"Espero que vivas todos los días de tu vida"

miércoles, 25 de mayo de 2011

Capítulo 91 - Un camino u otro


Sentada en la cama, como siempre se mira en el espejo. Y como la mayoría de todas nosotras se centra más en sus fallos… ¿Demasiado maquillada? ¿Demasiado poco? ¿Muy arreglada? ¿Debería ponerse otra cosa? ¿Se retocaría la nariz? ¿Sería mejor si no tuviera tanta cadera? ¿Tal vez tiene poco pecho? ¿Tal vez debería ser más alta? ¡Demonios! ¡Nunca satisfechas 100%!


Unos pantalones ajustados vaqueros, una blusita fina y sexy y uno de esos tacones que parecen rascacielos han sido su elección de esa noche. Ya imagina las caras de los demás cuando entre por la puerta de ese local nuevo – especialmente la de las chicas - … seguro que todo el mundo pensara que porque se arregla tanto, que como puede andar con esos zapatos, que es una engreída, que se cree superior por su imagen…

Suspira y después su mente se apodera de ella. Recuerda su vida de hace unos meses… todo era caótico, todo era desorden y nada tenía sentido. Solo recuerda momentos puntuales, momentos dolorosos, fríos, falsos… dolor. Sí, el dolor se apodera de ella. Un cumpleaños… hacía tanto que nadie la invitaba a un cumpleaños… recuerda el último cumpleaños al que fue. Recuerda la fiesta en su casa, recuerda todo lo que tuvo que limpiar después y todos los desperfectos. Claro que sí, claro que recuerda los otros cumpleaños y claro que no los recuerda fruto del alcohol. Claro que recuerda que eran pura locura, drogas, sexo, infidelidades, hipocresía clara y barata… aunque estaba escondida debajo de lujos y vicios caros; un mundo de cristal… pero el cristal… casi siempre es frágil y se rompe.

Recuerda las noches que salía muchísimo más arreglada que esta y que volvía a casa con los tacones en la mano, descalza y borracha, vacía, triste… Su vida llevaba vacía ya unos años y a veces aun, antes de dormirse se preguntaba porque le había tocado a ella si se sentía una buena persona –aunque muchos no lo supieran-. Después se sentía culpable… porque se daba siempre cuenta de que ella fue la que eligió un camino u otro. Aunque no siempre es del todo así… otras veces uno, también está condicionado por el entorno.

Mentiras, amigas celosas, mentirosas… que realmente no eran amigas. Había conocido a mucha gente… ¿Y donde estaban ahora? Ella que sabía, ahora ni siquiera le importaban. Sí era mucha gente, pero había muy pocas personas.



Ya lista baja las largas escaleras que se comunican con el gran salón. La casa se siente gélida. Tan grande y tan poco habitada. Está despoblada en medio de la nada. El resto de la familia se ha ido a la casa de la montaña, a dos horas de allí. Esa noche estará sola, rodeada de campo y de árboles. Y como siempre se tapara con el edredón nórdico hasta arriba engañándose a sí misma y pensando que así estará más segura de lo que estaría si no se tapate. Vuelve a sentirse vacía. No se siente de ninguna parte de nadie. Pero decide dejar de traumatizarse de una vez. Esta noche lo verá… No cabe en sí misma de las ganas que tiene. Tiene ganas de verlo, de tocarlo, de mirar su sonrisa, de dejarse llevar… Solo el consigue alejar de su mente esos pensamientos negativos, solo él la hace reír como lo hace y sentirse tan viva, tan imprudente y temeraria.

Revisa sus cosas en el bolso, vuelve a pintarse los labios de nuevo, se sonríe en el espejo, está nerviosa. Siempre lo está cuando va a encontrarse con él – aun no lo sabe- pero el estarlo es muy bueno….En el autobús recibe un mensaje: Tengo ganas de verte…

Ella deja entrever una pequeña sonrisa, es de él. Mientras algunas personas del autobús observan su cara de tonta y piensan… Qué bonito es el amor…

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