"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 15 de diciembre de 2009

Capítulo V - BUENAS NOCHES PRINCESA



Los bares se están cerrando. Todo el grupo camina por el paseo. Ella delante con la rubia simpatica y otros chicos que las acompañan. Él detrás de ellos con dos chicas más. Ella ha intentado ignorarlo durante toda la noche, pero no lo ha conseguido del todo. El alcohol magnifica las cosas y su rabia es mayor todavía.

En el autobús de vuelta a casa, él besa en la mejilla a una de las chicas. Ella siente rabia, definitivamente él no le hace caso a ella. Por un instante desea ser esa chica, pero luego lo piensa mejor: No, chicos no. No son buenos para la salud. Simplemente está borracha y no controla los pensamientos que pasan por su cabeza.

Al fin llegan a su destino. Perfecto. Ella duerme allí esa noche. Ahora lo perderá de vista. Ese chico la está enfadando. Además de ignorarla, le está haciendo pensar cosas en las que no debería pensar. Pero algo sucede, el también baja con dos amigos más. No puede creerlo, también sube a la casa.

Indignada, una vez allí la anfitriona ofrece algo de comer. Ella no puede soportarlo más y entonces explota. ¿Porqué no te haces lo huevos fritos tu mismo? ¿Acaso no tienes dos manos tu también? dice marimandona. No es mí casa. Si es porque quieres hacerlos tú, adelante, no te pongas celosa. Su voz es tranquila y el gesto de su cara prepotente, está algo borracho todavía. Ella cuenta entonces 10, desecha la idea de abalanzarse sobre él y matarlo allí mismo. Se va a la cama indignada y muerta del odio.

No puede dormir, da vueltas de un lado para otro esperando a que su amiga entre en la habitación para dormir con ella. Al fin, la puerta se abre, ya era hora. Pero para su sorpresa, es él. Se quita la camiseta. Ella puede apreciar la silueta de él con el pecho al descubierto gracias a la luz que entra por la ventana. Ella intenta no pensar demasiado en el cuerpo que ha visto. Después el chico se mete en la cama. Ella no piensa hablarle, finge que está dormida. El silencio se hace en la habitación oscura.

"Estás hecha una ligona al parecer..." Dice él finalmente. La cara de ella cambia, sonríe en mitad de la oscuridad. Se ha tenido que fijar en ella durante la noche para poder saberlo. Esa es precisamente  la típica frase que diría un hombre algo "celoso" de que no le hayan hecho el caso que él esperaba. Al parecer él se siente igual que se ha sentido ella durante toda la noche. Pero los dos han sido lo suficientemente inteligentes como para que el contrario no se diera cuenta de ese detalle. "Ya ves", contesta ella orgullosa. "Pero me da igual. Dicen todo lo que un hombre debería decir para que no me guste" añade haciéndose la interesante ahora. "¿Y que es lo que tiene que decir un hombre para gustarte?" pregunta curioso él.

Ella cierra los ojos, después sonríe: "Cuando alguno me lo diga, entonces ya te lo diré..." Ya esta, ya lo tiene.


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