"Espero que vivas todos los días de tu vida"

domingo, 20 de diciembre de 2009

Capítulo XIV - QUEMA (Parte II)



Ya se han despedido del chico solitario. Ahora el la acompaña a ella a la parada del autobús. La llevaría a casa, pero no tiene coche. Además, tampoco quiere parecer demasiado interesado por ella. Hablan durante el camino. "No he conocido nunca a alguien como tú", dice él, mientras anda mirando al suelo con una sonrisa. "¿Y eso es malo?", pregunta ella. "La verdad, no lo sé...". Ella se ríe. "No se nada cuando estoy contigo", dice él en bajo. "¿Cómo?", pregunta entonces ella. "Nada, nada...", ha hablado demasiado alto al parecer.


Se sientan a esperar el autobús. "Bueno, ¿Me lo vas a contar de una vez?", pregunta ella. "¿Contar el qué?", Dice él. "Eso", insiste ella. "No se de que me hablas", le contesta el sin entender nada. Ella suspira indignada: "Que estás con una chica". "¿Quién yo?, pregunta extrañado. "No, la señora de ahí - Dice gritando mientras la señala, la mujer la mira mal- Pues claro que tú, quien va a ser sino". "Podría decírtelo, pero estaría mintiéndote", contesta el con tranquilidad. "Venga, ambos sabemos que eres un putero", añade ella. Él se queda sin palabras. "No me conoces", dice él algo molesto. "Se de que van los tíos como tú", añade ella. "Lamento decirte, que no conoces a tíos como yo", dice él algo enfadado. "Conozco a tíos como tú, no vayas de que sabes algo de mí que no sabes". "Solo se, que me considero una persona única", dice él. No le gusta ser uno más. "Yo creo que eres un putero que va de listo", dice ella picada por su contestación. "Oye, te he invitado a un desayuno y además te acompaño a la parada, no tienes porque hablarme así", dice él molesto. "Nadie te ha pedido que me acompañaras, ¿Sabes?", añade ella. "Es verdad, no se en que estaba pensando. Tú eres muy autosufiente en todo. Ahora eres tan lista que tienes la capacidad de ver que son las personas o que no son". El se levanta haciendo un amago de irse. Ella parece tranquila, pero realmente no quiere quedarse sola. El problema es que su orgullo no le permite confesarselo a él. "¿Quieres que me vaya?, pregunta él mirándola fijamente a los ojos. "Haz lo que quieras", le contesta ella desafiante. Él espera unos segundos dándole la oportunidad de arrepentirse. "Esta bien", dice el chico finalmente. Se da la vuelta y se aleja. Ella lo ve irse. No piensa que tenga el valor de dejarla allí sola. Da la vuelta, lo espera, no aparece, pasa el autobús, lo coge para volver a casa.

Sí, tal vez no haya mentido cuando a dicho que no es como los demás. Y al parecer parece que aquí no solo el chocolate quema...

No hay comentarios:

Publicar un comentario