"Espero que vivas todos los días de tu vida"

lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 84: Días blancos y Días verdes...



No tenía ninguna gana de prestar atención aquella mañana. Era una de esas típicas mañanas invernales, grisaceas, nubladas; que solo nos incitan a quedarnos entre las mantas calientes de nuestras camas. Pero allí estaba ella, en clase. La misma clase blanca de todas las mañanas.

Era tan extremadamente blanca que a veces imaginaba historias absurdas sobre lo que pasaría si alguien bomitara o tirara algún tipo de bebida al suelo. Solía pensar que si eso pasaba un equipo de alta seguridad de esos con trajes espaciales, mascarillas y máscaras de oxígeno aparecerían ipso facto para limpiarlo con maquinas de alta seguridad y llevarse las muestras para examinarlas en un laboratorio secreto de la universidad. Después una sonrisa se dibujaba en sus labios fantaseando e imaginándose en panorama de algo tan surrealista.

Además de la niebla, característica de esa zona tan apartada y en mitad de la nada, también llovía. Se giraba de vez en cuando y observaba el enorme ventanal y el campo que se divisaba a través de este. Ese era uno de los momentos que más le gustaban a ella: pensar que se escapaba de allí y que corría libre. Odiaba ese ambiente. Había intentado varias veces intentar comprender a sus compañeros de clase, pero no lo conseguía. No reía con sus bromas, no tenía los mismos gustos y se atrevía a decir que algunos era una panda de mocosos mimados y mal criados.


Tras varias ojeadas al móvil, sin ningún tipo de mensaje o llamada que pudiera entretenerla y aburrida de escuchar la charla de su profesor de diseño gráfico, sobre la importancia que tenía la fuente “Times new Roman” en los letreros publicitarios de ese momento; decidió entrar a su último recurso: La red social.

Únicamente un mensaje privado. Lo abre, es él:

“¡Buenos días pequeña ratilla! Espero que hayas descansado… y que te hayas duchado… ¿Cómo te sientes hoy después del duro día de trabajo? =)… Estas hecha toda una recoge hojas profesional…”


Sonríe. Siente ganas de verlo ¿Qué estará haciendo? Cierra el mensaje y mira el mensaje que le sigue debajo. Es el mensaje de su ex. Se muerde el labio, lo abre de nuevo:

“Me gustaría que me devolvieras mi camiseta, es importante para mí”…

Estúpido inmaduro, piensa por sus adentros y se retuerce de rabia. No siente atracción, eso está claro; pero aun siente esa rabia dentro de ellas, esas ganas de venganza, de gritarle. No lo soporta. Intenta contenerse pero escribe:

“No sé donde está, lo siento. Por cierto… hemos perdido a un miembro de la familia”

Y le da a enviar. Se arrepiente tan rápido de haberlo escrito tan pronto como lo envía. Mira a su alrededor, se ha perdido por completo y aun es la primera clase ¿Qué está haciendo en esa Universidad? Recibe un mensaje:

"¿El conejo? No sé por qué pero me lo imaginaba. Pues búscala, por favor"

Sí, ese era el miembro de la familia. El famoso regalo del “conejo”. Siempre pensaba que nunca debería haberlo aceptado. Ella lo dejo y ese niñato le compró un conejito como forma de pedir disculpas. Ella lo acepto y volvieron, luego, unos dos meses después terminó todo. Muchas veces pensaba que esos dos meses nunca deberían de haber existido… tal vez si así hubiese sido, ella después no habría vivido todo ese infierno. Le echaba la culpa a él, pero realmente ella se odiaba porque se deba cuenta de que la culpa era únicamente suya, de ella. Ella nunca debería de haber dejado que ese cretino jugara así con ella o no debería de haberse permitido ser tan débil. Y curiosamente, aunque cada vez veía toda esa historia más lejana de ella, aun ponía cara a ese “chico” sintiendo rabia hacia él.

