"Espero que vivas todos los días de tu vida"

lunes, 21 de diciembre de 2009

Capítulo XVIII - NECESIDADES PRIMARIAS




Estaban borrachos. Caminaban de aquí para allá de la mano para no perderse entre la gente - y también como escusa para poder agarrarse - Sus dedos se entrelazaban unos con otros, se cogían con fuerza y delicadeza a la vez. Como si aprovecharan el momento, como si tuvieran miedo de poder soltarse. El dedo pulgar de él acaricio despacio la mano de ella mientras andaban. No podía evitarlo, al igual que ella no puedo evitar devolverle misma caricia.

Miradas complices, más alcohol barato, risas, bailes, gritos y euforía los acompañaron el resto de la noche. Se apoyaron en otra barra de las múltiples que había allí para pedir de nuevo. Mientrás esperaban a que les sirvieran, reían como locos. Lo estaban pasando bien. Una de las veces la risa es demasido complice, demasiado verdadera. Él la coje entonces de la cintura, y le regala un beso en la mejilla. A ella le encanta, deja que se lo de y a la vez maldice ese momento porque ese beso se le queda corto. Los terceros que los ven, los mira pensando que son pareja. Se complementan increiblemente bien, la conexión puede percibirse a kilómetros. "Necesito... ir al baño", dice él después de la última jarra que han tomado. Ella mira a su alrrededor, están rodeados, hay metros y metros de gente. No hay espacio para pasar. "Hazlo aquí", dice ella, como si fuera algo normal. "¿Estás loca? ¿Aquí? ¡Pero si estamos rodeados de gente, si no hay espacio entre las personas!". "Por eso mismo. Así es más fácil que no te vean", añade ella. Él lo piensa, no es tan mala idea. La mir divertido, se pega a la barra, apoya un brazo encima de esta y con la otra se desabrocha el botón del pantalón. Ella le agarra por los hombros e intenta que parezca que están esperando para pedir. Él lo hace. Se miran y rien sin parar. Estan locos. Pero hacía tiempo que no se reian tanto de algo. Cuando están juntos, no tienen miedo al ridiculo, miedo a nada, son capaces de hacer cualquier cosa.

Es hora de ir marchándose ya de allí. La noche está acabando y van a cerrar el recinto. Pero antes de salir una parada en los baños portátiles no le vendrá a ella nada mal. Al fin y al cabo, ella no tiene la misma suerte que él para poder hacerlo en cualquier parte. Están bastante borrachos. Ella entra en el WC, hay un agujero en la puerta. Ella introduce una sudadera para taparlo que sobresale al otro lado, donde está él. Él bromea, tira de la sudadera varias veces, ella agarra por el otro lado para que la puerta no se habra mientras ríe. Pero el destino -como siempre- les juega una mala pasada. Él estira demasiado fuerte, ella no es capaz de agarrar con tanta fuerza y la puerta del baño se abre dejándola a la vista de todo el mundo.

Oh, oh... parece que la noche no va a acabar tan bien como los dos pensaban... Estas bromas pesadas...

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