"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 29 de diciembre de 2009

Capítulo XXI - ELLA NO ES DE ESAS...



- ¡Ni se te ocurra mirarme el culo! - Dice ella mientras sube la primera por aquella montaña de piedras y barro.
- Eres increíblemente narcisista... ¿Qué te hace pensar que quiero verte él culo? Solo estoy aquí por si te escurres. Paso de perder más el tiempo. Quiero llegar a mi casa, lista. Además, he visto culos mejores que los tuyos...
- Permiteme que lo dude...
- Puedes pensar lo que quieras... tienes el culo como tu cara...
- ¿Divino?
- No, de pato.
- ¡Idiota! - Resbala un poco. Él la agarra para que no caiga del todo... Ella se siente ofendida por haber perdido el equilibrio - ¡ Suéltame! Puedo yo sola... - Y se despega de él orgullosa. A él le da igual el rechazo porque se ha dado cuenta de lo que le pasa, y entonces sonríe sin que ella se de cuenta.

- No... no puedo creerlo... No-puedo-creerlo... - Dice ella indignada mientras llega primera a la cima. Allí no hay estación. Primero está la autopista. Los coches pasan rápidamente de un lado a otro de esa carretera.
- Vaya... tendremos que cruzar por lo que parece... - Dice él tranquilo y sonriente, cuando sube y se coloca detrás de ella.
- Tú ya sabías que estaba esto aquí... ¿Verdad cabrón?
-Puede... - Dice mientras aguanta la risa... finalmente explota al ver la cara de ella muerta de miedo. Ella se abalanza sobre el para pegarle. Sus intentos son en vano, es demasiado pequeña para poder matarlo. Él la sujeta mientras la ve luchar. A él no le hace daño, solo le produce cada vez más risa. Es muy graciosa.
- Es súper peligroso... - Dice ella cuando se ha resignado...
- Pasamos juntos y no pasará nada... - Dice él ahora más dulce, le agarra la mano a ella. - ¿Preparada?

Ella mira al frente... después a los lados... se balancea para delante y para atrás.

- ¡Jo, es qué es muy lar...
- ¡Corre! - Grita él antes de dejarla acabar y se dispone a cruzar rápido. Corren por esa carretera ancha, interminable... ella es estirada por él, grita, salta, pierde el control, un coche pita el claxon durante un buen rato, va a alcanzarlos. Él estira fuerte de ella, consiguen pasar al otro lado.  Ella grita fuerte por última vez, caen al otro lado de la carretera, sobre la tierra.
Ella comienza a reír entonces. Ha sido peligroso sí. Pero al sentir esa adrenalina correr por su cuerpo se ha sentido vida. Y ahora ríe como loca después de esos nervios que ha pasado. Hacía días que no se sentía tan llena, tan feliz, que se encontraba al lado de alguien que le parecía tan interesante, que quería seguir conociendo... Ella se da cuenta de ello, lo mira. Él también ríe, que guapo es piensa ella.

Al parecer han conseguido llegar sanos y salvos a la estación. Ha sido una caminata agridulce, como si el destino la tuviera preparada para ellos, como si tuviera que ser de ese modo. Como si esa noche fuera un paso más hacia delante para ellos. Ella tiene que coger el tren que la dejará en su casa y el debe seguir andando hasta la suya. Sus caminos se separan.

Cuando se van a despedir, los dos se miran... Algo diferente hay en ellos. No se conocen demasiado, pero cada vez que se ve es intensa, cercana a la vez que distante, especial... Se tienen cariño y solo acaban de conocerse. Esa noche a sido la primera que han pasado solos... sienten entonces un hormigueo por el cuerpo.. Él quiere besarla, ella quiere que él lo haga. Pero no. Él no quiere regalarle su beso y ella no cederá tampoco esta noche a dárselo.

Cuando ella se marcha, él continua andando hacia su casa. Se siente más solo ahora sin ella. Y en el camino no deja de pensar en como se siente cuando está a su lado. Un amigo de él aparece entonces, también ha debido de estar en aquella macro-fiesta.

- Tío, esa chica con la que ibas que... ¿Ya te la has camelao? Esta buena... ¿Te has liado ya con ella?
- Que va tío... no es de esas... - Le contesta mirando al suelo... No puede evitar sonreír...

Y mientras tanto, en un tren, ella tampoco puede dejar de hacerlo mientras piensa en él.

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