Era por ello que no iba a darle ninguna camiseta. Si esa camiseta era importante para él, entonces no se la daría. Era una pequeña forma de sentirse bien con ella misma. De pensar que lo estaba fastidiando porque una parte de ella deseaba que a su ex le fuera mal. Supongo que es algo que a todos, en mayor o menor medida nos pasa.

Entre clase y clase fue al baño, cruzo barias palabras con Angie y dio una pequeña ojeada a su revista de tendencias. Justo antes de entrar un mensaje se anuncia en su móvil:

“¿Te aburres?”

Es él. Ella sonríe, solo han pasado unas horas pero tiene ganas de verlo. Teclea algo rápido pero bien pensado. Cuando ella hacía eso, quería decir que esa persona le importaba.

“Depende, ¿Qué propones?”

Responde. A los segundos un nuevo mensaje:

“Ven conmigo”

Le contesta él.

“¿Dónde me llevarías?"


“¿Dónde quieres que te lleve?”


Ella sonríe, responde de nuevo:

“Lo dejo en tus manos”


“¡Entonces sal a la puerta!”


Su cara cambia por completo. Esta feliz ¿Qué anécdota les pasará hoy? Se siente viva, activa… Coge rápido las cosas de clase antes de que el siguiente profesor llegue y se despide fugaz de sus amigas. Baja las escaleras blancas, y cruza el pasillo blanco, dejando atrás la blanca cafetería y saliendo por la puerta blanca.


Cruza el jardín y el césped rápido y divisa el cochecito destartalado. Sonríe pero poco tarda en cambiar la expresión de su cara. No viene solo, le acompaña uno de sus amigos. Cuando monta en el coche, este avanza unos metros más, situándose en las últimas plazas libres del fondo del parking. Allí nadie puede verlos. El amigo de él saca una bolsa no precisamente pequeña. Ella lo mira: es marihuana.

Los dos chicos comienzan a liarse un porro. Ella observa. No puede evitar sentirse desilusionada. Después de la idea que tenía en su cabeza sobre el día que le esperaba, ahora ve las cosas un poco más oscuras. A los pocos minutos le ofrecen a ella.

- No gracias… - Dice

- ¿Pero tú no has fumado alguna vez? – pregunta el amigo de él

- No mucho…

- Realmente no sabe hacerlo bien del todo – Dice él finalmente

- Pues así aprende… - Dice el amigo

Ella se siente presionada, lo rechaza. Pero ellos dos no, y tranquilos disfrutan de la maría. Ella pensativa lo observa, está mucho más frío de lo habitual ¿Por qué? Intenta evitar pensar tanto y decide darle una segunda oportunidad.

- ¿Qué plan llevamos? – Pregunta ella a los dos chicos

- Porros – Dice el amigo

Él entonces lo mira y se ríe.

Pasan allí bastante tiempo, y después lían otro porro más. Los chicos ríen y siguen fumando. Ella los contempla. No le gusta. Los ojos de él están rojos, ha fumado demasiado. Están pasotas, adormilados. Él a penas la mira, está en otro mundo y ella desde fuera de su burbuja, ve todo mucho más claro.

- Eh tío, ¿Y si vamos a mi casa y fumamos allí toda la tarde?

- Ja, ja, ja. Estaría genial…

- ¿Y tus clases? – Dice ella pensativa. Dándose cuenta de que él nunca asiste

- ¿Y las tuyas? – Contesta él excusándose

Ella lo mira intrigada, realmente no sabe que decir… hoy parece otra persona. Este parece darse cuenta e intenta arreglarlo.

- ¿Te parece bien el plan? – Dice él con voz de miedo y arrepentimiento, se da cuenta de que está borde.

- Mmm… no era mucho lo que imaginaba…

- ¡Joder tío! Vamos y punto… - Insiste el amigo

Él la mira a ella, ella lo mira sin saber que decir. Él se da cuenta de que está incomoda pero al no recibir respuesta de la chica, egoístamente, sin saber muy bien porqué cede a las peticiones de su amigo. Arranca el coche y los tres salen de la facultad, camino a la autopista. Propósito: estar fumando hierba toda la tarde.

2 comentarios: