"Espero que vivas todos los días de tu vida"

domingo, 10 de enero de 2010

Capítulo XXIV - LLÁMAME




Hay momentos en la vida en los que pierdes los nervios. Te vuelves impulsivo y por un instante, se te olvida todo lo que tienes a tu alrededor para hacer lo que en ese momento sientes ganas de hacer. Sin importar tus principios, perdiendo tus miedos, no atención a los demás, te haces un favor... y ¡Zas! 

Ya habían salido de aquel bar. Y gracias a dios que ya lo habían hecho... ella no habría podido soportar a ese mocoso mucho más tiempo. Tenía que hacer algo rápido. Dejarlo allí, ponerle alguna excusa barata, irse a casa o incluso perder el orgullo y llamarlo. Llamarlo a él, al chico que le encantaba - aunque no lo quisiera reconocer- .
- Y eso es lo que más me raya ahora mismo... - dice de fondo ese capullo que la acompaña

Ella sale de sus pensamientos, no estaba perdiendo el tiempo en escucharlo

- Perdona, ¿Qué decías? - Pregunta ella, fingiendo prestarle atención
- Mi pelo, me raya ahora ¿Sabes?, está demasiado corto y no ha gustado demasiado...
- Ah... comprendo... - Dice ella pensando en las múltiples posibilidades para asesinarlo sin que nadie pueda verla
- ¿Crees que me queda demasiado mal? Bueno, muchas también me han dicho que me queda bien, ellas dicen tú estás guapo de todas las maneras. El que es guapo, es guapo siempre ¿No nena?, jajaja...

Esa risa se le incrusta en los más profundo del tímpano. Por un instante siente que va a gritar y va a salir corriendo... no puede escucharlo ni un segundo más... se va a su casa.
No, espera un segundo. Ella no quiere irse a casa, son las fiestas de su ciudad, no va a dejar que un estúpido se las estropee, no sería justo para ella. Después de lo mal que lo ha pasado, todo lo que ha llorado... - Eso es otro tema...- No. Claro que no, tal vez todos no sean así, tal vez tenga que abrirse un poco, dar una oportunidad a las personas, darle una oportunidad a él...
Saca el móvil mientras su acompañante no deja de hablar de si mismo.  Va a llamarlo, va a dejar de lado su orgullo.

- ¿Pasa algo nena?, ¿has quedado con alguien?
- Esto... - La mano de ella mientras tanto vibra. La están llamando. Sus ojos por un instante se abren, es él. La ha salvado y la ha llamado. Está feliz, por un instante pierde la noción del tiempo. Va a poder verlo. Mira deseosa la pantalla: Angie.  No, no es él... - ¿Si? - Contesta ella finalmente.
- Tía, ¿Dónde te metes?, !llevamos días intentando localizarte¡ ¡Hoy fiesta baby! ¡Sí! - Grita Angie al otro lado del teléfono.

Bueno, no es él pero al menos es una amiga de la universidad. Tal vez sea ella su ángel de la guarda.
Intenta que el chasco no le dure más de unos segundos. En su interior da las gracias a Angie por haberla llamado en el momento preciso. Además, de este modo no va a tener que llamarlo a él, y quedar como una idiota pareciendo ir detrás de él. Sí, mejor así.

Pero dentro de ella algo le falta. No se divierte como todos los días, no ríe tampoco como los anteriores. No siente esa sensación de plenitud, no está completamente a gusto. Entre la multitud lo busca ingenua. Será imposible verlo esa noche, hay demasiada gente. Sus amigas la abrazan, beben y bailan. Ese estúpido creido que las acompaña no deja de mirarla todo el tiempo. Que pesado, piensa ella.

Mientras tanto, solo a unos cuantos metros de ella y de su grupo está él. Al lado de una barra, en el hueco donde siempre está con sus amigos, al lado del escenario. Todos beben y se divierten, gritan y disfrutan de la música. Él también salta, también bebe, habla con otras chicas - pero sin saber porqué, ve a ella en todas-. Se da cuenta entonces de que no es tan divertido sin ella, de que le gustaría que apareciera...
La rubia divertida se acerca a él, es su mejor amiga.

- ¿No te ha llamado?
- Que va... - contesta él
- Entonces supongo que hoy no la verás - contesta mientras le da una palmadita en la espalda y se aleja alegre

No, hoy ellos no se verán. Ella no le ha llamado y él necesitaba que lo hiciera... posiblemente sea mejor no hacerse demasiadas ilusiones con esa chica. No es mutuo. Pero que está pensando... Él tampoco siente nada por ella... ¡Qué estupidez!

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