"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 29 de marzo de 2011

Capítulo 86: Vicios y virtudes


Sentado en un portal amplio, en una zona según ellos “seguros” y “resguardados” de la policía, se lían un nuevo porro. Los dos chicos ríen – uno más a gusto que el otro – y hablan sobre sus temas.


Él la mira a ella y ella parece no mirarlo a él, pero él se equivoca, lo está mirando demasiado, está viendo de hecho una parte de él que está detestando, pero él no está ya lo bastante cuerdo como para darse realmente cuenta de lo que está pasando.

- Toma tronco líate otro… - Le dice el amigo acercándole de nuevo la bolsita. Los dos se miran y se ríen resultado de la fumada que llevan encima.

Ella lo lleva observando un buen rato. Está viendo sus ojos, su cara. Ya no es él, es otra persona. Sin saber muy bien porqué, lo está pasando mal por ese chico. Se da cuenta de que se está preocupando por él, que verlo en esas circunstancias a ella le duele, se da cuenta de que lo quiere. Entonces lo mira de nuevo.


- Creo que no deberíais fumar más… - Dice ella finalmente

Los dos chicos la miran curiosos

- Ja, ja, ja… eso dice mi madre – Contesta el amigo – Y aquí estoy…

- Ya bueno, - Dice ella ignorándolo y centrando su atención en él – Me refería a ti especialmente

- Joder tío… que plasta… - Rechista el amigo de nuevo


Ella volviéndolo a ignorar le dedica una mirada a él que habla por sí sola. Él mira a su amigo que parece confirmar lo que han hablado por la mañana. Él pensativo y a la vez confundido piensa que si deja de fumar en ese momento se corroborará que ella es la que manda. Así que no, no piensa dejar de hacerlo, coge la bolsa de marihuana dispuesto a hacer otro porro. Ella lo ve, suspira, cierra los ojos.


- Está bien, entonces yo también fumo – Dice ella vengativa

- De eso nada… - Contesta él tan rápido como la oye decir eso

- Ah ¿No? ¿Y por qué? – Le pregunta ella

- Porque no me gusta que fumes… Ya sabes que te dije que yo no quería que tu te engancharas a esto…

- Me da igual, yo tengo derecho a decidir por mi misma ¿No es así? – Dice ella intentando demostrarle a él como se siente ella cada vez que este fuma

- Joder… ¡Pues sí que es enrollada! Dale de fumar dale de fumar – Dice el amigo

La tarde pasa lenta. Y ella fuma, y sigue fumando y sigue. Al igual que lo hacen los otros dos. Él a penas habla con ella y ella hace lo mismo. Está enfadada y fumada realmente por primera en su vida. Se siente ofendida, engañada, estafada por él. Como siempre, todos esconden algo malo, piensa.

Se siente mal, solo ha dicho que fumaría para que él no lo hiciera y él ha preferido que ella fumara solo por el hecho de no dejarlo de hacer él y demostrar que era quien mandaba.


El día pasa y el sol va desapareciendo dejando paso a la noche. Ella no se entera muy bien de nada. Se siente vaga, perezosa, mareada en una nube de la que no puede salir. A veces los dos se miran, dudosos, miedosos… algo pasa, ya no es como era antes, nunca habían tenido esa sensación. Ella está desganada, y el confuso, ¿Qué pasa?


- Si me disculpáis, tengo que ir al baño por alguna parte…

Él la mira levantarse y marchase torpemente en busca de los setos del fondo del parque.


- Esta buena tío… no te lo voy a negar… y encima mira, al final a cedido.. igual en este caso eres tu la que se la lleva a tu terreno… - Dice el amigo fumado mientras ríe de sus propias gracias…

- Sí, sí… - Contesta este sin escucharlo y mirarlo siquiera mientras se levanta para ir en busca de ella

A unos pasos de allí ella intenta encontrar algo para limpiarse.

- ¿Te ayudo? – Dice él intentando bromear como si no pasara nada

- No gracias, y date la vuelta…

- Ui, que seria, ¿Qué pasa?


Ella se pone en pie y lo mira dolida.

- Tu… ya lo sabes… - Es su respuesta. Y se marcha dejándolo atrás

- ¡Oye, espera! ¿No vas a contármelo?

- No creo que sea necesario

- Cuéntamelo…

- Eres más corto de lo que pensaba, vaya decepción, no valía hoy solo con una.

- ¡Eh! ¿A qué te refieres? – Dice él insistente aun suponiendo lo que le puede pasar a ella

- ¡Ya vale! Déjame, ¡Tengo hambre!

- Normal, estas fumada

- Y tú también lo estás… mucho más que yo… - Y apartándolo con el brazo se dirige hacia el portal donde estaban

Aparecen entonces más amigos de él. Estupendo, piensa ella con ironía. Él también los ve, se da cuenta de que ya es suficiente de ese juego.

- ¿Quieres que nos vayamos? – Mientras se aproxima hacia ella

- No, quedémonos a fumar…

- Eh, ya está bien…

- No, no lo está…

- ¡Dime qué te pasa y hablaremos!

Ella orgullosa se vuelve y anda hasta el resto de chicos. Él indignado se sienta en el círculo que todos han fumado y pasan más tiempo allí, fumando. A las dos horas los amigos se van levantando y marchando de allí. Esta callada, hace rato que no habla o levanta la cabeza pero nadie se da cuenta por la droga. Solo él.

Se acerca a ella delicadamente esta vez y le susurra.

- Vámonos a casa

- No me encuentro bien… - Dice ella finalmente sin levantar la cabeza

- Has fumado demasiado…

- Déjame – Dice secante – Tú lo haces más todos los días y no me lo habías contado…

- Es difícil de explicar…

- Es difícil de justificar… sería la respuesta… - Dice mientras hace un amago de nauseas

- Eh, no estás bien, vámonos, tienes que comer algo…

- No

- Sí, vamos agárrate disimuladamente, te ayudare.


La ayuda a incorporarse mientras se despide de los pocos que quedan. Su amigo le guiña un ojo, el lo odia pero más a sí mismo por haberle hecho caso, pero parece que ya es tarde.

Abre la puerta de su coche viejo la ayuda a sentarse. Monta él también y arranca. Para el coche en una pequeña tienda y compra un botellín de agua y unos dulces. En el coche se los ofrece y le obliga a ella beber agua. Se retuerce, no puede verla en ese estado y por su culpa. Una chica tan buena, tan ingenua metida allí, en ese ambiente. Se da asco a sí mismo, no debería haberlo consentido. Tal vez es verdad, no tiene sentido que estén juntos.

- ¿Cómo te encuentras? – Se muestra preocupado

- No quiero que me hables…

- Pero…

- ¡No me hables! – Grita ella finalmente con los ojos empañados - ¿Cómo se va esta sensación? – Pregunta ella asustada

- Tienes que esperar un poco… - Contesta él mientras acaricia su cabeza – hablemos de algo para que te distraigas ratilla…

- No me llames así… - Dice rabiosa – Me siento estúpida

- Estúpida, ¿Por qué?

- Por ti… creía que eras otra persona…

Escuchar eso, es como un puñal que se clava en el pecho de él. Todo se desmorona, tiene razón. El es ese chico, el chico que no estudia, que fuma porros, que se emborracha y pierde el control. Que presencia y crea peleas, que no habla con sus padres, que no toma las riendas de su vida. El es el chico que no se preocupa por las mujeres y que solo se divierte con ellas. Se siente imbécil, ¿Cómo ha podido pensar que una chica como ella podría fijarse en él? El nunca podría llegar a ser como ella pedía, nunca podría tener esos coches caros en los que ella se montaba con otros chicos, ni llevarla a esos restaurantes de los que ella hablaba. ¿Cómo había podido estar tan ciego? ¿Cómo había podido pensar que ella confiaba en él? ¿Qué ella sentía algo? Y ¿Cómo había dejado que ella acabara en ese estado?

- ¡Pues sí! ¡Esto es lo que soy! Y si no te gusta… lo siento – Dice agresivo como nunca antes. Se siente mal, culpable por lo que le pasa a ella. Está encerrado, se siente una mierda. No sabe como escapar de esa situación y solo le ha salido gritar.

Ella lo mira asustada y el rápidamente se da cuenta.



- Quiero irme a casa… dice ella con los ojos rojos

- Yo… lo siento… no quería…

- ¡Quiero irme de aquí! – Dice ella asustada…

- Yo te llevaré…

- ¡No quiero que lo hagas! ¡Quiero irme sola!

- Por favor, deja que te lleve, no hablaré si es necesario, solo déjame saber que has llegado bien, no te molestaré más…


Durante el camino ninguno de los dos habla. Ella se siente mal, está mareada y confundida. Pero lo que de verdad le duele es la decepción que siente hacia él. Como ha podido estar tan ciega.

El coche para algo más lejos de la puerta de su casa. Ella no quiere que sus padres la vean así. Los dos se miran.

- No se… porque lo haces…

- Hacer qué…

- Fumar porros… ¿Te gusta cómo te hace sentir? ¡Por qué yo lo odio! – Le dice ella mirándolo con asco

- Eso es porque no estás acostumbrada

- ¡Qué! ¡Aun así te escusas! Y tu sí, ¿Verdad? Tú sí que estás acostumbrado…

- Tampoco es eso

- Sabes que sí – Dice ella cortante – Lo siento, pero yo paso – Añade mientras se da la vuelta hacia la puerta de casa

- Oye, ¡Lo siento, vale! Lo siento mucho… - Dice él detrás de ella – No te lo había contado porque sabía que no te gustaría

- Ya claro, como a tus demás amigas.

- No hay más amigas ahora… Tú no lo entiendes

- No cuantas las cosas y ese es el camino más fácil para seguir haciéndolas y para no aceptar responsabilidades.

- ¡Eso es así! ¡Los porros no son tan malos! Pareces mi madre

- ¿De verdad? ¿De verdad acabas de decir eso que has dicho?

- ¡Si te gusto, acéptame como soy y no intentes cambiarme!


El se queda parado delante de ella. Se hace el silencio.


- Tú… no sabes nada… No sabes nada de lo que me ha pasado a mí, de porque me comporto como lo hago. Yo he visto droga desde hace mucho tiempo… alcohol, marihuana, pastillas, cocaína… he visto lo que esas cosas hacen a la gente… he estado en fiestas privada con más sustancias de esas juntas de las que tú has visto en tu vida… He visto como la gente se vuelve loca y se engancha…

Tenía amigas alcohólicas, drogadictas, anoréxicas, bulímicas… Sé muy bien lo que es tener un vicio… sé lo que es no poder dejar de hacer algo… ¡Me autolesionaba! Y sé porque lo hacía yo o porque otras personas también se drogan o tienen otras obsesiones. Es porque están vacías, no tienen nada… Pensaba que tú no tendría esa necesidad…

- ¿Qué yo no tendría esa necesidad? ¡Tú no sabes nada! Me sueltas un sermón de los tuyos, muy bonito. Pero ahora te vas a dormir en tus sabanas de seda…

- Eso es un golpe bajo… Me decepcionas…

- Ves, soy muy malo ¡No se qué haces con alguien como yo!– Dice él


Se miran fijamente.


- Quiero que dejes los porros – Dice ella

- No tienes derecho a decirme eso…

- Pues entonces, Adiós – Dice mientras sigue andando hacia la puerta

- ¿Sí? Eso quieres… y ahora piensas que iré detrás de ti a buscarte y decirte que los dejaré y que vuelvas, ¿Verdad? Pues no, cada uno a lo suyo, ¿Me oyes?

Dice mientras escucha como se cierra de un portazo la puerta de ella

- Me oyes… ¡Paso! – Dice mientras llora – Paso…

Y esa noche, ninguno de los dos duerme...

2 comentarios:

  1. porfa sube mas capitulos ke estos son muy tristes.... y ai ganas de mas

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  2. muy buenos los capítulos pero queremos más!! que está abandonado esto...
    Un beso.

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