"Espero que vivas todos los días de tu vida"

martes, 2 de marzo de 2010

Capítulo 48 - LOS SUEGROS


Cuando él se levantó por la mañana fue rápido. 
Esa noche había dormido en un colchón en el suelo. Abrió los ojos y vio la mano de ella colgando desde la cama de arriba donde ella dormía. Unos metros más lejos estaba Ángel ya solo sin su novia. Al parecer se había marchado a primera hora porque tenía que trabajar. Volvería más tarde. 
Pero aunque él estaba cansado, esa mañana fue rápido. Fue rápido porque cuando abrió los ojos y observó la mano de ella y unos metros más allá a su amigo. Creyó escuchar algo en el piso de abajo. Lo confirmaron sus cuatro perros que se pusieron a ladrar como locos desde la cocina. Los ojos de él se abrieron con rapidez y se incorporó rápidamente. 

Bajo las escaleras, y allí estaban: Sus padres. 

- Mmm... Hola mamá... 
- ¿Y ese énfasis especial que pones hoy en saludarme?
- ¿Yo? que va... Hola papá... 
- ¿Que alegría no? - Dice su padre mientras deja una bolsa con un pollo encima de la encimera de la cocina. 

Después el se da la vuelta para dirigirse hacia la habitación donde tiene a sus invitados. 

- ¿Por qué has dormido allí? - Pregunta la madre
- Esto... ha venido Ángel a dormir... 
- Ah, muy bien. Pues dile que vaya bajando que he hecho un arroz para chuparse los dedos - Dice el padre de él 

Él desaparece en busca de Ángel y de "su secreto"

- ¡Arriba arriba arriba! Mis padres están aquí...
- ¡Qué! - Se levanta ella de un salto 
- Pero tío...si es muy pronto... - Dice ángel revolviéndose entre las sábanas 
- ¡Vamos despierta! - Dice él arrancándoselas de un tirón 
- Por dios Ángel, ¿No duermes en calzoncillos? - Dice ella algo nerviosa
- No ves que no... - Contesta Ángel con voz de sueño 
- Vamos, ponte algo tío - Añade él 
- ¿Y ahora que hacemos? ¿No habías dicho que tus padres no venían hoy? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Este es el castigo por robarle la ropa interior de marca a mi hermana? 
- Tenemos que bajar... - Dice él 
- ¿Estás loco? De eso nada, yo me quedo aquí - Contesta ella histérica 

Sin saber muy bien porque ella no quería bajar al piso de abajo a conocer a los padres de él. Ellos no eran "nada". Solo se habían besado algunas veces muy de vez en cuando. Pero lo que ella sentía era diferente. No quería dar mala impresión a los padres del chico que le gustaba. No querían que supiera que había dormido allí con él. Parecer interesada o algo más suelta de lo que en realidad era. 

- Está bien. ¿Y si te quedas aquí arriba? Mis padres aquí no suben nunca. Comemos nosotros abajo y cuando terminemos mis padres se quedarán dormidos en el sofá. Ese será el mejor momento para que salgamos de aquí sin que sepan que tú estabas en mi casa. 

El plan se lleva a cabo. Ella espera en la habitación. Cualquier ruido le parece sospechoso y el corazón le palpita rápido. No sabe que hacer, el tiempo se le hace eterno. Finalmente oye unas pisadas subiendo las escaleras. ¿Y si no son ellos?, piensa. Y se esconde detrás de la cama. 

- ¿Se te ha caído algo? - Pregunta Ángel divertido. 

Al ver que son ellos, ella se relaja. 

- Bueno, ahora solo hay que esperar - Dice él amable. Y después le sonríe a ella. La nota incomoda y no le gusta que ella esté incomoda en su casa. - Ja,ja,ja no puedo creer que mi padre te haya dicho que tus tatuajes son feos Ángel... 
- Tu padre es un cachondo tío... pero no entiende del arte... - Dice Ángel. Y después los tres se ríen. 

Las risas terminan cuando la puerta de abajo se abre y unas pisadas suenan hacia la habitación. Ella lo mira a él aterrorizada, él la mira a ella, Ángel mueve la cabeza en ambas direcciones. 

- Oye Ángel... cuando te he dicho lo de los tatuajes ¿No te habrá importado, verdad? - Dice el padre de él dirigiéndose a la habitación 

Ella está blanca. No tiene capacidad de reaccionar. Las pisadas se oyen entonces subiendo por las escaleras...

- ¡Me habías dicho que no subían aquí! - Dice ella histérica susurrándole a él 

- A mí es que personalmente no me gustan los tatuajes... - Contínual el padre mientras sube las escaleras...

- ¡Es que nunca suben aquí! - Le contesta él a ella. 

Ángel se ríe. Se da cuenta de lo que va a pasar. Finalmente las pisadas desaparecen, la voz se escucha más clara. El padre de él llega a la habitación...

- Pero Ángel... tu puedes llevar lo que quie... - Se gira y la ve a ella. 
- Hola... - Dice ella sin mirarlo a la cara a penas con la voz casi inaudible 
- Vaya, hola... - Dice el padre todavía asombrado 

Se hace un silencio incomodo durante unos segundos. Entonces Ángel romper el hielo. 

- ¡Bueno ahora ya conoces a tú suegro! 

El padre, ella y él le clavan los ojos como si se tratase de estacas puntiagudas. Como siempre Ángel tan oportuno... 

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