"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 29 de marzo de 2011

Capítulo 85: Ojos que no ven... Corazón que no siente



Esa misma mañana, antes de ir a recogerla a clase pasó por casa de su amigo. Hacía bastante tiempo que no lo hacía, pasaba bastante tiempo con ella y había aprendido a apreciar su compañía.

Cuando quedaba con chicas no era para recoger hojas del parque, o para tomar un café. Tampoco acostumbraba a ir con ellas al cine y después llevarlas a su casa únicamente para eso. Pero sin saber muy bien porque había algo en ella, esa chica tenía algo que le atraía. Eso le asustaba, pero era extraño, por mucho que se esforzara por no hacerle caso, por muchas dudas que tuviera, siempre terminaba llamándola, echándola de menos. Y si algún día dudaba sobre eso, ella era la que aparecía a buscarlo a él.

Un chico pálido, con la ceja partida y puntos en el labio le recibe en la puerta. Como de costumbre, acompañados por dos cervezas, los chicos hablan de sus cosas. Como siempre, uno de sus temas principales: mujeres.

- Bueno tío, me han dicho que estás ahora viendo bastante a una morena… - Rompe el hielo el amigo

- Sí, más o menos…

- ¿Sí más o menos? Pero, ¡Qué coño! Explícame, dame detalles… que tal…

- ¡Eh! Por ahí no vayas… - Contesta él, poco complacido por el atrevimiento de su amigo

- Vaya, vaya… Así que estás pillado

- No es eso…

- ¡Oh vamos! ¡Claro que sí! – Bromea el chico. – Pero tío… entre tú y yo… Esa tía no es para ti. Sois como el día y la noche. Dicen que está forrada.

- Y qué…

- Pues eso, que no es para ti. Joder tío… ¡Míranos! Estamos aquí, tomando cerveza en un sofá que compraron mis padres el día que se casaron… ¡Y aun no lo han cambiado!

- Apuesto que cuando te la tiras en su casa, el sofá esta mucho más limpito que este…

- Deja de hablar así, eso es una puta gilipollez – Contesta él

- Ja, ja, ja… Espera un momento… ¿No te la has tirado aun? – Mira hacia el cielo compadeciéndose de él – Estas pillado hasta las trancas…

- Joder tío…

- Ja, ja. O tal vez… te encanta el morbo de que se haga la dura, ¿Eh?

- No lo sé, no lo sé es extraño… no sé qué me pasa… Pero no estoy pillado tío – Dice él, algo avergonzado de abrirse y mostrar sus sentimientos. Él ¿Enamorándose de una chica? Y no solo eso, sino, de ese tipo de chica.

- Mira, yo conozco a ese tipo de chicas… les gustamos para cinco minuto porque nos ven diferentes a los mierdas con los que suelen estar. Ellas ven en nosotros algo “Prohibido”, “malo” y son caprichosas coño… y eso es lo que hacen. Se encaprichan, nos dan esperanzas, y después nos mandan a la puta calle donde estábamos antes de conocerlas. Ella te quiere porque sabe que no te puede tener, ¡Vamos joder! ¿Cómo crees que te mirará su madre el día que te conozca tío? ¿Crees que va a sonreírte? ¿Crees que será bonito?

- No había pensado de esa forma…

- Esas chavalas son consentidas, mimadas. Intentará manipularte, llevar el control… dentro de poco te comprará un jersey de esos que sus amiguitos llevan y después unos zapatos… Eres su marioneta…

- ¡Ya basta joder! Ella no es así…

- Abre los ojos tío… apuesto a que dice algo y tu respuesta es sí.

- ¡Estás de coña! Las cosas no funcionan así… con ella es diferente… hablamos, tiene cerebro… las otras tías… solo saben hacer una cosa…

- Sí pero esas al menos son transparentes…

- No me llama la atención tanta claridad, lo siento… ¡Siento disgustarte! Pero estás equivocado amigo… - Dice él mientras se levanta del sofá raido.

- Ja, ja, ja… ¡Eh! ¡Eh! Tranquilo… - Dice el amigo riendo mientras se levanta a frenarlo del pecho – Si nos es así, entonces me gustaría conocerla. ¿Qué opina de que tú…fumes maría?

- No suelo hacerlo delante de ella… Contesta él

- ¡Ajam!

- Qué pasa…

- Le ocultas parte de ti…

- No es así la cosa – Se defiende él

- ¿A no? ¿Y qué pasaría si fumas maría como lo haces con nosotros? ¿Crees que eso le gustaría de ti?

- Me aceptaría… - La defiende él..

- ¿Ah sí? Eso me encantaría verlo – Dice mientras le enseña una bolsa de Marihuana.


Durante el camino hasta la universidad los chicos hablan poco. Ponen la música a tope y él mira hacia el frente. Piensa en lo que ha dicho su amigo. Sí, es cierto, a veces ella le resulta algo niña, algo caprichosa, pero puede ver más allá de todo eso. Realmente su cabeza hace una balanza imaginaria y ve a esa chica dulce, la que tiene orgullo, dignidad, personalidad. Es muy diferente a él claro… pero se entienden. Y la mayoría del tiempo es feliz.

Pero ya le han hecho daño, y las palabras de su amigo le han llegado. No podría volver a pasarlo mal, no podía dejar que una chica como ella lo enamorara. Si después la perdía el golpe sería mucho mayor y no podía consentirlo. No, claro que no. El siempre había llevado el control en sus “relaciones”, él decía y ellas asentían. No le costaba tiempo llevarse a una chica a la cama, besarlas o conseguir su número. ¿Por qué con ella sí? ¿A caso se estaba convirtiendo en un blando? ¡Claro que no! Ese día llevaría él el control, como hacía siempre.

La ve cruzar por el césped de la facultad. Sonriente, el tampoco puede evitar sonreír al verla. Los dos se miran, pero ella tarda poco en cambiar su expresión. Está acompañado por su amigo, y aunque realmente no le importa su presencia, esperaba poder estar con él a solas.

Monta en el coche. Él la mira por el espejo retrovisor. Es tan delicada con sus perlas y su blusita blanca. Le entra ganas de parar el coche y besarla, pero se siente cobarde, así que arranca el coche para aparcar en lo más lejos posible de la universidad. Una vez situados, el amigo lo mira retándolo. El se muerde el labio, pero ha apostado, tiene miedo de que su amigo tenga razón y esta tarde va a ponerla a prueba.

Sacan dos porros, como hacía él hasta antes de haberla conocido y se los lían y después hacen dos más. El a veces la mira por el espejo retrovisor, ella parece triste, habla poco. Entonces el amigo les propone irse de allí y seguir fumando toda la tarde. Ella no sabe qué decir, él sabe lo que ella piensa, pero orgulloso y miedoso al mismo tiempo él acepta por ella.

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