sus mejores zapatos, sus mejores peinados, rara vez repetían lo que se ponían y la que si lo hacía recibía la mirada laser del resto. Con los chicos pasaba algo similar. Todos llevaban un look desaliñado, despreocupado. Pero dentro escondían un elavorado plan de preparación; vaya, un buen rato en frente del espejo todas las mañanas.
El viaje para ir hasta allí era sencillo. Siempre iba a clase con su padre por las mañanas y después, a la vuelta volvía en autobús o con una compañera suya. Así todos los días. Nunca nada nuevo. Todos siempre igual.

Durante las clases ella curioseaba con su portatil no muy atenta de las materias y giraba de vez en cuando la cabeza para ver como algunos compañeros se reían. Sí... todos parecían pasarlo muy bien. En las clases y también en los descansos en la cafetería. Se sentaban alrrededor de una mesa y hablaban de cosas tribiales. Cosas sin importancia, nada raras para ellos: sus Jates, sus cochazos, sus casas de verano en la playa, sus nuevas botas de ski... Siempre bromeaban sobre temas y siempre conocían a gente nueva. Lo más triste era, que ella nunca conseguía reirse de verdad. No era feliz allí desde hacía tiempo.

Los domingos se acostaba con la mala sensación de saber que a la mañana siguiente estaría allí. Se sentía desorientada, perdida en todas las clases y fuera de ellas. El año anterior había sido malo. Todos lo sabían. Ella había llegado allí con una media de ocho y medio y en sus primeros examenes había conseguido superarla. Sus apuntes eran buenos, resultaba atractiva y parecía una buena propuesta para esa universidad. Pero cuando eso pasó... Cuando ese chico la dejó ella calló en esa asquerosa depresión. Sí, la depresión de la que ella le había confesado a él esa tarde en la cafetería. Perdió prácticamente todo el curso.

Este segundo año se sentía atrapada. No llevaba las asignaturas al día. Cargaba con cinco del primer año que no había conseguido superar y además diez nuevas asignaturas del segundo curso. Todo se le estaba haciendo cuesta arriba. No es que tomara la vía la fácil y pasara de estudiar. Simplemente es que no podía hacerlo. Ya no disfrutaba con ello, se sentía fuera de ese circulo, fuera de sus bromas, de sus amistades, de la propia filosofía de la universidad. Ella siempre había oido decir que en la universidad se hacían esos amigos para toda la vida, que en la parte de detrás se fumaban porros y que existía un club de teatro o de lectura. Pero no. Allí nadie hacía nada. Lo único que esixtia era un grupo de futbol para los chicos. A todos les había gustado la idea, sobretodo a las chicas. Pero a ella le desagradaba completamente. No le gustaban esas cosas.

Esa mañana se presentaba diferente. Algo se palpaba en el ambiente en aquella universidad blanca, completamente blanca. La primera hora fue como las del resto del año. Pero en la siguiente no se daría clase. Al parecer venía la televisión ha hacer una conferencia. A explicar como se vivía la tele por dentro, esperiencias, anécdotas. Los chicos parecían entusiasmados y ella también.

En la entrada se encontró con Carolina. Hacía tiempo que no coincidia con ella. Ella estaba en un curso menos y los horarios de descanso no cuadraban con los suyos. Las dos se saludaron y entraron en la enorme aula blanca, la sala multiusos donde trataban temas más importantes. A los pocos minutos entre el barullo y la multitud apareció un hombre acompañado de una mujer y un señor un poco más mayor. Se sentaron en sus correspondientes sillas encima de la gran tarima y después de presentarse comenzaron ha hablar durante dos largas horas.

- ¿Cómo va todo? - Pregunta carolina susurrando y agachándose un poco para que nadie le llame la atención
- Cansada... Me habría quedado en casa, que sueño...
- ¿Qué tal van las cosas con él?
- No lo sé... Este fin de semana... Estropeé un poco todo
- ¿A que te refieres?
- Tenemos que hacer servicios a la comunidad, si no queremos pagar mil quinientos euros...
- ¿En serio? ¿No se puede hacer nada? Tu padre podría...
- Sí, sí, lo sé... ya se lo dije
- ¿Y bien?
- Dijo que se negaba. Ya sabes, él y sus sentido de la justicia. Quiere que trabaje que cumpla con lo que hice... que aprenda...

Carolina ríe. Se lo podía imaginar de él. Una fila detrás de ella está Angie con Elena. Las dos están hablando de algo que parece ser interesante. Ella se gira. Las otras dos se quedan calladas. Después mira a Carolina ¿Qué tramarán? Después de un rato se decide.

- ¿Qué pasa? - Dice ella girándose despacio y susurrando. La que está al lado de las otras dos mira con cuidado para ver si puede enterarse de algo. Ella la mira con cara de pocos amigos y la chica vuelve a prestar atención a los de la tarima.
- ¿No te has enterado? - Dice Angie. Elena prudente le da un codazo.
- ¿Enterarme? ¿De qué? - Pregunta ella confusa

Las dos amigas se miran. Y tienen esa típica conversación sin palabras. Solo con la mirada dicen: ¿Se lo decimos o no? Finalmente asienten. Parece que digan: Se enterará de todos modos. Angela entonces continúa.

- Al parecer han llegado unos rumores... - Y Elena asiente mientras su compañera habla. Carol parece estar interesada también. ¿A caso lo sabe todo el mundo? - Posiblemente no te gusten... - Añade
- ¿Qué esta pasando aquí?
- Venga, ¡Dilo ya! - Se queja Elena
- De acuerdo, de acuerdo - Contesta Angie - Verás... corre el rumor de que viene un pequeño grupo nuevo a la universidad. Empiezan más tarde por el retraso de las matriculas pero se incorporaran a las clases esta semana, la semana que viene a mucho tardar. Pero es seguro que vengan.
- ¿Venir? ¿Quienes?
- Bueno, unos chicos que vienen de grado superior de audiovisual...
- ¿Y...? - Dice ella. Entonces sin saber muy bien porque se huele algo. Ella mira a Angie, Angie asiente
- Sí, tal vez tu "querido ex" forme parte de la universidad

Se queda un segundo parada. Piensa sobre lo que le acaban de decir. Sin saber muy bien porqué, no se siente tan mal como esperaba. Ella esperaba algo similar. Una mala noticia, un cotilleo, algo interesante, un accidente. Pero no, lo único que sucedía era que su ex iba a estar allí. Era algo raro. Hacía prácticamente un año que no se veían. Ella había estado evitando ese momento. No quería verlo ni que ese estúpido la viera a ella. Pero dentro de ella sabía que el día en el que se encontraran llegaría. Y ese día ya estaba cerca. Examinó con su cabeza todas las cosas que podrían llegar a pasar si se encontraba con él. ¿Un ataque de rabia descontrolado contra él? ¿Una bofetada? ¿Ignorancia pura y dura? ¿Un bajón? ¿Sentimientos aun no curados? ¿Qué era lo que pasaría? Sentía miedo sí. Pero era valiente y era una prueba más que tenía que superar. De repente sin saber muy bien porque pensó en él. En se chico tan diferente a ella, con su cochecito, sus zapatillas viejas y su cara de ángel. El chico que la había ayudado tanto asta ahora, con el que estaba viviendo grandes cosas. Entonces sin saber tampoco el motivo sonrió y sintió ganas de abrazarlo. ¿Qué significaba eso? Dedicó de nuevo la atención a sus amigas.

- No me lo puedo creer - Dijo al fin - ¿Va a estar siempre en todas partes? - Y entonces su tono bromeó. No sintió miedo y las demás rieron por lo irónica y fastidiosa que resultaba la situación.

La charla terminó. Había resultado eterna. Ella había estado dándole vueltas y vueltas al tema preguntándose lo que pasaría. Se dio cuenta que la respuesta la encontraria cuando eso pasara realmente.
Todos los alumnos se precipitaron para salir. Ella agarró su carpeta con las dos manos y al lado de Carol imitó los movimientos de los demás. Una vez fuera, en la gran explanada de hierva los chicos y chicas hablaban de sus cosas como era común.

Y a lo lejos entonces apareció. Llegaba el de nuevo como de costumbre con su cochecito azul verdoso. Las ventanillas estaban bajadas y se podía percibir el sonido de la música que salía de su coche. Cuando él se dío cuenta de que ella le había visto dio un pitido fuerte. Algunas personas de la explanada se giraron para mirar de donde procedía el ruido. Algunos miraron mal, ese coche y el que debía de estar dentro no parecía tener mucho que ver con un lugar como ese. Ella se dio cuenta, los miró. Pero algo había cambiado, algo nuevo pasaba. Le dio completamente igual lo que el resto del mundo pensara. Se sentía feliz de volverlo a ver, de saber que podría hablar de nuevo con él. Tenía ganas de besarlo, abrazarlo... Se despidió de las chicas y se precipito hasta el coche. Abriendo la puerta rápido y con una sonrisa se deja caer en el asiento.

- Hola pocahontas... - Dice él mientras observa la trenza ladeada y despeinada que lleva. Está guapa
- ¿Y esta sorpresa?
- Me pasaba por aquí y decidí venir a saludarte - Dice él mientras se hace el interesante. Ella sonrie, ya va descubriendo que bromea - ¿Qué tal las clases? - Se interesa él
- Bien. Ha venido la televisión a segunda hora, ha estado bien, supongo...
- No te has enterado de nada, ¿No? - Dice él riendo - ¿No te habrás saltado las clases verdad?
- No papá... - Le dice con voz teatrera
- Pues más te vale - Y le agarrá la pierna. Esa se mueve bruscamente, le ha hecho cosquillas - Tienes mala cara, ¿Estás bien?
- Sí claro, estoy bien...
- Mentira, se que te pasa algo. No me importa que digas que no. Pero haremos una cosa - Dice mientras la mira misterioso. Ella lo observa con curiosidad - Mete la mano ahí detrás y saca lo que hay ...
Ella dudosa se decide y busca en la parte de detrás del coche. Después de unos segundos palpa algo. Lo coje, está caliente. Y huele bien.
- ¿Macarrones?
- Ajam, macarrones. Te dire lo que haremos entonces. Cogemos estos macarrones, nos vamos al parque grande de cerca de mi casa. Nos los comemos, cantamos, nos reimos de la vida tú y yo solos y disfrutamos un poco... nos quitamos el extrés... Y si luego te apetece, me cuentas lo que te preocupa

Después arranca el coche. Sube la musica que está puesta y haciendo el tonto imita al que canta. Consigue robarle una carcajada a ella y satisfecho aprieta con fuerza el acelerador. Salen a la autopista camino de la ciudad para llegar al parque.
En su interior ella siente la verdadera felicidad. Lo mira a él. Está guapo, le brillan los ojos, le gusta su boca, sus manos, su forma de hacerla feliz, sus macarrones, su voz, su cochecillo... No sabe porqué, pero como un ángel de la guarda siempre áhí en el momento adecuado, en el preciso instante, cuando necesita reir, cuando quiere desahogarse, cuando quiere escapar del mundo: ÉL, SIEMPRE ESTÁ ALLÍ.